Los números que exponen la profunda crisis comercial que atraviesa Rosario

Como nunca antes se lo vio, el centro rosarino ofrece una postal fantasmagórica. La gran mayoría tiene las persianas bajas, el silencio abunda

Como nunca antes se lo vio, el centro rosarino ofrece una postal fantasmagórica. La gran mayoría tiene las persianas bajas, el silencio abunda, el poco movimiento de transeúntes incomoda a un sector que históricamente fue pujante y que soportó todo tipo de embestidas económicas, salvo la más inesperada: la crisis del coronavirus.

Años atrás la crisis de los comercios pasaba por no poder afrontar servicios esenciales como la luz, gas y agua, a causa de los excesivos aumentos. Ahora, con pandemia de por medio, la discusión impositiva parece sofisticada cuando los negocios venden menos de la mitad, con restricción horaria y con protocolos incómodos.

Como nunca antes se lo vio, el centro rosarino ofrece una postal fantasmagórica. La gran mayoría tiene las persianas bajas, el silencio abunda, el poco movimiento de transeúntes incomoda a un sector que históricamente fue pujante y que soportó todo tipo de embestidas económicas, salvo la más inesperada: la crisis del coronavirus.

Más de 300 locales son los que tuvieron que cerrar, según expone un relevamiento realizado por la Asociación Casco Histórico de Rosario. La cifra parece quedarse corta cuando uno contabiliza los titanes que cerraron como, por ejemplo, Johnny B. Good, Queens Boulevard, pizzería Gigante, El Resorte, Bar Blanco, entre tantos otros que siguen generando nostalgia en la sociedad rosarina.

La pandemia del coronavirus llegó para golpear a todos por igual. No distingue rubro gastronómico o textil, ni grandes ni chicos. Todos en la ciudad están atravesando un momento “de vida o muerte” como le graficaron a este medio algunos comerciantes de peatonal Córdoba, una de las más importantes y que hoy parece deshabitada. ¿El futuro? “Incertidumbre total”, afirman.

“Tres o cuatro por día”

Las cervecerías, que supieron ser furor, actualmente están luchando por sobrevivir. “Todos los días cierran entre 3 y 4 locales”, aseguró a El Litoral el responsable de Mercado Pichincha, Reinaldo Bacigalupo. El rubro fue “por escándalo” el que más venía creciendo en los últimos años, pero el Covid-19 no sólo los frenó, sino que “los está tumbando”, añadió.

El boom de las cervecerías fue tan grande que zonas como Avenida Pellegrini y Pichincha se colmaron de bares. Pero no solo hubo aperturas en el centro, sino que la ola cervecera se expandió por todos los barrios de la ciudad. Comercios de todos los tamaños que ofrecían una pinta en cualquier esquina.

En base a estimaciones de Mercado Pichincha, de los negocios contabilizados en la ciudad hasta mitad de año, de 1.200 solamente quedan en pie 900 “aunque ahora pueden ser menos todavía”, agrega Bacigalupo. Es decir, que en el primer trimestre de la cuarentena cerraron un 25%. A su vez, señala que en la zona de Pichincha de los 60 bares que había, ahora quedan solamente 38. “Muchos mutaron a otro rubro y otros intentan aguantar”, puntualizó.

El verdadero impacto que se detecta en el cierre de negocios, tiene que ver con “la cantidad de gente joven que se queda en la calle”, continuó. Es que detrás de cada cervecería que cierra hay mozo/as, bachero/as, cocinero/as, que se quedan sin trabajo. Solamente en el rubro gastronómico “estimamos que la crisis dejó ya más de 12 mil personas en la calle”, expresó Bacigalupo.

A modo de ejemplo, solamente en julio, según el Sindicato Hotelero Gastronómico de Rosario (Uthgra), ocho emprendimientos comunicaron a sus empleados la decisión de no continuar en actividad, incluso algunos ya habían pagado las indemnizaciones pertinentes. Entre ellos se alistan emprendimientos importantes como la cervecería Buho Beer Market (Pellegrini y España) y otros cafés más pequeños como El Granero, de San Martín al 1000, frente al Centro Cultural Fontanarrosa. También bodegones emblemáticos como El Resorte, con más de 70 años en la esquina de Jujuy y Pueyrredón.

Alquileres “impagables”

A las restricciones horarias, los protocolos y la estrepitosa caída del consumo, también hay que sumarle los alquileres de los negocios que son “impagables”, como sugieren muchos comerciantes.

Queens Boulevard, que bajó sus persianas en junio de este año, tenía un gasto fijo de alquiler del espacio monstruoso: 9.500 dólares más IVA mensuales. Cuando se firmó ese contrato, el dólar oficial estaba a 8 pesos y en cinco años pasó a 65 –previo a las restricciones impuestas al dólar por el gobierno nacional-.

El freno de mano absoluto a la economía y al consumo fueron demasiado para que la firma siguiera adelante. Más aun siendo un comercio que nunca tuvo su fuerte en el delivery, además de que en el sector estiman que solo alcanza para cubrir el 15 o 20% de la facturación, confiaron a este medio.

Otro caso, es el de la cooperativa de la parrilla “Lo mejor del centro”. Allí trabajan una decena de familias que cobran unos dos mil pesos por semana y tienen que afrontar un alquiler por el local que ronda los cien mil pesos. Esto obliga a que la situación se convierta en agobiante y asfixiante.

Uno de los comercios más reconocidos de la peatonal San Martín de Rosario, que acaba de cerrar sus puertas, es el bar Gigante. Según expone el diario La Capital, el negocio tenía que afrontar “todos los meses una renta de 450 mil pesos y atenerse a una actualización semestral”.

Con más de dos décadas de historia en la emblemática peatonal, el bar tuvo que cerrar. En total unas 30 personas perdieron sus fuentes de trabajo. El cartel de alquiler, que se mantiene visible, invita a que aparezca algún emprendedor comercial que quiera apostar por uno de los espacios más disfrutados por los rosarinos.

Un número que espanta

Otra de las organizaciones que se encarga de relevar y hacer un seguimiento de la situación de los locales en la ciudad es Concejalía Popular. Según informó a El Litoral su director, Nire Roldán, actualmente estiman que en la ciudad hay 7.600 negocios ociosos producto de la pandemia del coronavirus.

Los paseos comerciales a cielo abierto son los más afectados. Los números que manejan desde la ONG arrojan que en octubre casi un 30% de los dueños de locales tuvieron problemas para el pago del alquiler.

“Meses como abril y mayo fueron los más complicados. Ahora hay un porcentaje menor, pero también hubo recisiones contractuales. También hubo personas que estiraron sus morosidades mediante acuerdos. Se trata de una cifra que se estabilizó en el último tiempo, pero que se mantiene latente y firme. El contexto sigue siendo muy complicado para el sector”, explicó a El Litoral Ariel D´Orazio de la ONG.

Fuente: El Litoral