Mendoza se encoge: cómo crece la pobreza productiva y qué piensan hacer
Todos los indicadores productivos de Mendoza son negativos desde hace décadas y se siente en todos los planos. Cuál es la nueva apuesta del Gobierno que va camino a 12 años en el poder.
15/03/2024 MUNICIPIOSTodos los indicadores productivos de Mendoza son negativos desde hace décadas y se siente en todos los planos. Cuál es la nueva apuesta del Gobierno que va camino a 12 años en el poder.
“Qué linda que es Mendoza”, repetía el CEO de una empresa petrolera con su copa de vino en la mano durante la Vendimia. “Qué lástima que no estamos acá”, repetía. Estaba de paso, es turista; como casi todos. Justamente además de ser una de las actividades económicas más importantes, el turismo también se transformó en una metáfora de la realidad mendocina: es una provincia de paso, una postal y, también, un lugar para vivir experiencias de corto plazo. Pero Mendoza pierde; inversiones y también bienestar para los mendocinos. Mendoza es “cada vez más chiquita”, su economía se encoge, hay menos oportunidades.
Al tener un sector privado con herencia dinámica, uno de los indicadores que marca el nivel de protagonismo de la economía y las oportunidades locales son las exportaciones. Mendoza perdió relevancia y se desinfla: pasó de representar el 4% de las exportaciones nacionales, al 2 por ciento en 2023. Solo el año pasado la caída fue del 18%. No se incluye allí una actividad que tiene un impacto similar al de las exportaciones, que es el ingreso de turistas extranjeros que traen dólares al país. La retracción de la Provincia no es un hecho aislado, pues en gran parte tiene que ver con el cerrojo internacional, la baja demanda de su producción y un contexto negativo. El trasfondo es la falta de mitigación y de adaptación a ese escenario.
La economía local volvió a caer el año pasado y en 2024 las perspectivas son negativas. Nuevamente; Mendoza se encoge, se empobrece. Y ocurrirá en un momento de mayor demanda de servicios y un cerrojo nacional sin precedentes. Javier Milei aplica una política de transferencia total de responsabilidades, sin recursos y con tensión política hacia las provincias. Hay menos riqueza, para más demanda.
Como lo indica el informe anual presentado por el IERAL la semana pasada, Mendoza cayó más que la Nación y es más vulnerable. Incluso desde ese instituto, de corte liberal, cuestionan la propia competitividad del sector privado mendocino, asegurando que ha perdido competitividad. “El estancamiento de las exportaciones de Mendoza responde más a un fenómeno estructural que coyuntural. La baja productividad laboral aparece nuevamente como un factor muy relevante como así también la necesidad de reconvertir gran parte de los sectores transables de la provincia para que puedan competir en los mercados internacionales. En los últimos 30 años, Mendoza ha exportado en promedio solamente un 30% de su sector transable, mientras que Argentina ha sido el 53%. La calidad de muchos productos mendocinos que no han estado a la altura de los requerimientos de los mercados externos”, advirtieron desde el IERAL.
El empobrecimiento productivo, económico y social es creciente. Los salarios cayeron en todo el país, pero en Mendoza un poco más. La calidad del empleo se deterioró, y en la Provincia también de manera más profunda, llegando al 80% de precariedad en algunos sectores.
La apuesta de Cornejo
El Gobierno va camino a completar un proceso de 12 años que, además, aspira a que sea mayor. Pero incluso hay actores, como el propio Alfredo Cornejo, que han sido testigos de ese deterioro durante más tiempo porque también fueron parte de otras gestiones en el Ejecutivo. Incluso de algunos momentos clave, como la bonanza económica vivida entre 2003 y 2007.
Cornejo traslada gran parte de la presión sobre la situación hacia la Nación, pues la economía tóxica es el principal factor de las malas condiciones. Pero el argumento se oxida, al igual que la idea de esquivar la comparación con provincias vecinas como Neuquén y San Juan, que tienen matrices productivas “monocultivo”. Esa respuesta evita poner el foco sobre la fragilidad de Mendoza y la enorme pérdida de la autoestima productiva: la mayoría de las historias se cuentan en pasado; desde IMPSA, a las grandes constructoras; desde las proezas productivas (como el Plan Vitivinícola), hasta la antigua y ya obsoleta forma de gestionar el agua. Sin embargo, la “memoria productiva” de Mendoza está latente. “Mendoza tiene una base productiva enorme. Si saben reactivarla, van a crecer”, explicaba un funcionario sanjuanino en la feria minera de Canadá.
Alfredo Cornejo también busca centrarse en lo que es especialista: mejorar la matriz administrativa y política. Lo que él llama “mejorar las condiciones” en lo que le toca. Por eso para impulsar la minería en la provincia, empezó por tratar de emprolijar el enredo que tiene la Provincia en materia de registro, control y seguimiento de las minas que se declaran con un nuevo código de procedimiento minero. La maniobra más “novedosa” es la creación de un distrito “minería friendly”, para agilizar administrativamente lo que la política podría frenarle.
En el fondo la intención es promocionar la exploración, una de las faces iniciarles de la minería y que en el fondo le dan más sustentabilidad porque son de bajo impacto ambiental y de largo aliento en el tiempo. Si el distrito minero de Malargüe fuera un departamento, sería el tercero más grande de la provincia: 20 mil kilómetros cuadrados. Claro, las propiedades mineras no tienen que ver con la posesión de la tierra, pero la comparación sirve. Igual, la real zona de interés abarca algo menos de 300 km2, donde hay cerca de 220 propiedades mineras con valor potencial fuerte. Cornejo busca agrupar esos proyectos para que tengan Manifestaciones de Impacto Ambiental conjuntas y una sola Declaración de Impacto Ambiental. Es decir que pasen una sola vez y en grupo por la Legislatura; un desafío a la ley 5961 y al decreto 820. Para el Gobierno el principal problema de la ley 7722 no es la prohibición del uso de sustancias, sino la exigencia del aval político a cada proceso. Adhieren al “fallo Adaro”; que en la sentencia por la constitucionalidad de esa norma se manifestó en contra de la necesidad de ratificación legislativa. Si Cornejo tuviera que modificar algo en la ley sería eso.
No es la primera vez que el Gobernador avanza reinterpretando normas para promover actividades. En su primera gestión hizo lo propio con el impulso del fracking. En la primera prueba polito para explorar Vaca Muerta, Cornejo autorizó la práctica con un aviso de proyecto y, tras avanzar, se redactó una reglamentación específica. La maniobra fue exitosa desde lo administrativo y lo político; también desde lo ambiental. Pero no desde lo empresarial: la empresa El Trébol consiguió la concesión, pero luego la abandonó por falta de resultados. En la industria petrolera Mendoza está en alerta. YPF acelera en su plan para despojarse de 14 áreas. La intención es que sean traspasadas a empresas más chicas, en procesos complejos y con ecuaciones distintas a las del “monstruo estatal”.
El nuevo camino con la minería es similar, pero tiene una complejidad mayor. Los tiempos de los procesos y las inversiones mineras son mucho más extensos que en el petróleo. El riesgo también es mayor y Mendoza no tiene experiencia. Además de modificar el código de procedimientos, Cornejo ejecutó cambios políticos: aunque Mendoza tiene controles internos cruzados para la minería (las declaraciones de impacto deben estar avaladas por dos organismos), se concentró todo en las mismas manos. Jimena Latorre tiene a su cargo Minería y Protección Ambiental, el real «contralor» de la actividad. Es decir, los promotores y los controladores en la misma oficina. De hecho el área fue mudada desde el Parque a Casa de Gobierno.
En Canadá el Gobernador logró buenas alianzas. Una de ellas es la firmada tácitamente con Marcelo Orrego, de San Juan, que puede ser un buen embajador. Fue él quien, por ejemplo, invitó a la mesa del cobre al mandatario mendocino. La intención es al menos cambiar el concepto que hay sobre Mendoza en el mundo, pues la Provincia está fuera del radar de las grandes inversiones mineras. El ejemplo claro es que los proyectos reactivados y por reactivar tienen al Estado inyectando anabólicos. La ley 7722 fue sancionada en 2007, pero las restricciones a la minería son precedentes y tienen actores de peso en varios planos. En 2005, por ejemplo, se amplió la reserva Laguna del Diamante como respuesta a los inicios de la exploración minera en la cordillera, a la altura de San Carlos. En la misma época también se potenciaron los conflictos entre los dueños de propiedades mineras en Paramillos y los dueños de la tierra en el lugar, Danone. Por eso la intención de concentrar todo en Malargüe, al menos por ahora.
En el horizonte hay un desafío político enorme para el Gobernador y tendrá que ver con la influencia que tenga. Milei promociona la explotación de recursos naturales, incluso sin mediar controles. Es negacionista del cambio climático y no tiene moderación. En ese plan, el Presidente impulsa la promoción de grandes inversiones, una medida celebrada. Para Mendoza puede tener matices buenos y malos. Primero, por la competencia por el uso de los recursos y la superposición de intereses. Segundo, porque por la escala que pueda tener esa promoción de inversiones y si la provincia puede ser destino de ellas. Ya ocurrió con el impulso a la actividad petrolera, donde todos los beneficios fueron a parar a Vaca Muerta y Mendoza fue testigo.