Madrid asume el poder catalán y Puigdemont huyó a Bruselas
La incertidumbre reinaba ayer en Barcelona. El presidente de cataluña fue querellado por Rajoy acusado de rebelión y sedición.
31/10/2017 EL MUNDOLa incertidumbre reinaba ayer en Barcelona. El presidente de cataluña fue querellado por Rajoy acusado de rebelión y sedición.
El gobierno español tomó las riendas del poder en Cataluña sin hallar resistencia del destituido presidente independentista Carles Puigdemont, que ayer viajó a Bruselas después de recibir una querella por rebelión y sedición.
Ayer fue el primer día laborable desde que el Parlamento de Cataluña declaró la independencia el viernes y el gobierno de Mariano Rajoy adoptó medidas destinadas a controlar la región -que gozaba hasta ahora de una amplia autonomía-, dos acciones sin precedentes en la España moderna.
En un ambiente de gran incertidumbre, todos esperaban ver si Puigdemont se resistiría a abandonar el cargo. Durante horas, decenas de periodistas aguardaron su llegada a la sede del gobierno regional en Barcelona. Pero no apareció.
¿Dónde está Puigdemont? era la pregunta en boca de todos.
“Está en Bruselas”, afirmó una fuente gubernamental española. El diario catalán El Periódico dijo que había ido con algunos de sus consejeros (ministros regionales) a pedir asilo político.
El abogado belga Paul Bekaert, experto en temas de asilo, que en el pasado defendió a presuntos miembros de la organización armada vasca ETA, confirmó que había estado en contacto con Puigdemont, pero no que vaya a solicitar asilo.
“No se ha decidido nada en este plano”, dijo a la cadena de televisión belga VRT.
El domingo, un ministro belga, separatista flamenco, insinuó que el país podría ofrecer asilo al gobierno independentista catalán, aunque el primer ministro Charles Michel lo desmintió después.
Sin poder confirmar esta información, el abogado de Puigdemont Jaume Alonso-Cuevillas afirmó: “A él le pesa mucho que si lo vinieran a detener y lo citan a declarar, pudiera haber protestas y hechos violentos”.
Por su parte, Marta Pascal, portavoz de su partido PDeCAT, recordó que durante la dictadura de Francisco Franco (1939-1975) Cataluña tuvo líderes en el exilio que “seguían siendo presidente del gobierno catalán”.
“Entendemos que Bruselas es un ámbito en el que se puede hacer mucho trabajo, por lo tanto hay una parte del gobierno que está haciendo ese trabajo”, dijo a la televisión pública catalana TV3 Oriol Junqueras, el vicepresidente catalán, que no fue a Bélgica.
Las instituciones europeas indicaron que no hay ningún encuentro previsto con él, y el partido nacionalista N-VA aseguró que no lo había invitado.
Desde el partido de extrema izquierda independentista catalán CUP reclamaron explicaciones.
“El país necesita saber qué hoja de ruta tiene el gobierno (catalán, ndlr), por qué está en Bruselas”, dijo su diputada Mireia Boya.
La noticia sobre el viaje de Puigdemont a Bruselas saltaba minutos después de que el fiscal general del Estado español anunciara una querella contra él y su gobierno por varios delitos -entre ellos “rebelión” y “sedición”- penados con hasta 30 años de cárcel.
Se les acusa de provocar “una crisis institucional que culminó con la declaración unilateral de independencia realizada con total desprecio a nuestra Constitución”, dijo el fiscal general José Manuel Maza.
¿Qué pasará?
¿Una República ya agotada?
El presidente independentista catalán destituido por Madrid, Carles Puigdemont, y su número dos, Oriol Junqueras, parecen no haber acatado su destitución.
Pero este lunes no intentaron regresar a sus antiguos puestos de trabajo, y el primero viajó a Bruselas sin precisar las razones.
El gobierno tomó el control de la policía catalana, los Mossos d’Esquadra, que aceptaron retirar la protección de ciertos miembros del gobierno catalán cesado.
Los miembros del gobierno destituido se exponen a ser imputados por los delitos de rebelión, sedición y malversación de fondos. Muchos de ellos no fueron a trabajar ni sus consejeros.
¿Qué resistencia?
Las asociaciones independentistas, que pueden movilizar cientos de miles de personas, se han mantenido con perfil muy bajo desde hace días, al igual que los “Comités de Defensa de la República”, que surgieron, en muchas ocasiones impulsados por militantes del partido de extrema izquierda CUP, para defender los centros de votación del referéndum de autodeterminación inconstitucional del 1 de octubre.
“La resistencia, si la hay, tiene que ser pasiva y ‘low cost’”, estima de su lado el politólogo Pablo Simón, considerando que los 200.000 funcionarios catalanes no tomarán el riesgo de sufrir sanciones.
Elecciones, golpe maestro de Rajoy
Hasta sus adversarios lo admiten: el hecho de convocar elecciones rápidamente ha sido una movida “inteligente” de parte de Mariano Rajoy.
Para evitar hundirse en el “Vietnam” que prometieron los independentistas radicales. juega la carta de la democracia, ante la posibilidad de que la puesta bajo tutela de Cataluña traiga recuerdos de la dictadura de Francisco Franco (1939-1975), uniendo a los independentistas en su contra.
Le impone sus tiempos a los diferentes partidos independentistas, que van de la derecha a la extrema izquierda, y que tras bastidores mantienen enfrentamientos desde hace meses.
Las formaciones están en una encrucijada: o continuar la huida hacia adelante y excluirse de las elecciones del 21 de diciembre, o tomar parte en ellas y aceptar medirse en las urnas en unos comicios organizados por el Estado.
El partido conservador de Puigdemont, el PDeCAT, ya anunció este lunes que participará en las elecciones, el principal partido separatista Izquierda Republicana de Cataluña (ERC) apuntó en la misma dirección y la CUP tampoco cerró la puerta.
La jugada de Rajoy “ha sido muy buena”, estima la politóloga Sandra León, de la Universidad de York en Reino Unido.
“El movimiento está sin norte” y si los independentistas no se presentan en coalición, algo probable, entrarán en una “lógica de competición” y “va a ser inevitable que se verbalicen diferencias entre unos y otros”.
¿Y cómo quedan los catalanes?
“Queda una división que se ha polarizado”, dice. “Va a requerir mucho diálogo […] Se había convertido en un enfrentamiento entre Madrid y Barcelona, pero […] nos habíamos olvidado de que hay un desacuerdo interno en Cataluña”, agrega León.