Integración: un alcalde italiano salva a su pueblo con migrantes

Domenico Lucano fue incluido por la revista Fortune entre los 50 personajes más influyentes del mundo por su modelo de recepción a refugiados en Riace

Integración: un alcalde italiano salva a su pueblo con migrantes

Lucano, con una etíope en su oficina en Riace.Foto:AFP/Mario Laporta

Desde el martes pasado, el teléfono de Domenico «Mimmo» Lucano -el alcalde de Riace, un pueblo del sur de Calabria- no para de sonar. La revista Fortune lo catapultó a la fama al incluirlo en la lista de los 50 personajes más influyentes del mundo, junto a Jeff Bezos, presidente de Amazon; la canciller alemana, Angela Merkel; el papa Francisco, y la líder birmana y Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, entre otros.

Lucano, de 58 años, es el único italiano de la lista, en el puesto 40°, porque hizo un virtual milagro: logró hacer revivir Riace -un pueblo que se estaba volviendo fantasma y lentamente moría, despoblado por la emigración de su gente a las grandes ciudades- al hospedar a cientos de refugiados.

Gracias a sus programas de acogida, Riace -lugar famoso por las esculturas del siglo V a.C. halladas en su mar en la década del 70, pero custodiadas en el museo de Reggio Calabria- pasó de tener sólo 400 habitantes hace 17 años a 2000 ahora. Y se volvió un modelo de integración: un cuarto de sus habitantes no nacieron en Calabria, sino en Afganistán, Senegal y Mali. Son personas que arriesgaron su vida al cruzar el Mediterráneo y en Riace encontraron un hogar.

El comprosimo de Lucano -ex docente de Química que cumple su tercer mandato de alcalde- nació en 1998, cuando comenzaron los primeros desembarcos de refugiados del Kurdistán. Entonces, se le ocurrió la brillante idea de hospedarlos en las casas abandonadas del centro histórico, dando pie a una serie de iniciativas que luego fueron creciendo y marcando el renacimiento de Riace.

Más de 6000 refugiados pasaron por allí, de los cuales 300 decidieron quedarse. Reabrieron talleres de artesanías y pequeños comercios, un bar, panaderías y hasta la escuela primaria. Comenzó a funcionar un sistema de recolección de basura diferenciada con dos burros que suben por las callecitas empedradas del centro, y la municipalidad les dio empleo a «mediadores culturales». Un modelo que «puso a la mafia y al Estado contra Lucano, pero que ha sido estudiado como posible solución a la crisis de refugiados en Europa», escribió Fortune.

«Aquí no hay centros de acogida. A los migrantes les damos una casa verdadera», explica Lucano. Su historia también impresionó al célebre cineasta alemán Wim Wenders, que filmó hace unos años allí un cortometraje titulado El vuelo.

«Riace tiene una historia que comenzó con un desembarco de inmigrantes, ocurrido por casualidad, pero que con el tiempo asumió una dimensión que fue más allá, conectándose con el mundo. A través de las personas que llegaron hasta aquí, Riace asumió un nuevo rostro», explica Lucano.

Él se enteró de haberse convertido en uno de los 50 líderes más influyentes del mundo porque comenzaron a llamarlo. Pero no perdió el perfil bajo. «Para mí no cambió nada. Ni siquiera sé quién propuso mi candidatura. Quizás, una estudiante estadounidense que trabajó en Riace, o un canal de televisión que se ocupó de nosotros. Soy tan sólo un alcalde que le pone garra. Pese a las dificultades de un territorio condicionado por las mafias, por problemas económicos, por desocupación y aislamiento institucional, para mí se trata de un trabajo apasionante», señala.

«Riace es símbolo de una utopía de la normalidad. No hago esto por mi carrera política, sino porque siento que pertenezco a los últimos, no a los primeros, y hay que tener sensibilidad humana ante las personas que necesitan ser ayudadas», dice.

Lucano es un alcalde «solo». Como destacó en La Stampa el editorialista Massimo Gramellini, más allá del asedio mediático de los últimos días, el silencio de la alta política ante el reconocimiento de Fortune fue más que elocuente. Se cuentan con los dedos de la mano los políticos que lo felicitaron. Entre ellos están la presidenta de la Cámara de Diputados, Laura Boldrini, que fue durante años vocera del Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas y es ciudadana honoraria de Riace.

Y pese a que a diario llegan miles de desesperados a las costas del sur de la península -se estima que serán 300.000 este año-, y que el país «gasta miles de millones en consultorías de todo tipo», como escribió Gramellini, «nadie jamás le pidió una opinión sobre el problema de los inmigrantes al único que parecería haberlo resuelto».

Fuente: La Nación