La pobreza crece en Jujuy y los comedores necesitan ayuda del Gobierno para no cerrar

A las instituciones solidarias del barrio Malvinas no les alcanza y para no cerrar sus puertas piden más respaldo del Gobierno y la sociedad.

El centro “San Pantaleón”, que lo atiende, lucha para seguir brindando comida y contención a las familias que más necesitan. A las instituciones solidarias del barrio Malvinas no les alcanza y para no cerrar sus puertas piden más respaldo del Gobierno y la sociedad.

La pobreza es un flagelo que golpea duro a numerosas familias de la provincia, que para sobrevivir se refugian en los comedores. Estos, en su mayoría, funcionan en barrios periféricos de cada localidad. En capital y departamentos aledaños existe una red que nuclea a 15 de estas instituciones que también atraviesan una incesante crisis económica que con el paso de los años se fue profundizando. Por ello, los que integran la red cada vez son menos, a algunos no les quedó otra opción que cerrar sus puertas.

Según algunos referentes de estas Ongs existe una falta de compromiso por parte del Gobierno provincial, y debido a eso deben rebuscársela para obtener recursos y no dejar de darle un plato de comida día tras día a miles de niños, jóvenes y adultos jujeños.

Una ayuda imprescindible que ellos reciben es la de otras instituciones solidarias como ser el Banco de Alimentos, de empresas privadas o de voluntarios particulares que al ver la gravedad del asunto no dejan de donar insumos alimenticios con frecuencia.

En el barrio Malvinas Argentinas funciona una institución que está muy ligada a esta problemática. El centro comunitario “San Pantaleón” nació en abril del año 1986 gracias a la iniciativa de Juan Carlos Vargas y Elena Baca. Desde ese momento fueron avanzando en la construcción de un hogar adecuado para recibir a personas en situación de pobreza.

Al día de hoy, además de un comedor, la institución contiene un jardín de infantes y un lavadero. “Empezamos con un problema puntual, que hasta el día de hoy y después de 30 años no se ha resuelto aún, que es la falta de alimentación. Primero, fuimos a atacar ese mal. Pero a medida que íbamos conociendo a las personas nos fuimos enterando de otros problemas. Los chicos no estudiaban, llegaban a 3º grado y abandonaban. Nos dimos cuenta que la estimulación era otro inconveniente tan grave como la alimentación. A partir de eso surgió un jardín de nivel inicial para darles contención a niños y formarlos en el ámbito educativo”, sostuvo Elena Baca.

Desde allí hasta la actualidad la meta es ocuparse de la alimentación, la estimulación y la educación.

Las primeras familias que llegaron al comedor provenían del asentamiento 13 de Julio y en su mayoría eran madres solteras. Muchas de esas madres lograron salir adelante gracias a oficios que aprendieron dentro de la institución, pero sus hijos se asentaron en otro lugar del barrio, en el asentamiento 16 de Mayo. La mayor parte, también son madres solteras y también acuden a “San Pantaleón”. ‘Tenemos dos generaciones que no pudieron superar la pobreza, el 50% de las familias que tenemos actualmente son las hijas de las madres que llegaron en los ’90 al comedor. No vemos iniciativa del Gobierno para ayudarlos a superar este flagelo, no lo vimos antes y tampoco ahora”, expresó Elena.

Al Centro Comunitario asisten hombres y mujeres de todas las edades que necesitan ayuda, desde bebés a adultos, por eso toda aquella persona que quiera colaborar puede hacerlo con ropa o alimentos y artículos de limpieza.

La dirección es calle Arismendi esquina Peatonal 38 del barrio Malvinas y el teléfono es 4251973.

Según el testimonio de los referentes de la institución, la situación es “desesperante”, ya que las necesidades aumentaron y cada vez son más las familias que acuden a ellos en busca de un plato de comida. Piden más colaboración de la sociedad jujeña para que puedan continuar ayudando con la nutrición de personas que día a día reciben desayuno, almuerzo, merienda y cena.

Sin el aporte de la comunidad y el apoyo de los organismos gubernamentales competentes los comedores podrían dejar de funcionar y eso ocasionaría un grave problema en la sociedad.

La triste y dura realidad de los asentamientos

En el barrio Malvinas Argentinas, como en otros sectores de la capital jujeña, a lo largo de los años llegaron familias que se ubicaron en zonas deshabitadas y de a poco se fueron asentando. Estas familias llegaron con niños muy pequeños, que al igual que ellos tuvieron que sufrir para poder tener un hogar.

Gladis Rojas junto a su esposo y cuatro niños arribó al barrio a mediados de los «90. Junto a numerosas familias se instaló en un lugar denominado «13 de Julio». Los primeros años fueron los más difíciles, «no teníamos agua, luz y nuestra casa era de plástico. Luego el Gobierno nos autorizó y empezamos a construir, y fuimos de a poco. Al principio había un solo caño de agua que teníamos que compartir entre cien personas aproximadamente», contó Gladis a este diario.

Al estar en esa situación, las personas del asentamiento encontraron un fuerte respaldo del comedor «San Pantaleón» que los ayudaba brindándoles comida y contención para que salgan adelante, y lo lograron.

Gladis Rojas llegó al «San Pantaleón» y empezó a colaborar primero con las tareas domésticas, luego en el jardín y hoy en día atiende el lavadero. Además, allí encontró el oficio de costurera mediante los cursos que la institución brinda.

«No puedo creer que no haya apoyo a los comedores, hay mucha demanda al igual que en los «90, se ve que la pobreza aumentó porque cada vez llegan más personas a buscar un plato de comida», resaltó.

Desde el inicio del asentamiento «13 de Julio» pasaron 15 años y la situación se repitió en otro sector de Malvinas.

En el año 2008 nuevamente arribaron familias y se instalaron en lo que hoy se llama «13 de Mayo». «Al principio vivíamos en una carpa de plástico, eso nos cubría un poco. Después empezamos a poner bloques y la carpa era el techo. Recuerdo un invierno que al despertar observamos que la carpa estaba dura porque se había congelado por el frío que hacía», comentó Delia Vargas, vecina del asentamiento.

De esa manera aprendieron a sobrevivir hasta que de a poco construyeron su hogar. Al igual que en el «13 de Julio» había un solo caño de agua para todos. Además de eso, visitaban los basurales en busca de algún objeto que pueda ser arreglado para usarlo en sus viviendas. «A pesar de que fuimos construyendo es imposible seguir avanzando porque es mucha la inflación, tenemos que elegir entre darles de comer a nuestros hijos o pagar la luz», dijo Vargas

Reciben $6,85 por niño y les deben tres meses de pago

En el Gobierno provincial existe un programa llamado «Refuerzo Nutricional de Comedores» que se encuentra atravesando dos problemas graves que impactan directo en la alimentación de pequeños y grandes: adeuda tres meses y el monto que asigna es de $6,85 por persona, el que no se actualiza hace más de un año.

Desde octubre del 2014 hasta diciembre del 2016 se pagó $5,90 y a partir de enero del 2017 se aumentaron 95 centavos, es decir, pasó a $6,85. Ese número se mantiene hasta el día de hoy y es por 20 días mensuales, un total de $137 por persona al mes.

El último pago que percibieron los comedores fue de diciembre, les deben enero, febrero y marzo. Mientras tanto los encargados tienen que hacer hasta lo imposible para servir la comida todos los días.

Este programa es un aporte que el Gobierno les brinda a los comedores de municipalidades, de comisiones municipales, del obispado y de ongs.

Una de las instituciones que reciben este pago es el centro comunitario «San Pantaleón».También creó y administra la Red de Comedores.

En ese sentido Vargas mencionó que «este aporte históricamente siempre se pagó atrasado, pero los atrasos eran de un mes. Es preocupante porque parece que hay un desinterés total, con esto se corre el riesgo de que se cierren los comedores. El Gobierno no cumple con ese programa que es una Política de Estado».

Otras instituciones en Malvinas que luchan por el bien

Comedor «Jardín de Amor» brinda un plato de comida a personas en situación de pobreza. Necesitan colaboración con alimentos. La dirección es calle Puerto Argentino 882 del barrio Malvinas Argentinas o comunicarse al 388-155171317.

«Merendero a Pulmón» sirve merienda para 150 niños tres veces a la semana, también pide colaboración con insumos alimenticios y con materiales de construcción, ya que debido a que no tiene espacio se sirven las meriendas para los pequeños sobre la vereda de una casa. Para colaborar el número es 388-155018949 (Delia Vargas, encargada de la institución).

«Espacio Joven La Salle» es una propuesta destinada a los jóvenes y que tiene el fin de brindar talleres y charlas para que los adolescentes asistan, sean contenidos y aprendan un oficio o un quehacer. Su objetivo es alejarlos de todas aquellas perturbaciones que acarrea la sociedad como la drogadicción, la delincuencia y el suicidio. Para sumarse se encuentra disponible la página de Facebook: Espaciojoven La Sallejujuy.

Una buena  alimentación 

En los «90 los integrantes del «San Pantaleón» recibieron la visita de un grupo de nutricionistas que les hizo una grilla de menús con los ingredientes adecuados para que la nutrición de los pequeños sea óptima. Gracias a esa información, que fue compartida con las demás instituciones de la red, confeccionan una dieta equilibrada y saludable.

Este hogar es un lugar de oportunidades, ya que no solo se interesan por la nutrición. Es por ello que alientan a los chicos a estudiar consiguiéndoles libros y útiles. Eso dio sus frutos, ya que hay niños del comedor que son abanderados. Un orgullo.

En lo laboral dictan cursos para que las madres aprendan un oficio y trabajen.

«Seguimos adelante gracias a la ayuda de los colaboradores, queremos agradecer al Banco de Alimentos y al señor Jaime Severich, presidente de una empresa de transporte de Jujuy», mencionó Vargas.

Convocatoria: para las organizaciones a una reunión con el fin de reclamar que se aumente el pago de $6,85 por niño. Información al: 154210314.

Fuente: El Tribuno