La desforestación sudamericana en las mesas europeas

Comprar un pollo criado en Francia significa contribuir a la desforestación en países de América del Sur.

Comprar un pollo criado en Francia significa contribuir a la desforestación en países de América del Sur. La ONG Mighty Earth ha revelado que una gran parte de la soja con la que se alimenta el ganado en Europa es importado de Brasil, de Argentina y de Paraguay, donde la producción industrial de soja transgénica está directamente vinculada con la desforestación.

Varios medios europeos se asocian para publicar la investigación de Mighty Earth. Este es el primero de los tres episodios en los que contamos cómo la soja genéticamente modificada acaba en los platos europeos.

Un artículo de Marie Normand y Simon Rozé, traducido al español por Melissa Barra.

La ruta de la soja empieza en el corazón del Gran Chaco argentino, en la antigua propiedad de Catalina Cendra: una finca cerca de Napenay donde había vivido toda su vida junto a su familia. De repente, su situación se volvió insoportable. En un informe de la ONG Mighty Earth llamado “La crisis evitable: la catástrofe medioambiental de la industria europea de la carne”, Catalina Cendra cuenta haberse resignado a mudarse a la ciudad. Afirma que las masivas fumigaciones con herbicidas de los campos de soja aledaños a su finca han contaminado las plantas, el agua, los pozos. Un día, fue ella quien se enfermó. Dos de sus hijas han sufrido reacciones epidérmicas y dolores de estómago. “Ellos vienen, siembran, envenenan, cosechan y se van”, explica. “La soja no es buena, ni siquiera como alimento para los animales.”

La ruta de los buldóceres y de los incendios forestales

Brasil es el principal productor de soja de América Latina y el primer exportador hacia Europa. Pero la región del Gran Chaco, que abarca una parte de Argentina y Paraguay, es considerada hoy en día por las organizaciones medioambientales como la “nueva frontera” de los agronegocios. En doce años, 8 millones de hectáreas han desaparecido de la región y han dejado paso a la explotación animal y de soja, destaca Mighty Earth. Tan solo en el mes de enero de 2018, según la organización medioambiental Guyra Paraguay, han sido desforestadas 15 125 hectáreas.

Los investigadores de Mighty Earth recorrieron 4 200 kilómetros en Argentina y Paraguay, siguiendo la ruta de los buldóceres y de los incendios forestales. En el Chaco, registraron coordenadas de GPS de 20 casos de desforestación vinculados con la cultura de la soja. “La tala de árboles persiste en cuatro provincias del norte de Argentina”, así lo confirma a RFI Charlotte Van der Tak, encargada de las campañas de Greenpeace Argentina.  “Sin embargo, el país adoptó en 2007 una ley nacional de protección de bosques.” Esta ley ha permitido reducir la tala de árboles pero su implementación a nivel de las provincias es demorada. Hoy solo 27% de los bosques nativos subsisten en Argentina. “La multa que se debe pagar por un acto de tala ilegal de árboles es fácilmente compensada por los ingresos que genera”, denuncia Greenpeace Argentina, que lucha por la criminalización de dichos actos.

Un desastre sanitario

La producción a gran escala de soja ha hecho estragos también en Paraguay, más allá de la desforestación. La investigadora paraguaya Marielle Palau, coordinadora de un informe multidisciplinario sobre el tema, explicó a RFI cómo la agricultura familiar ha sido carcomida por los agronegocios. Muchas tierras han sido adquiridas legalmente, mientras que otras han sido arrebatadas mediante amenazas o violencia. Como en Argentina, “las fumigaciones en los campos aledaños contaminan las fuentes de agua, intoxican a los animales y enferman familias”, afirma Marielle Palau.

La soja que se cultiva en estas tierras inhóspitas es modificada genéticamente para permitirle sobrevivir a las fumigaciones masivas de pesticidas como el glifosato. El uso sistemático de estos herbicidas tiene consecuencias graves sobre las poblaciones locales, según la doctora Maria del Carmen Seveso, quien trabaja desde hace 35 años en la unidad de cuidados intensivos del hospital provincial del Chaco. Cuando se empezó a usar un cóctel de semillas transgénicas y pesticidas, Seveso comenzó a constatar un aumento de los casos de malformaciones congénitas, de los casos de cáncer y de enfermedades respiratorias.

Varios estudios han sido publicados en la plataforma en línea de la Red de Salud Popular Ramón Castillo. En Europa, el uso de este tipo de químicos es muy controvertido. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado el glifosato como un cancerígeno probable, pero la multinacional de agroquímicos Monsanto sigue defendiendo su producto.

El gobierno francés ha anunciado su decisión de prohibir el glifosato a más tardar a finales de 2020. Pero Francia sigue importando de América Latina soja cargada de este pesticida para alimentar a su ganado.

Fuente: Tucumán Hoy