La paz ya no mueve el amperímetro del electorado colombiano como tema de campaña
Durante más de medio siglo de campañas electorales sostuvieron en primer plano propuestas para tratar el tema de la guerrila., Ahora, los candidatos presidenciales buscan un nuevo hilo narrativo para darle fuerza a sus propuestas.
27/05/2022 EL MUNDODurante más de medio siglo de campañas electorales sostuvieron en primer plano propuestas para tratar el tema de la guerrila., Ahora, los candidatos presidenciales buscan un nuevo hilo narrativo para darle fuerza a sus propuestas.
Desde el conservador Federico «Fico» Gutiérrez hasta el progresista y favorito en los sondeos Gustavo Petro, coinciden en la necesidad de desarrollar los puntos básicos del pacto con la guerrilla, pero el tema ya no figura en el centro de la agenda de l
Uno de los ejes que movilizó a los votantes colombianos durante más de medio siglo de campañas electorales, hacer la guerra o la paz, ha pasado a segundo plano y, tras la firma de los acuerdos con la extinta guerrilla de las FARC en 2016, los candidatos presidenciales buscan un nuevo hilo narrativo para darle fuerza a sus propuestas.
Y no se trata de que la violencia haya desaparecido del mapa. Aún existen conflictos residuales en zonas periféricas del país, donde la población se sigue viendo confrontada a la amenaza de bandas criminales y otras facciones, generalmente interesadas en controlar las rutas de salida del narcotráfico o el dominio de la minería ilegal (oro y madera).
De hecho, en regiones como el Cauca o el Chocó, en el suroeste del país, las tasas de homicidios y otros indicadores de violencia han tenido serios rebrotes en los últimos cuatro años.
Hoy todos los candidatos a ocupar el Palacio de Nariño, desde el conservador Federico «Fico» Gutiérrez hasta el progresista y favorito en los sondeos Gustavo Petro, coinciden en la necesidad de desarrollar los puntos básicos del pacto con la guerrilla, pero el tema ya no figura en el centro de la agenda de la campaña.
Una posible explicación podría tener anclaje en el hecho de que tras dos décadas de polarización política, y la crisis sanitaria más aguda en un siglo, el grueso de la ciudadanía ha centrado su atención en otros temas.
Así lo constata un seguimiento noticioso de la consultora Búho, donde se evidencia que en los últimos seis meses sólo el 16% de las informaciones publicadas estaban relacionadas con la paz.
Un hecho que inquieta al historiador Gonzalo Sánchez: «No es tan sencillo. Pero, como parece que ya no es un tema que antagoniza, entonces no tiene tantas entradas», afirma a Télam.
El académico alerta, sin embargo, que la paz transita por muchos caminos. Y tiene matices. Se refiere, por ejemplo, al manejo de los estallidos sociales de mediados del año pasado.
«Para la derecha, el manejo de esas protestas aún se centra en ‘reprimir a los vándalos’, mientras que la izquierda reconoce que precisamente para salir del uso de las armas hay que ofrecer todas las garantías para salir a ejercer el derecho a la libre expresión en las calles, que fue lo que se negoció», apunta.
Para esta contienda incluso el candidato independiente Rodolfo Hernández, un ingeniero de derecha que ha sido etiquetado como una versión colombiana de Donald Trump a pequeña escala, ha manifestado su voluntad de dialogar con la aún activa guerrilla castrista del ELN (Ejército de Liberación Nacional).
El sociólogo Hernando Gómez Buendía tiene, por su parte, una tesis novedosa que sustenta en las casi 800 páginas de su libro Entre la independencia y la pandemia. Colombia, 1810-2020.
La guerra contra las guerrillas, sostiene, ha sido en realidad una de las “polarizaciones falsificadas” de la historia colombiana. Un problema grave, sin lugar a dudas, que dejó miles de víctimas, pero que fue sobredimensionado por los políticos y la prensa.
En especial por el expresidente conservador Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), quien, según Gómez Buendía, convenció a la mayoría del país de que todos los problemas tenían raíz en los destrozos dejados por una guerrilla campesina que actuaba en zonas marginales y que tenía un muy poco apoyo social.
De cualquier forma, cuando el actual presidente conservador Iván Duque ganó las elecciones, hace cuatro años, aún se trataba de un tema que generaba dividendos. Su formación, el derechista Centro Democrático, siempre se opuso a las negociaciones con las FARC.
Uno de los lemas de aquella campaña fue “paz con legalidad”, un juego de palabras que buscaba transmitir la idea de que no habría impunidad para los guerrilleros desmovilizados.
Desde entonces, su Gobierno se ha limitado a cumplir aspectos muy concretos de una agenda que incluye asuntos relativos a reformas rurales o garantías de participación política para la oposición, entre otros.
En enero de este año la Corte Constitucional alertó de que los incumplimientos en su desarrollo suponían una violación masiva del acuerdo.
Diversos analistas consultados consideran que los temas de debate en la campaña se han “latinoamericanizado”.
Asuntos de agenda como la ingeniería del sistema de pensiones, o la pertinencia de tener una economía que se recuesta fuertemente en la explotación de recursos fósiles han pasado a ocupar momentáneamente la discusión.
Hernando Gómez Buendía explica que al cambio de intereses de la ciudadanía también se le puede atribuir una parte de mal desempeño de la derecha «uribista» en las encuestas: “Se acabaron las FARC y se acabó Uribe. A la gente ahora le preocupa conseguir un buen empleo, o que el sistema de buses funcione bien, o que haya cupos en las universidad”.
Juan Fernando Giraldo, analista de la consultora Búho resume: “Este año ha sido más difícil encontrar un argumento sombrilla. Ya la síntesis guerra/paz no funciona, y los temas económicos, de corrupción o ambientales no suman el 20% de la atención mediática”.
¿De qué se ha hablado, entonces?. “Uno de los ejes grandes de las campañas ha sido: ¡paren a Petro!. Ahora hay que ver qué elementos se pueden sumar en la segunda vuelta”, concluye.