Llullaillaco: homenaje al sueño eterno de los Niños

La comunidad tolareña se reunió para celebrar una jornada de profunda reflexión.

La comunidad tolareña se reunió para celebrar una jornada de profunda reflexión.

 

Como todos los años, los tolareños tuvieron una jornada de profunda reflexión para conmemorar, con sublime respeto, el hallazgo de los sagrados Niños del Llullaillaco, que se produjo en marzo de 1999.

El encuentro de los pobladores del “Corazón de la Puna” dio inicio con las primeras luces del alba en la base del volcán, después de haber recorrido más de 180 kilómetros desde Tolar Grande.

Esta vez, a la ofrenda de los vecinos y autoridades se sumaron dos invitados salteños, que llegaron al sitio venerado con la misma y sincera devoción.

Es el caso de Ernesto Abdo y Carlos Lewis, hermano del montañista Alejandro Lewis quien murió en el ascenso al nevado Sajama, en Bolivia.

El ingeniero Abdo -impulsor del proyecto acuífero en Tolar Grande- llegó para agradecer por el agua que da vida a los pobladores de la Puna; Lewis, para compartir con los tolareños el respeto a la naturaleza y el recuerdo imborrable de su hermano.

Sacrificios: en las ceremonias más importantes de la cultura andina se sacrificaban animales vivos y raramente se exigía la realización de sacrificios humanos como ofrenda a los dioses. Los incas produjeron un rico corpus de folclore y música, del cual sólo perviven algunos fragmentos.

Para la ceremonia, como indica la tradición, todo estuvo preparado el día anterior: se sacrificó un cordero para ofrendar y, como siempre, se dispuso de la coca, el tabaco y bebidas para brindar a la Madre Tierra. La reverencia fue concebida con la consideración que merece quien da la vida, la Pachamama.

El intendente, Sergio Villanueva, puso a disposición vehículos de la Municipalidad y fue uno más entre los miembros de la marcha hacia el cerro sagrado después de dar la bienvenida durante la ceremonia. “Es intención de la comunidad que este ritual tenga continuidad con los años y ya no se detenga”, comentó Marta Reinoso, vecina de Tolar Grande.

A 4.900 msnm, en la base del Llullallaico, se hizo la ofrenda. Con sincronizada puntualidad todos se sumaron al ritual y rindieron el homenaje a los Niños. Cerca de las 18.30 se emprendió el regreso.

Hubo quienes pretendían llegar a la cumbre (6.739 msnm), lo que demanda una exigente y extensa travesía, pero una intensa nevada en el volcán, -que se considera un templo sagrado de las deidades incas-, no permitió la escalada.

En cambio, la jornada en la base y el regreso fue de una calma climática excepcional.

La historia en el debate

Esta jornada habilita actualmente profundas reflexiones y debates en toda la sociedad, como también expresa reivindicaciones de los pueblos originarios.

“Las opiniones sobre la exposición de los Niños -en el Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM)- están divididas. Unos sostienen que debieran regresar al lugar sagrado donde fueron enterrados, otros creen que de esta manera serían profanados con seguridad y se perdería algo importante del conocimiento de una cultura”, sostiene Alejandra Emilia Rodríguez, de la oficina de Turismo de Tolar Grande.

Sin lugar a dudas se puede aseverar que nuestra actual cosmovisión sobre los rituales sagrados donde se ofrecían sacrificios es muy distinta a los de la cultura andina y con seguridad nuestra comprensión puede estar atada a distintas consideraciones, propias de nuestro tiempo. Pero también estos niños, que hace varios siglos cedieron su tierna vida a un propósito divino en el lugar más cercano al Sol, hoy nos sirven de vínculo con la sabiduría milenaria de los pueblos que habitaron el mundo andino.

Los dioses: la religión tuvo un carácter de gran formalidad. El dios supremo de los incas era Viracocha, creador y señor de todas las cosas vivientes. Otras grandes deidades fueron los dioses de la creación y de la vida. Las ceremonias y rituales incas eran numerosos y muy complejos.

La cronología de un hallazgo increíble 

El descubrimiento estuvo precedido de otras expediciones que ya indicaban la presencia de restos de incalculable valor.

La expedición motorizada por el Club Andino Chile fue la que realizó la primera ascensión deportiva al Llullaillaco en 1952 y a su regreso dieron a conocer la existencia de ruinas arqueológicas.

Entre 1953 y 1954 el militar alemán Hans-Ulrich Rudel realiza tres ascensiones con fines deportivos y exploratorios.

Entre 1958 y 1961 el austríaco Matías Rebitsch asciende cuatro veces y realiza las primeras excavaciones.

En 1971 el tucumano Orlando Bravo y el baquiano Celestino Alegre Rojas, quién en años anteriores había descubierto un cementerio en la base del Llullaillaco, realizan exploraciones. Entre 1983 y 1985, el antropólogo norteamericano Johan Reinhard se dedica a estudiar todos los sitios arqueológicos descubiertos en el volcán.

Imperio Inca: la civilización incaica fue la última de las grandes civilizaciones que conservó su estado independiente en la Conquista (1532-1533). Fue absorbiendo nuevas expresiones culturales de los pueblos anexados. Ocupó los actuales territorios del Perú, Argentina, Bolivia, Chile, Colombia y Ecuador.

A Reinhard -en una expedición financiada por la National Geographic Society- se le asigna el hallazgo de los cuerpos de los tres niños excepcionalmente conservados por alrededor de quinientos años, no sin dejar de mencionar la destacada colaboración de la arqueóloga argentina Constanza Ceruti que ya había integrado otras expediciones con el mismo fin. Reinhard había estado años antes en Salta, y recordaba un sitio en la cumbre del volcán Llullaillaco que le había llamado la atención. Luego de otros descubrimientos en América Latina en lugares similares al que posteriormente se hizo el hallazgo de los Niños del volcán, decidió regresar y organizar una expedición. El viernes 26 de febrero de 1999 partió de la ciudad de Salta con un equipo integrado por catorce personas: dos estadounidenses, seis argentinos y seis peruanos. El miércoles 17 de marzo, el peruano Arcadio Mamaní descubrió en el sector sur de la plataforma el enterratorio del Niño y su ajuar. Ese mismo día, más al norte, el salteño Antonio Mercado y el peruano Ruddy Perea localizaron el cuerpo de la Doncella. La Niña del Rayo fue descubierta dos días después por el peruano Orlando Jaen.

Fuente: El Tribuno