Hong Kong no cede y salió de nuevo a las calles pese a una prohibición policial

Era el Día Internacional de la Democracia y los manifestantes desbordaron el centro. La represión no faltó pero el reclamo se mantiene firme.

Era el Día Internacional de la Democracia y los manifestantes desbordaron el centro. La represión no faltó pero el reclamo se mantiene firme.

La policía de Hong Kong prohibió la marcha de ayer por el Dia Internacional de la Democracia, pero una vez más decenas de miles de manifestantes desafiaron esa orden y una potencial condena de cinco años de cárcel, y salieron a las calles a reclamar una mayor apertura democrática en esa ciudad, región autónoma china.

Tras casi cuatro meses consecutivos de protestas, otra vez la protesta terminó con camiones hidrantes de la policía, nubes de gases lacrimógenos, bombas molotov y escenas minoritarias pero caóticas de persecuciones, agresiones y represión policial.

El servicio del tranvías, en el centro comercial de la ciudad, fue interrumpido y al final de la noche ya solo unos pocos manifestantes quedaban en la calle. Pero antes de eso, durante el día, la manifestación fue masiva y transcurrió sin problemas.

El organizador fue el Frente de Derechos Humanos Civiles, un grupo prodemocrático que estuvo detrás de las tres protestas masivas que convocaron en junio y agosto pasado más de un millón de personas en cada ocasión. En un caso, llegaron a los dos millones, y esto forzó al gobierno local a archivar el impopular proyecto de extradición a China de detenidos. Ayer, la policía le negó el permiso al Frente porque, admitió, «si hubiera otros dos millones de personas uniéndose a la marcha», no tendría personal suficiente, según informó la misma fuerza a la prensa.

Pese a la prohibición, al masivo despliegue de policías antidisturbios y a las altas temperaturas, decenas de miles de personas inundaron Causeway Bay, un área comercial de Hong Kong y uno de los epicentros de esta campaña de manifestaciones. «Quiero expresar mi enojo hacia la brutalidad injustificable de la policía contra los manifestantes en los últimos tres meses», explicó a EFE Dennis Wong, un joven de 20 años. «No estoy cometiendo ningún delito. ¿Por qué necesito su aprobación para mi caminata informal en la calle? Sí, todo el mundo tiene miedo hasta cierto punto, pero debemos salir y apoyarnos mutuamente», agregó el joven. Es que lo que en cualquier país democrático sería un derecho tutelado a nivel constitucional, en un territorio chino es un delito. Por eso también luchan los hongkoneses.

Las protestas comenzaron como una expresión de rechazo al proyecto de ley que había introducido el gobierno local de la dirigente Carrie Lam en el Parlamento para habilitar las extradiciones a China continental. Ante una manifestación de dos millones de ciudadanos, Lam finalmente retiró el proyecto de ley, pero las protestas continuaron y ampliaron sus demandas: profundizar la autonomía de Hong Kong frente a Beijing, una mayor apertura democrática y detener la violencia policial. Lam es una funcionaria equivalente a un alcalde, pero no fue elegida por el voto popular, sino por un opaco comité dominado por China.

«La declaración conjunta chino-británica está siendo violada y ‘un país, dos sistemas’ es disfuncional. Todos y cada uno de los aspectos de Hong Kong están bajo el comando directo del gobierno chino», aseguró un joven enmascarado al leer el texto escrito por los organizadores de la marcha de ayer. Cuando el Reino Unido devolvió a Hong Kong a China en 1997 acordó que quedaría bajo un régimen de autonomía especial, conocido como «un país, dos sistemas» hasta que, gradualmente, en 50 años, se convertiría en parte del sistema político, legal y económico del resto de China. Bajo el presidente Xi Xinping, se ha acentuado el control sobre Hong Kong. Esta ciudad, con sus hábitos democráticos, es mal vista por el todopoderoso dictador chino.

Fuente: La Capital