La tensa vigilia de los que viven a orillas del Limay

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Vecinos tienen el agua cerca de sus casas. Mañana la crecida llegará al punto máximo.

Aún no llegó el día más temido, pero los lugareños ni se inmutan ante la crecida del río Limay, que ayer tocó los 900 m3/seg, casi el límite de lo que soporta su cauce.

Pero en algunas zonas, como el balneario Sandra Canale (ex Gatica), el agua empezó a desbordar y los vecinos ya piensan en autoevcuarse si la situación se complica con el correr de las horas.

Está previsto que mañana el caudal llegue a su punto máximo, y hay temor en algunos vecinos de perder lo poco que tienen.

Sin embargo, otros lugareños permanecen incólumes ante la crecida del río. Están acostumbrados a los embates del agua, que crece a medida que nieva en la cordillera y tienen canoas para sortear la crecida.

Sobre todo cuando supieron sobrellevar aquella histórica crecida de 2001, cuando el río alcanzó los 1600 m3/seg y se llevó algunas casas apostadas en las costas.

El Sandra Canale se desbordó ayer y el agua colmó todo el ancho de la calle de acceso. Hacia el este, el puente para cruzar a la Isla Verde ya está en su tope y se teme que con las erogaciones de hoy al jueves puedan taparlo.

Para las seis familias que habitan la isla desde hace más de 25 años, la crecida no será una novedad porque forma parte de un escenario cotidiano.

“Cuando queda el puente intransitable, cruzamos con la canoa de mi abuelo. El problema es cruzar diariamente a trabajar con mis hijos, que se pueden enfermar. Tendremos que ver con el paso de los días. No nos vamos a menos que no nos quede remedio”, sostuvo Romina Baeza, quien vive en el lugar.

Dijo que cada vez que advierten que van a quedar aislados, lo primero que tienen que hacer es retirar los autos de las seis familias que habitan ese sector.

“Desde que pusieron ese barrio en frente y quitaron las defensas para armar una laguna artificial, el agua pasa arrasando con todo”, dijo su marido, Jonathan Gatica.

A unos metros hacia el este, justo en frente del recodo del balneario Canale, el agua comenzó a dar muestras de su avance. Bancos y parrillas permanecen bajo el agua a la sombra de la arboleda.

En Tronador, se quedan

Alberto Melo reside junto con su familia y sus animales a pocos metros del Limay. Por las dudas, sacó a su caballo de la precaria caballeriza y lo puso al resguardo, aunque aseguró que lo tiene todo bajo control.

“Tengo todo calculado, el sauce que está en frente tiene unas marcas, si pasa la bifurcación de sus ramas, podría llegar a complicarse. Pero no pasa nada, no es peligro para nosotros”, aseguró el hombre.

Al igual que sus vecinos, está preocupado por la suba de las napas de agua subterránea. Eso podría anegar la calle Tronador y dificultar el paso, obligándolos a circular por la calle de los clubes que desemboca en Linares.

En Tronador al 1900 el panorama es similar. Las filtraciones están en el patio de las viviendas pero no resulta una amenaza para sus ocupantes, que se resisten a abandonar las casas por temor a los robos.

“Defensa Civil nos alertó, están en contacto permanente con nosotros pero no veo que vaya a pasar a mayores. Con mi familia no pensamos movernos de casa”, sostuvo Miguel Burgos, mientras el agua se escurría a tres metros del corral con animales.

Fuente: La Mañana Neuquén