La crisis del real y un escándalo de corrupción mantienen contra las cuerdas a Dilma

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Dilma Rousseff enfrenta a la vez protestas masivas en las calles, un gran escándalo de corrupción, dificultades económicas y aliados rebeldes. Una dura encrucijada que puede sacudir a toda la región.

Los cientos de miles de personas que manifestaron este domingo en su contra en varias ciudades brasileñas son apenas la última señal de lo sombrío que se volvió el panorama para Rousseff, que en octubre logró una ajustada reelección.

Sólo en el centro de São Paulo hubo un millón de personas según la policía y 210.000 según la encuestadora Datafolha. Buena parte de los manifestantes reclamó la destitución de la mandataria por el escándalo de sobornos en la petrolera estatal Petrobras.

«Tienen que salir Dilma y el PT (Partido de los Trabajadores) entero», dijo Ricardo Langer, un ingeniero de 42 años que fue a la protesta de Río de Janeiro. «Está apareciendo cada vez más corrupción y la economía empeoró mucho».

Aunque varios juristas y opositores niegan que existan elementos para un impeachment de Rousseff, la magnitud de las protestas del domingo parece haber sorprendido al gobierno, que por la noche buscó responder a las demandas y recibió un «cacerolazo» en respuesta.

Analistas como Marcus Melo, profesor de ciencia política en la Universidad federal de Pernambuco, creen que Rousseff enfrenta una «tormenta perfecta» donde los problemas políticos y económicos se combinan con el creciente descontento social.

La tempestad «ya comenzó», dijo Melo a BBC Mundo.

Las señales de alerta no han parado de acumularse en el tablero de control del gobierno de Rousseff durante los últimos meses.

En el «caso Petrobras”, la justicia habilitó investigaciones contra 47 políticos por presuntas vinculaciones a los sobornos pagados por firmas constructoras para obtener contratos con la petrolera estatal.

La lista de indagados incluye a varios aliados clave del gobierno, como los presidentes de ambas cámaras del Congreso, así como exministros de Rousseff y miembros del gobernante Partido de los Trabajadores (PT).

La Procuraduría descartó investigar a la propia presidenta, que encabezó el consejo de administración de Petrobras mientras ocurrían los supuestos sobornos. Algunos delatores sostienen que parte del dinero financió la campaña electoral de Rousseff en 2010.

A su vez, el escándalo aumentó el malestar de muchos aliados del gobierno en el Congreso (donde hay 22 diputados y 12 senadores bajo investigación), lo que generó más dudas sobre el respaldo legislativo real que tiene Rousseff.

Melo sostuvo que esto coloca en cuestión «la capacidad de la presidenta para dictar efectivamente la agenda de la política pública».

Esto ocurre mientras el gobierno prepara un ajuste fiscal que necesita aprobación del Congreso, y los inversionistas están tomando recaudos ante los riesgos que perciben.

El dólar subió 22% frente al real en lo que va de 2015, mientras hay previsiones de recesión económica este año y la inflación a 12 meses en febrero llegó a su mayor nivel en una década (7,7%).

«Lo que transforma la situación de Brasil (en algo) mucho más grave es que en este ciclo de crisis o dificultades económicas hay también una crisis política», explicó Carlos Antonio Luque, profesor de economía en la Universidad de São Paulo.

«Es muy difícil que los inversionistas recuperen la credibilidad en el país en medio de ese cuadro de incertidumbres políticas», agregó en diálogo con BBC Mundo.

Fuente: Uno, Mendoza