Mendoza: La primera «cacica» que lidera a los huarpes de Lagunas del Rosario cuenta su vida
Érica Nievas es la omta (líder) de una emblemática comunidad del secano mendocino. Llegar ahí no fue fácil: hasta hace poco, las mujeres ni siquiera podían participar de las asambleas
19/01/2022 MUNICIPIOSÉrica Nievas es la omta (líder) de una emblemática comunidad del secano mendocino. Llegar ahí no fue fácil: hasta hace poco, las mujeres ni siquiera podían participar de las asambleas
Uno de los requisitos fundamentales para entender cualquier historia -y sobre todo, las reales- es saber en qué punto comenzarla. En el caso de Érica Nievas, la líder u «omta» de la comunidad huarpe de Lagunas del Rosario, eso implica un dilema. Porque, ¿por dónde iniciar la historia de una mujer originaria? ¿Hace cinco siglos? ¿O hace treinta y cinco años, que fue cuando nació ella?
A lo mejor conviene que esa decisión la tome la propia Érica. Y empieza, de hecho, con unas vías de tren que atravesaban jarillas y dunas hasta llegar a un edificio que todavía no se cae: la hoy abandonada estación Resurrección, a 4 kilómetros de la capilla que persiste en el mismo lugar desde 1753.
“Cuando yo era chica, vivíamos en unas casillas del ferrocarril en las que funcionaba un destacamento policial. Ahí estaba el único policía de la zona, que era Eudez Nievas, mi papá. Mi abuelo también había sido el único policía de ahí”, recapitula la entrevistada.
En los noventa, el tren no pasó más y el andén de Resurrección se transformó un sitio solitario. Más aún cuando don Eudez y su familia se mudaron para el pueblo de Lagunas, dejando tras de sí a la estación y sus silencios.
“Creo que mi padre tenía el único vehículo del pueblo, un Vaqueano azul. Entonces la gente nos conocía porque siempre que había algún enfermo o alguien tenía que hacer un trámite, allá iba mi viejo. Otras veces, cuando no había camino, hacía viajes de 30 o 40 kilómetros a caballo”, asegura.
—¿A caballo? ¿Pero por qué hacía tantos viajes?
—Muchas veces le tocaba a él pagar las jubilaciones, entonces se iba a la casa de los puesteros. Todavía hoy me encuentro con gente grande que se acuerda de sus recorridas.
Don Eudez salía a caballo o en el Vaqueano, pero siempre volvía. Lo que no volvió fue la locomotora y sus vagones. Actualmente, las comunidades del secano esperan que avance el Tren de las Arenas, un proyecto que tiene como objetivo reactivar la línea para el turismo y las cargas. Tal vez algún día la estación Resurrección haga honor a su nombre y vuelva a la vida.
Huarpes en la calle Arístides
Pero si remonta los recuerdos todavía más atrás, Érica se encuentra con sus ancestros. Algunos venían de las inmediaciones del Río San Juan, “cerca del puente del ferrocarril”, especifica ella. “El abuelo de mi mamá era flaco y muy alto. Con la cara larga y los rasgos bien huarpes”, cuenta.
-¿Ya entonces se reconocían como huarpes?
-Por supuesto. En mi familia nunca se negó esa identidad. Ni siquiera se hablaba como algo que tuvieras que aceptar. Éramos huarpes y punto. Entre los 15 y los 17 años eso se fortaleció, porque es la etapa en la que una se pregunta qué hace acá, para qué está en el mundo.
-En algunos ambientes académicos se suele cuestionar la existencia de los huarpes. Hay investigadores que dicen que los habitantes del secano no son genéticamente herederos del pueblo que habitaba esa zona ¿Cómo te caen esos planteos?
-Mal, porque nosotros no vamos por la vida cuestionando si el que me habla es español o cordobés, ni por qué se llama como se llama. Nosotros tenemos la libertad de autodeterminarnos. Vos no me podés decir a mí que me gusta el café porque a vos se te ocurra que me guste el café. Ni siquiera la máxima autoridad del mundo podría prohibirnos sentir lo que sentimos. Por eso ser huarpe tiene que ver con una decisión de libertad.
-Seguramente también hay algunos oportunistas que intentan hacerse pasar por huarpes para obtener beneficios…
-Obvio que hay intereses, y los detectamos enseguida. Quien te reconoce como parte de la comunidad, en todo caso, es la comunidad misma. Nadie más. Nadie puede cuestionar que te sientas de una manera u otra. Eso sí: los que te van a aceptar o no están en el propio territorio. Y en el caso de Lagunas las raíces familiares son importantes. Acá sos el hijo de Doña Jacinta. Y alguien viene y te dice «¡pero claro que sos bienvenido, si sos el hijo de Doña Jacinta!».
-El año pasado, el gobernador Rodolfo Suarez dijo que un día los pueblos originarios podían reclamar la calle Arístides Villanueva. Lo decía cuando el conflicto en el sur, con los reclamos mapuche, estaba en un punto crítico…
-Yo creo que lo que pasa con el pueblo mapuche es que al ubicarse en un lugar con tantos recursos naturales, ha estado -como nosotros- muy expuesto a la ambición. Y tal como están las cosas, quien se revele ante las ventas de tierras que se han hecho por ambición queda expuesto. Es más: si los huarpes exigiéramos lo que nos corresponde, tendríamos que reclamar la capital de Mendoza. Muchos de nuestros ancestros vivieron ahí.
-Vas a preocupar a más de uno.
-Es que por eso empiezan a decir que no somos huarpes porque ya no pescamos -y claro, si nos sacaron el agua-, o porque no andamos con arco y flechas. En el fondo lo hacen para consolarse, para no sentirse culpables de haber empobrecido a la gente que hoy habita el secano. Les resulta más a mano hablar de ADN que asumir la responsabilidad humana por lo que se hizo con los huarpes.
-¿Y por qué seguís en contacto con Lagunas en vez de optar por la ciudad?
-Porque tengo ganas de seguir conectada con este paisaje. Aunque me fuera, yo siempre sentía que era este mi lugar. Iban a la escuela y nos daban charlas sobre le época precolombina…nos hacían armar maquetas sobre los pueblos originarios. Y yo recuerdo que armaba mis maquetas y pensaba: «esto es como las casas nuestras, no es algo del pasado».
El peronismo, la pandemia y los proyectos
Érica empezó la secundaria en Lagunas pero la terminó en Guaymallén. «Después de eso volvía a la comunidad y participaba de las reuniones. La primera, me acuerdo, fue sobre agricultura familiar. Luego me metí en un espacio de jóvenes originarios y fui conociendo más de qué se trataba».
Estudió administración de empresas. Y en 2012, la joven ganó las elecciones para representar a los huarpes mendocinos en el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas. «Así llegué a la mesa chica nacional, que es la que se reúne con autoridades provinciales y nacionales. Fue un crecimiento muy grande», rememora ella.
Era un cambio, porque en su comunidad no era común que las mujeres ocuparan esos cargos. De hecho, hasta tiempos relativamente recientes no podían hablar en las discusiones colectivas.
Y así fue que en 2019 Érica fue a una asamblea en Lagunas y -para su sorpresa- la eligieron omta, es decir líder entre las 230 familias huarpes que habitan allí. «Para entonces yo llevaba bastante tiempo inactiva políticamente, e incluso vivía en el centro de Lavalle. Pero confiaron en mí para los siguientes cuatro años y acá estamos», sonríe.
Lejos de lo que podría pensarse, la pandemia fue una etapa vertiginosa en el secano. «Nunca dejé de trabajar durante estos años del coronavirus. Me tocó ayudar mucho con todo lo que es ANSES, la tramitación de becas y los proyectos productivos», dice la referente.
-Sos peronista ¿Por qué?
-En la habitación de mis abuelos estaban las fotos de Eva y de Perón. Y en los momentos en los que me ha tocado estar, acompañar o tratar de organizar -no solo con los huarpes- siempre ha aparecido el kirchnerismo o el peronismo. Personalmente, creo que Perón podría haber hecho más por los pueblos originarios. Pero la Ley 23302 se sancionó durante el gobierno de Néstor, y ahí yo noté un crecimiento de la política indígena.
-¿Y después?
-Al morir Néstor, La Cámpora avanzó en un montón de ámbitos y todo se nos volvió mucho más lento.
Érica trabaja en la dirección Secano, Ganadería y Zoonosis de la municipalidad de Lavalle. Desde ese rol ayuda a coordinar proyectos para Lagunas. Apunta que la comunidad consiguió, por ejemplo, un aporte de 300.000 pesos del programa Argentina Construye para remodelar el salón comunitario.
«También nos integramos al Proyecto de inclusión socio-económica en áreas rurales (PISEAR), para que podamos construir cisternas y pozos para 68 familias con 40 millones de pesos», sigue la entrevistada.
A eso se le agrega -según Nievas- un plan de protección de bosques nativos por 2 millones y otro de turismo con desarrollo sustentable que podría recibir otros 15 millones. «En esa última línea ya hemos aprobado tres instancias. Empezamos siendo más de 100 participantes a nivel nacional y ahora quedamos 50», puntualiza.
«Y otra cosa muy importante es que logramos resolver una deuda que nos estaba cobrando la Administración Tributaria de Mendoza (ATM). Una deuda que nunca debió existir, porque nos cobraban impuesto inmobiliario a pesar de que estamos en tierras ancestrales. Por suerte lo pudimos solucionar con ayuda de una legisladora, Carina Segovia, que presentó un proyecto de ley».
-Última: ¿cómo te definirías?
-Soy la mujer reconocida como líder en la comunidad de Lagunas del Rosario y la más Joven autoridad comunitaria huarpe de la provincia.