Mendoza: «No hay posibilidad de desarrollar una clase media si hay trabajo esclavo»
El economista Javier Elizondo analizó la crisis de la clase media en Mendoza y advirtió sobre la falta de innovación, la precarización laboral y la necesidad urgente de una planificación estratégica que articule al sector público y privado.
19/05/2025 MUNICIPIOSEl economista Javier Elizondo analizó la crisis de la clase media en Mendoza y advirtió sobre la falta de innovación, la precarización laboral y la necesidad urgente de una planificación estratégica que articule al sector público y privado.
El economista y analista social Javier Elizondo trazó un duro diagnóstico sobre la situación económica de Mendoza y el impacto que tiene en la clase media. En diálogo con Aconcagua Radio, advirtió sobre la falta de innovación productiva, la crisis estructural del empleo y la necesidad de un cambio estratégico que comprometa tanto al sector público como al privado.
Consultado sobre si la clase media atraviesa una crisis prolongada o si ya se ha naturalizado una nueva normalidad de precarización, Elizondo sostuvo que «hace varios años que evidentemente la Argentina no logra estabilizarse ni macroeconómica ni microeconómicamente», lo cual impide a gran parte de la población sentirse satisfecha con sus condiciones de vida.
En el caso de Mendoza, explicó que la situación se agrava por «la dificultad de no haber desarrollado en las últimas dos décadas sectores económicos innovadores o novedosos». Según indicó, mientras en otros lugares del mundo la clase media reacciona impulsando el consumo y el acceso a mejores empleos, en Mendoza «seguimos con una matriz que todavía depende mucho del comercio, de la parte agrícola e incluso del Estado».
Uno de los datos más preocupantes que remarcó fue el retroceso de la industria petrolera: «Si uno ve las estadísticas de Mendoza de los últimos 10 años, el petróleo, que era la principal actividad económica, ha pasado al cuarto o quinto lugar». En cambio, el Estado se convirtió en uno de los principales motores de la economía local, situación que calificó de insostenible: «El Estado no puede estar simultáneamente cobrando impuestos y generando empleo».
Elizondo también fue categórico al señalar que «no hay posibilidad de que se desarrolle una clase media si todavía existe trabajo esclavo en la provincia», en referencia a las condiciones laborales precarias que se registran incluso en actividades tradicionales como la cosecha agrícola.
Respecto de la posibilidad de revertir este escenario, el economista fue cauto. Aunque destacó que «hoy la economía del conocimiento ofrece alternativas para achicar la brecha», advirtió que sin una planificación estratégica que defina hacia qué sectores se orientará la provincia —como energía, minería o vitivinicultura—, será difícil avanzar. «La verdad es que no se sabe cuál es la principal actividad económica de Mendoza», cuestionó.
Además, criticó la falta de organización en el crecimiento urbano: «Se construye un asfalto en un barrio, al año se rompe para instalar gas o agua, y luego se vuelve a romper para otra obra. Estamos gastando recursos desinteligentemente».
Sobre la inequidad en la distribución del ingreso, Elizondo puntualizó que Mendoza está «muy atrás en empleo privado y también en empleo público respecto a otras provincias», lo que impacta negativamente en la calidad de vida de los distintos sectores sociales.
Consultado acerca de por qué, pese a la caída de ingresos, muchos mendocinos siguen autopercibiéndose como clase media, Elizondo explicó que se trata de un fenómeno cultural: «La clase media es aspiracional. Es un lugar de pertenencia más amplio donde en algún momento daba hasta vergüenza tener un auto muy caro o una casa ostentosa». Según remarcó, «ese sentido de pertenencia fue sostenido históricamente por el sistema educativo», aunque hoy factores como la desinversión en educación pública y los cambios en los patrones de consumo tienden a erosionarlo.
Finalmente, Elizondo subrayó que la recuperación del desarrollo económico no depende solo de la política, sino también del compromiso del sector privado y de una visión compartida a largo plazo: «No es solamente una cuestión de la política, es una cuestión del sector público y privado de ofrecer mejores alternativas». En ese sentido, insistió en que Mendoza debe definir claramente sus prioridades productivas para optimizar el uso de sus recursos, como el agua, y así propiciar empleos de mejor calidad que permitan mejorar el nivel de vida de la población.