Las marcas que dejó la peor crecida que afectó a la ciudad de Santa Fe

A 11 años de la inundación del Salado, en el relato de los habitantes de Santa Rosa de Lima, uno de los tantos barrios que ocupó el agua, subsisten los rastros de aquellos días trágicos. Salieron adelante, pero no olvidan.

Santa Rosa de Lima es uno de los barrios que ocupó el agua del Salado hace 11 años. Esta mañana parecía que nadie allí se acordaba de la fecha, pero las cosas, los pensamientos y los recuerdos están, existen y subsisten por más que no cobren materialidad en el sonido de las palabras o se pronuncien en voz alta. Incluso se abren paso con fuerza por más que se afirme que todo “eso” está felizmente superado.

“Perfecto. Ya pasó”, afirmó Viviana Sosa cuando se le preguntó cómo estaba e inmediatamente buscó oxígeno con la cara para arriba. El cuerpo no miente y cuenta. En esa posición, inspiró intensamente. Es que si busca para abajo, para adentro, bien profundo, el dolor brota y ocupa todo como el agua de aquel 29 de abril. “A las 14 rompió la vía, a las 16 inundó el hospital y a las 19 tenía 2,80 metros de agua acá adentro”, describió Viviana. Su local “Video universal”, ubicado en Mendoza 4258, fue tapado por el maldito líquido.

Tras ponerse de pie “y seguir adelante” hay una cosa que jamás olvidará: “Ese día a las 9, las autoridades nos dijeron que no nos íbamos a inundar y por eso no saqué nada”, soltó y ahí sí, no logró contener las lagrimas.
Marcelo Ramírez, un mecánico que tiene su taller en Mendoza 4212, lamenta ver ingresar al equipo de El Litoral. “Hoy no quería acordarme de nada”, dijo, flotó el silencio y siguió sin que alguien se lo pida. “Temprano el agua llegó a mi casa, al fondo del barrio y por ir a sacar a mi familia no pude salvar las cosas del taller. Al mediodía acá tenía 2 metros de agua. Perdí todo”, recordó.

A Isabel Orbe, una vecina de Mendoza al 4200, se le ocurrió que tal vez escribir un libro le sirve a cerrar las heridas. ¿Y cómo lo empezaría?, se le preguntó. “No sé, pero tal vez me ayude a sacarme el odio”, fue su respuesta.
Guadalupe y Paola se niegan a volver a atrás pero unas simples preguntas, tan inofensivas que parecen tontas, desatan el relato y el llanto. Detrás del mostrador del local de materiales que atienden, también ubicado sobre calle Mendoza frente al hospital de Niños, miran fijo a la calle como si vieran pasar de nuevo el agua y a sus vecinos desesperados.

“Me acuerdo de escuchar la radio. No me olvidaré jamás de la mirada de la gente cuando salía del barrio, la angustia y la desesperación. Preguntarles y que digan que no sabían dónde estaban los chicos. Esas caras no se me borran más”, contó Guadalupe, y Paola asentía con un gesto lento.

No dejaban de mirar afuera. “Nos recuperamos trabajando. Vendemos materiales y era un rubro muy buscado porque Santa Rosa de Lima quedó muy mal. Acá en casa, en el primer piso había muebles y electrodomésticos de toda la cuadra, de todos los vecinos”, dijo Guadalupe, sin mucho orden, con voz serena y siguió: “Cuando creció el río hace pocos días, no estuve tranquila hasta que fui hasta la defensa. Soy consciente de que lo que nos pasó, fue por desidia del gobierno, porque no nos avisaron”.

La mañana parecía como cualquier otra en Santa Rosa de Lima, pero todo está guardado en la memoria y revive cada 29 de abril.

Marcha

En el marco de una nuevo aniversario de la crecida del Salado, la Carpa Negra por la Dignidad y la Justicia organizó una marcha para esta tarde que partirá a las 18.30 de la Plaza del Soldado y se dirigirá a la plaza 25 de Mayo, en donde se realizará un acto a partir de las 19. El Foro Contra la Impunidad y por la Justicia emitió un comunicado en el que recuerda que “nadie alertó” sobre el impacto real de la crecida, denuncia la “impunidad” de los responsables políticos de la gestión de la crisis hídrica y reclama justicia para las personas que murieron en la inundación y también para las familias que fueron afectadas por la crecida.

 

Vista aérea del Hospital de Niños Ricardo Alassia y sus alrededores Barrio Santa Rosa de Lima. Gentileza del Diario El Litoral Santa Fe. Agencia TELAM. 1 de mayo de 2003. Foto: Juan Carlos Roleri

Vista aérea del Hospital de Niños Ricardo Alassia y sus alrededores Barrio Santa Rosa de Lima. Gentileza del Diario El Litoral Santa Fe. Agencia TELAM. 1 de mayo de 2003. Foto: Juan Carlos Roleri

La gestión del riesgo, una política de Estado

Obras, nuevas normativas, prevención y concientización son los ejes de gestión del municipio para convertir a Santa Fe en una ciudad resiliente que sepa convivir con los riesgos.

Once años después, Santa Fe no es la misma. La enorme cicatriz que dejó el desborde del río Salado sobre un tercio de la ciudad hizo repensar las políticas de Estado, con la mirada centrada en la gestión del riesgo. Con este eje prioritario se hicieron obras, se sancionaron nuevas normas para ordenar el crecimiento en zonas seguras y se focalizó en la prevención.
Por este esfuerzo, la ciudad pudo sumarse a la campaña mundial de Naciones Unidas “Desarrollando ciudades resilientes. Mi ciudad se está preparando”, y ha obtenido la calificación de “Ciudad Modelo” y “Alcalde Campeón”, entre otros reconocimientos internacionales por su labor en la prevención de desastres y gestión del riesgo.

“Que la ciudad sea resiliente es un proceso largo, porque implica que como sociedad asumamos que vivimos en una ciudad que tiene que enfrentar riesgos por el lugar donde está ubicada y, por lo tanto, que esté preparada y planifique su crecimiento urbano y sus actividades teniendo en cuenta ese contexto de riesgo”, explicó la secretaria de Comunicación de la Municipalidad, Andrea Valsagna.

Esto demanda un trabajo de concientización de la sociedad en su conjunto: “Estamos mucho mejor preparados que en 2003 y que en 2007. Y el cambio de paradigma que implica en vez de gestionar una catástrofe, gestionar los riesgos y trabajar en la prevención de los desastres es lo que permite que la sociedad asocie el crecimiento urbano con la gestión de los riesgos y que piense que la ciudad se desarrolla siempre teniendo presente cuáles son los riesgos a los que está sometida, que en el caso de Santa Fe son muchos al estar anclada en el valle de inundación de dos ríos muy importantes y porque se ha desarrollado sin planificación”, agregó la funcionaria.

Durante décadas, la ciudad creció en forma desordenada, se radicaron viviendas en zonas con alta vulnerabilidad hídrica y las obras hídricas no acompañaron el crecimiento de la trama urbana, lo cual sigue siendo una deuda.

Por eso, el nuevo Plan de Ordenamiento Urbano es una de las mayores fortalezas que cultivó la ciudad posinundación: “La planificación urbana es el eje clave para proyectar la ciudad como resiliente: ahora el crecimiento tiene límites claros, se reconocen los reservorios como zonas que de ninguna manera pueden ser ocupados por viviendas, la urbanización de la costa -que tiene altos riesgos por las crecidas del Paraná- tiene restricciones”, recordó Valsagna.

Responsabilidad de todos

El director de Gestión de Riesgo, Eduardo Aguirre Madariaga, destacó la importancia de que todos los ciudadanos se involucren y conozcan que viven en una ciudad que “va a estar en riesgo siempre”. Por eso, es clave “que los ciudadanos sepan que viven en un ambiente frágil y que va a depender mucho del comportamiento de cada uno para salir lo mejor posible ante un evento”.

Como ejemplo, citó las nuevas normas que se dictaron para mejorar el manejo de los residuos urbanos: “Hay días para sacar la basura seca y húmeda; se dispuso la obligación de colocar cestos en altura, que las veredas tengan cintas verdes y que se comiencen a instalar retardadores pluviales”.

En definitiva, lo que se busca es un cambio de actitud: “Si todos cambiamos nuestras conductas, colaboramos con el mantenimiento de los desagües y el sistema funciona mejor. No se trata sólo de exigir obras y hacerlas; eso soluciona una parte del problema; tenemos que aprender todos a vincularnos de otra manera con el ambiente, conociendo los riesgos y cómo podemos aportar a reducirlos”, explicó.

«Santa Fe siempre va a estar en riesgo. Nosotros, como ciudadanos, podemos minimizarlos en la medida en que tomemos conocimiento y sepamos qué tenemos que hacer y qué no en este territorio tan frágil en el que estamos inmersos”.
Eduardo Aguirre Madariaga
Director de Gestión de Riesgo

“La resiliencia es asumir que la naturaleza va a seguir comportándose de una manera que el hombre no administra, que los ríos Salado y Paraná van a volver a crecer y que, por el cambio climático, se van a seguir registrando lluvias muy intensas en pocos minutos. La resiliencia está en que nosotros aprendamos a prepararnos frente a esa situación y sepamos salir rápidamente y, si pudiésemos, fortalecidos después de una emergencia; que la ciudad no quede con un quiebre social y una ruptura drástica como nos sucedió hace 11 años”, resaltó Valsagna.

Como mensaje final, la secretaria de Comunicación convocó a los vecinos a “aprender a convivir y a respetar esta naturaleza que nos rodea, sin olvidar lo que nos pasó porque no ayuda a nadie. Las tragedias que vivimos no pueden volver a repetirse y todos tenemos que tener presente qué podemos hacer desde nuestro lugar, que siempre será mucho”.

Fuente: El Litoral de Santa Fe