En la Colombia profunda, el sueño de la paz se hace real

El gobierno de Juan Manuel Santos y las Farc anunciaron el acuerdo tras 52 años de conflicto y cuatro de negociaciones. Pese al optimismo, queda un margen de duda respecto de la aplicación efectiva del pacto.

El gobierno de Juan Manuel Santos y las Farc anunciaron el acuerdo tras 52 años de conflicto y cuatro de negociaciones. Pese al optimismo, queda un margen de duda respecto de la aplicación efectiva del pacto.

Luz María tiene 60 años. Mataron a su esposo en 1982. Ella cree que fueron las Fuerzas Armadas, durante la feroz represión llevada a cabo esos años en el Putumayo contra comunistas y sospechosos de apoyar la guerrilla.

Pasaron más de tres décadas, pero ella sigue recorriendo los pasillos del Centro de Ayuda a Desplazados ubicado en Puerto Leguizamo, en el selvático sur colombiano. Sus expedientes acumulan peso y ella aún busca respuestas.

Por los pasillos de ese lugar desfila gente humilde, campesinos o jornaleros que dicen haber sido expulsados de sus caseríos por las Farc –que los acusaron de colaborar con los paramilitares–, o bien por obra de los “paras”, por colaborar con la guerrilla.

Como sea, ellos son parte de los miles de desplazados en las últimas décadas, acosados por un conflicto que, a partir de ayer, ingresó en su fase final.

Pero todo parece acabar. Ayer, el presidente Juan Manuel Santos dio la noticia oficial: hay acuerdo de paz. Las Farc hicieron lo mismo. Un plebiscito sellará lo rubricado, probablemente en octubre.

En el campo, casi nadie lo duda: “Ya es hora de que algo cambie, no se podía vivir más así, yendo de un lugar pa’ l’otro”, dice Ermina, propietaria de una panadería en Leguizamo, con la que mantiene a sus dos hijos.

Los habitantes del interior colombiano son quienes más han sufrido la contienda que los colocaba en medio del fuego cruzado, con historias de traiciones, muertes, desapariciones y denuncias nunca investigadas.

Aguardan también la reforma agraria que debería surgir de los acuerdos, y que podría llevar algo de prosperidad a zonas abandonadas desde hace décadas por el Estado.

En la ciudad, los diálogos también se valoran, pero con muchas dudas: “No entiendo bien qué puede pasar, me parece que todo está hecho para simular. Pero igual voy a votar por el sí a la paz”, dice Edgar Mauricio, empleado en un hotel de Bogotá, en relación con el plebiscito que tendrá lugar 30 días después de la firma final del acuerdo de partes.

“El acuerdo es bueno en el papel. Vamos a ver cómo se enfrenta el fenómeno de las bandas armadas –‘paras’ y narcos– que quedarán en esos territorios cuando se vayan las Farc”, plantea León Valencia, exguerrillero del ELN, desmovilizado desde hace dos décadas y ahora autor de un libro sobre el posconflicto. El ELN también está en vías de acordar con el Gobierno.

En las grandes ciudades como Bogotá, con el expresidente Álvaro Uribe a la cabeza, hay una intensa campaña de un sector de la derecha, decidido a impulsar el “No” en el plebiscito.

Utiliza para ello el temor a que las Farc no cumplan su parte y el rechazo a que eventuales criminales de lesa humanidad queden sin condena, además de permitirles participar en política.

Sin embargo, están cada vez más aislados. Un amplio sector, incluso opositor a Santos y dentro de las mismas Fuerzas Armadas, está decidido a empezar un nuevo capítulo en la vida de Colombia. Sin contar el gran apoyo internacional.

Las Farc prometen cumplir y ya se preparan para cambiar las armas por la política. La sensación general es de alivio. Todo parece indicar que esta vez habrá algo para celebrar.

La guerra en números

220 mil muertos identificados se llevó el enfrentamiento entre la guerrilla y el Estado colombiano.

45 mil desaparecidos dejó la pugna, de los cuales la mayoría de ellos son civiles cuyas familias ya no tienen esperanza de encontrarlos.

7.902.807 fueron las víctimas de distintos delitos y grupos ilegales, un número igual al de la población de Bogotá.

Tres intentos

1983. El gobierno de Belisario Betancur procuró acordar desde esa fecha hasta 1987.

1990. El presidente César Gaviria abrió un acercamiento, que se realizó en Caracas (Venezuela). En 1994 desistió por falta de consenso dentro de las Farc.

1999. El último plan de acuerdo fue en el gobierno de Andrés Pastrana, en Caguán, pero se extinguió la negociación en 2002.

Fuente: La Voz del Interior