La pobreza preocupa a Intendentes Salteños

Sergio Ramos - Marcelo Lara Gros.

Sergio Ramos – Marcelo Lara Gros.

Consideran que el sistema de descentralización es muy positivo , pero necesita perfeccionamiento.

En las elecciones de 2015, para las que faltan menos de nueve meses, parece ponerse en juego la distribución de poder en la provincia. Los intendentes son actores protagónicos de la política nacional a partir de la crisis de 2001. Ahora, cuando la inflación, la recesión y la incertidumbre por el inminente recambio dominan la escena, los intendentes salteños envían claras señales al futuro gobernador: están preocupados por el crecimiento de la pobreza y quieren que se mantenga la descentralización de los últimos años.

El presidente del Foro de Intendentes, Sergio Ramos, fue muy claro ayer en declaraciones radiales. «La pobreza en algunos sectores es muy alta», reconoció el histórico jefe comunal de Rosario de Lerma.

El dato es relevante. La inflación y la recesión comienzan a mostrar fisuras en una economía que parecía sólida. En Salta, el empleo en negro se acerca al 45 por ciento, el ingreso por hora de un trabajador es un 30 por ciento inferior a la media nacional y la mitad de lo que gana un asalariado porteño. Ramos reivindicó la descentralización puesta en práctica por la administración de Juan Manuel Urtubey, que se tradujo en mayores recursos para los intendentes y menos obras de infraestructura para el desarrollo. «La pobreza en algunos sectores es muy alta, como en Rivadavia, que tiene el índice más alto del país. Pero tiene que ver con un abandono de política por parte de los gobiernos. Más allá de que vivan 10 mil, 20 mil, o 30 mil personas, si se va a poner plata donde me reditúe más en votos, creo que primero tiene que primar el principio de solidaridad entre todos los salteños».

«Hay que profundizar este modelo de descentralización», insistió.

El lunes pasado se convocó a una reunión en la sede del foro, para producir un pronunciamiento acerca de la transición política; solo estuvieron unos treinta jefes comunales. Nadie mostró diferencias con Urtubey, pero tampoco hubo euforias. «Estamos trabajando mucho por los municipios. Coordinar acciones con el Gobierno Provincial nos da la posibilidad de que la gente tenga acceso a una serie de programas, que muchas veces a nosotros, el interior, nos parecerían inalcanzables».

Para los intendentes, la descentralización es garantía de autonomía. Aunque muchos le ponen objeciones a algunos aspectos, es inimaginable que esa forma de distribución vaya a eliminarse, aunque se busquen los caminos para garantizar obras de infraestructura y la atención a cuestiones cruciales como la salud. La situación hospitalaria del interior es, según muchos intendentes, profundamente deficitaria. La declaración de Ramos puede traducirse: «hay problemas pero queremos participar en las soluciones».

En los municipios comienza a notarse un apoyo crítico a la descentralización. El presidente del Foro de Concejales de los municipios chicos, Carlos Lupi Cruz, advierte que el sistema se ha convertido en un «círculo de hierro inexpugnable en manos de los intendentes». El legislador municipal de La Silleta apuntó a dos temas sociales candentes: la vulnerabilidad frente a la inseguridad y las drogas, por una parte, y la discrecionalidad en la política de viviendas, que favorece asentamientos precarios.

Lupi pide que se respeten «los turnos de quienes están en lista de espera». Disputas de poder local, pero que muestran los trazos gruesos de un clima social que tiene a los intendentes como paragolpes.

Las carencias ya tocan la puerta

La descentralización surge de un proceso instalado en el país tras la crisis de 2001 y especialmente con la llegada del kirchnerismo al poder. El balance, hoy por hoy, deja a la vista que los pueblos del interior reclaman gas domiciliario, agua potable, cloacas, además de seguridad y viviendas. A esto debe agregarse la urgencia de que se realicen obras de infraestructura.

De todos modos, los intendentes se sientan, como nunca, a la mesa del poder. Para 2015, quieren imponer a uno de sus pares como vicegobernador, sin contar con las pretensiones de Miguel Isa que quiere ser cabeza de la fórmula. Los intendentes de origen renovador, algunos, al menos, imaginan al disidente Marcelo Lara Gros en la boleta de Urtubey. Los peronistas no quieren ser menos. Luis Mendaña confesó hace poco que «el gobernador elegirá a su compañero, pero nosotros esperamos que sea uno de los nuestros».

Las dudas surgen porque en el entorno cercano a Urtubey cada vez hay menos peronistas. El mandatario deposita su confianza en los radicales descarriados de Plural y en amigos personales y eso se nota cuando elige ministros o cuando crea cargos extravagantes como el del coordinador de rutas.

La elección del candidato a vice se regirá por criterios pragmáticos.

De todos modos, la irrupción de Sergio Massa a nivel nacional simboliza la nueva proyección de los municipios en el reparto de poder. Junto con él crecieron Martín Insaurralde y Darío Giustozzi, que levantaron vuelo desde sus bastiones del conurbano. Los intendentes salteños sueñan con lo mismo.

Fuente: El Tribuno, Salta