Giorgia Meloni saca a Italia de la «Nueva Ruta de la Seda» de China

Roma había ingresado al plan en 2019, pero desde entonces ha perdido en el comercio bilateral y las inversiones chinas fueron mínimas

Roma había ingresado al plan en 2019, pero desde entonces ha perdido en el comercio bilateral y las inversiones chinas fueron mínimas

Italia terminó su participación en la controvertida iniciativa de China “Nueva Ruta de la Seda”. El proyecto ofrece enormes fondos para inversiones en infraestructura, pero a menudo los países beneficiados no pueden pagar las cuotas del crédito chino y Pekín se queda con el bien construido, sea una autopista o un puerto. Esto ha ocurrido varias veces en África y Asia. Ahora un país desarrollado, miembro del G-7, se retira de la iniciativa china.

Roma informó a Pekín que dejará de participar en la también conocida como “Iniciativa de la Franja y la Ruta”, aunque “espera continuar fortaleciendo la relación bilateral”. La decisión del gobierno italiano era previsible, pues durante la campaña para las elecciones generales que de finales de 2022, la ahora primera ministra Giorgia Meloni calificó de “error” que su país se hubiera unido al megaproyecto.

Desde el gigante asiático lamentaron la decisión e insistieron en que la iniciativa “tiene gran atractivo y ejerce una gran influencia globalmente”. El proyecto fue lanzado en 2013 por el presidente Xi Jinping, e incluye una enorme serie de programas de inversión que se extienden desde el este de Asia, hacia Europa, África y América Latina.

Cuando en 2019 el entonces premier italiano, Mario Conte, firmó con Xi Jinping el memorando de entendimiento mediante el cual Italia se unió a la Nueva Ruta de la Seda, se desató una lluvia de críticas dentro y fuera del país.
Aunque Italia no era el primer país europeo en sumarse a la iniciativa (otros 17 también lo han hecho), sí fue el único miembro del G-7, la asociación que reúne a las siete democracias y economías más desarrolladas del mundo, en dar ese paso. Estados Unidos y otros socios expresaron su preocupación.

China ofrece grandes préstamos para obra pública. Pero en el caso de Italia, las inversiones fueron insignificantes

La Ruta fue lanzada en 2013 por Pekín con el propósito de ocupar espacios geopolíticos mediante el plan de “fomentar el intercambio comercial entre China” y otras naciones, incluidas las de Occidente mediante cuantiosas inversiones en proyectos de infraestructura costeados por el gigante asiático. Pero nada es gratis y el crédito que China otorga al país beneficiario puede volverse una amenaza para su estabilidad económica. Esto ha ocurrido varias veces en África y Asia.

Pekín ya invirtió US$1,34 billón en ferrocarriles, carreteras y puertos para conectar sus centros de producción con Europa, Asia y África. Es obvio que detrás de estos proyectos está la estrategia de Xi Jinping para aumentar su influencia geopolítica global.

Gobiernos, expertos y agencias de investigación, como AidData, han denunciado que China aplica una herramienta llamada “trampa de la deuda” (ver informe completo en https://www.aiddata.org/china). Pekín ofrece enormes créditos para financiar megaproyectos, a menudo a países muy pobres, como Sri Lanka, que nunca obtendrían en los mercados internacionales; y cuando estos países son incapaces de enfrentar los préstamos, China se hace con el control de las obras o recursos naturales.

Las condiciones en las que se realizan estas operaciones también están rodeadas de total opacidad, advierte AidData en un informe publicado en 2021, para el que analizó los más de 13.400 proyectos que China está cubriendo financieramente en todo el mundo bajo el paraguas de la Nueva Ruta de la Seda. China también impone contratar a sus empresas y trabajadores para realizar las obras.

El mes pasado el presidente estadounidense Joe Biden se refirió a la “trampa de la deuda” y pidió a los países latinoamericanos no caer en ella, al tiempo que prometió miles de millones de dólares a la región que serán canalizados a través de instituciones como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Desde Roma han dejado claro que la decisión la tomaron para proteger los intereses nacionales y porque el acuerdo no dio los resultados esperados. “La Ruta no es una prioridad para nosotros, no nos ofrecía una perspectiva ventajosa”, declaró el ministro italiano de Exteriores, Antonio Tajani.

Los datos parecen confirmar la explicación oficial. Las exportaciones italianas a China pasaron de US$14.100 millones en 2019 a US$17.700 millones en 2022, lo que supone un aumento del 25%. Sin embargo, las importaciones chinas a Italia subieron en el mismo período casi un 80%, pasando de US$34.160 millones a US$61.950 millones. Además, la lluvia de dinero prometida por China, la cual en algún momento se calculó en US $22.000 millones, jamás se produjo. Por el contrario, la inversión de China en Italia cayó en picado desde los US$650 millones de 2019 a los apenas US$33 millones de 2021.Una cifra ridícula para un país con una economía como la de Italia.

“La integración económica entre los dos países no ha avanzado, ni por la parte del comercio ni en lo que respecta a la inversión”, afirmó la economista española Alicia García Herrero, quien es responsable de la región Asia Pacífico en el banco de inversión francés Natixis. “Uno de los objetivos del memorando era reequilibrar la relación comercial desigual, pero después de cuatro años no ha cambiado nada”, agregó la experta, quien en un artículo publicado por el Real Instituto Elcano de España, señaló que las autoridades italianas tenían pocos motivos para continuar dentro de la Ruta.

Fuente: La Capital