La Iglesia Católica a Jair Bolsonaro: «No queremos un país a la deriva»
Ante la dramática crisis sanitaria por la covid-19, el obispo Mário Antônio da Silva le dijo al mandatario brasileño que "no queremos una nación sin proyectos de vida y democracia, sin esperanza para la población".
25/06/2020 EL MUNDOAnte la dramática crisis sanitaria por la covid-19, el obispo Mário Antônio da Silva le dijo al mandatario brasileño que «no queremos una nación sin proyectos de vida y democracia, sin esperanza para la población».
Brasil es uno de los países del mundo con peor manejo de la crisis de la covid-19. Lo dicen los datos: más de un millón de infectados y por encima de los cincuenta mil muertos. Entre tanto, en medio de una crisis política con final incierto, el presidente Jair Bolsonaro reincide en su actitud desafiante contra quienes piden que se cuide la salud de la población. Ante ello, el obispo católico de Roraima, Mário Antônio da Silva, le pidió al mandatario que «no queremos, querido presidente, una nación a la deriva sin proyectos de vida y democracia, sin esperanza para la población». El obispo, quien también es segundo vicepresidente de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) y presidente de Caritas de ese país, habló con motivo de la «semana de los migrantes» y dijo que «necesitamos tener el coraje de Jeremías (el profeta bíblico) ante el desmantelamiento de los derechos que vivimos en nuestro Brasil, el desenfreno irónico de nuestros gobiernos, el autoritarismo y la mala gestión en nuestra nación en este tiempo de pandemia».
Las declaraciones del obispo da Silva, agregan un nuevo episodio de divergencias entre el episcopado católico y el gobierno de Bolsonaro. Días atrás las máximas autoridades de la Conferencia Episcopal desmintieron informaciones publicadas por un diario paulista que daban por descontado un acuerdo entre el gobierno y medios de comunicación de la Iglesia para respaldar a Bolsonaro a cambio de dinero. «Recibimos con sorpresa e indignación las noticias sobre la oferta de apoyo al gobierno por parte de las estaciones de televisión a cambio de fondos y la solución de problemas relacionados con la comunicación», reza un comunicado de la CNBB sobre el tema. «La Iglesia Católica no hace negocios», dijeron entonces los obispos.
Ahora y frente la situación de Brasil ante la crisis sanitaria por la covid-19, el obispo da Silva se preguntó también «qué diría Jesús sobre nosotros, en religión, en política y otros sectores de liderazgo, en vista de las necesidades de la población, especialmente de los más pobres, frente a esta pandemia, en la situación de familias desconsoladas, personas enfermas, personas necesitadas de pan, comida, vivienda”. Sostuvo entonces que así como la religión debe estar «al servicio del Reino de Dios y no alienando a las personas» queremos «que la política esté al servicio del bien común y no de estafas acordadas entre grupos o partidos, queremos la economía al servicio de la vida y no de un sistema de mercado depredador que excluye y mata, queremos ecología integral, que cuide la vida humana y toda la creación, en la lucha contra proyectos para la destrucción de la naturaleza, la deforestación, la minería ilegal, los embalses, el acaparamiento de tierras, contaminación, y la lista continúa».
Sin hacer una alusión directa ninguna persona, el vicepresidente de la CNBB utilizó una metáfora bíblica y recordó que según los evangelios Jesús calificó al emperador Herodes de «zorro», es decir, «un animal astuto, y al mismo tiempo cobarde, astuto para matar como el zorro que mata y devora, y cobarde por no atacar de frente sino con fraudes, mentiras, distorsión de la verdad, hoy fake news, como el zorro que avanza con malicia desde sus escondites”. Frente a la coyuntura del país, el obispo sostuvo que «Jesús hoy tal vez diría: zorros con pelaje liso y una cola peluda» y reclamó «líderes religiosos y políticos capaces de amar al pueblo y gobernar con humildad».
Recordando al profeta Jeremías, que acudió al templo para acusar a quienes ejerciendo cargos de autoridad incurrían en trampas contra el pueblo, el presidente de Cáritas Brasil señaló que «necesitamos tener el coraje de Jeremías frente al desmantelamiento de los derechos que vivimos en nuestro Brasil, el desenfreno e ironía de nuestros gobernantes, el autoritarismo y la mala gestión en nuestra nación en este momento de pandemia».
A propósito de los migrantes y refugiados el obispo da Silva recordó que el papa Francisco ha tenido palabras de solidaridad con las personas que se encuentran en esta situación y pidió reconocer en ellos al mismo Jesús. La diócesis de Roraima (situada en el extremo norte del país) es uno de los lugares por donde se registra el mayor ingreso de migrantes venezolanos hacia el Brasil y el gobierno de Bolsonaro tiene una actitud sumamente agresiva contra estas personas.
Por el contrario, el presidente de Cáritas de Brasil sostuvo que “debemos eliminar todo lo que nos impide dar la bienvenida a las personas, migrantes y refugiados, para construir puentes, incluso si es necesario derribar muros y eliminar todos los obstáculos”. Y subrayó que esa actitud se hace realidad mediante “la acogida, la donación de alimentos, ofreciendo seguridad, siendo solidarios, brindando salud, educación, trabajo, vivienda, y también invirtiendo nuestro tiempo, incluso nuestro ahorro y aún más». Pidió además que, a través de las manifestaciones públicas, se demuestre «aceptación, integración, en la comunidad eclesial, en nuestra Iglesia, en la sociedad, en todas las esferas, abriendo realmente caminos con oportunidades». Puso de relieve, por el contrario, la existencia de «especuladores de la migración» que operan «a través de la explotación en el trabajo, salarios mal pagados, abuso sexual, explotación de la fragilidad, trata de personas criminalmente, violencia y asesinatos», todo lo cual que «debe llevarnos a reflexionar y adoptar una posición, como seres humanos y como cristianos, frente a estos crímenes», subrayó.
Para el obispo «la migración no es un problema, es un derecho y una oportunidad para una sociedad consciente de la dignidad de la vida humana». Y denunció la existencia de «leyes antiinmigrantes, racismo, discriminación, prejuicios, xenofobia», a los que se agrega la «criminalización de los migrantes y el oportunismo de muchos al decir que el problema de la salud, en la educación, y en la seguridad se debe a la presencia de migrantes”. Esto, sostuvo el obispo de Roraima, es «una injusticia para nuestros hermanos y hermanas», sin dejar de mencionar «la incompetencia propia para asumir compromisos y responsabilidades».