Misiones: El Solar del Che, una reserva natural y cultural que protege y atesora una gran historia

Ubicado en el municipio de Caraguatay, la reserva cuenta con 18 hectáreas y desde sus miradores se puede apreciar el majestuoso río Paraná, la isla Caraguatay y la costa del Paraguay.

Ubicado en el municipio de Caraguatay, la reserva cuenta con 18 hectáreas y desde sus miradores se puede apreciar el majestuoso río Paraná, la isla Caraguatay y la costa del Paraguay. Resguarda la historia de tiempos del mensú y de la presencia de familias acaudaladas llegadas a estas tierras con planes ambiciosos, llamadas por el Oro Verde. El parque conserva un museo cultural con el paso del Che y sus padres por Misiones, eje de la protección del área natural

La Reserva Natural y Cultural El Solar del Che Guevara es uno de esos lugares de Misiones donde hay una mezcla de historia y naturaleza que hay que conocer sí o sí. Es un área protegida cargada de mística, rodeada de un entorno único.

Recorrer sus tres senderos, visitar el museo emplazado en el predio y reconstruir los primeros años de un personaje que trascendió las fronteras de Latinoamérica para convertirse en un ícono mundial es una aventura inolvidable.

Ubicado en el municipio de Caraguatay, la reserva cuenta con 18 hectáreas y desde sus miradores se puede apreciar el majestuoso río Paraná, la isla Caraguatay y la costa del Paraguay.

Diego Cabral es un guardaparque que ha invertido horas de su vida en conocer cada detalle de ese mágico predio, que en el siglo pasado supo ver yerbales, producción ganadera y extracción de madera. Tiempos del mensú y de la presencia de familias acaudaladas llegadas a estas tierras con planes ambiciosos, llamadas por el Oro Verde.

“Esta reserva recibe a muchos aventureros. Gente que, por ejemplo, imita el viaje que el Che hizo en bicicleta por 12 provincias argentinas, lo que fue la previa del recorrido en moto que luego hizo en motocicleta. O visitantes llegados de distintos países que quieren conocer cada lugar relacionado con la vida del Che. Y después de la pandemia, es notable la cantidad de misioneros que empezaron a acercarse”, contó.

En el lugar quedan los restos de la casa de los Guevara y lo que fue un ingenioso sistema de provisión de agua a través de una bomba de ariete, abastecida por el arroyo Salamanca, que tiene una caída de 30 metros y embellece la reserva con un magnífico salto.

Ernesto Guevara Lynch junto a su esposa Celia de la Serna, pescando en el río Paraná de fondo la Isla Caraguatay, pasatiempo en su estadía por colonia Caraguatay.

“Lo que se sabe es que Ernesto Guevera Lynch y su esposa Celia De la Serna llegaron a Misiones en 1927, procedentes de San Isidro, provincia de Buenos Aires. En teoría tentados por las potencialidades productivas de la región. Sin embargo, se cree que fue para aplacar el escándalo que hubiera ocasionado en la clase social aristocrática a la que ambos pertenecían el incipiente embarazo de ella. Por los datos que se manejan e incluso por la información aportada por tres hijos del Che que visitaron la provincia, el matrimonio estuvo en Caraguatay hasta 1932”, añadió Cabral.

Apenas 100 metros separan el solar del río Paraná. La reserva alberga agutíes, ardillas, venados y pecaríes. Con paciencia y prudencia, los visitantes pueden verlos en su transitar por el monte. “Es un área ideal para el avistaje de aves. Hace un tiempo biólogos del CONICET visitaron el predio y en apenas 88 minutos avistaron 54 especies de pájaros, entre ellos el tucán chico y el carpintero dorado/verdoso”, detalló el guardaparque.

Uno de los senderos del solar conduce a los restos de la casa de los Guevara. “Cuando llegó la hora de que el niño naciera, el matrimonio buscó un lugar donde tuvieran las condiciones necesarias para el parto. Finalmente, el Che nació en Rosario.

Al poco tiempo, los tres regresaron a Misiones, donde tenían su producción de yerba y madera, además de ganado. En nuestra provincia pasó sus primeros cuatro años. Después, la familia dejó la provincia”, apuntó Cabral, quien en 2003 empezó a interesarse en la historia del lugar.

“Empecé como estudiante y luego como guardaparque. Sacando los pocos años en los que tuve que trabajar en parques como el del Moconá o Cruce Caballero, siempre estuve ligado al Solar”, comentó este hombre oriundo de Montecarlo, que con otros colegas ha trabajado en el rescate de valiosa información histórica, luego volcada a los visitantes.

“Hemos vivido muchas situaciones inolvidables en la reserva. Desde la visita de personas de todo el mundo, como los propios hijos del Che, hasta experiencias que nos han marcado, como la aparición repentina de Graciela, la primera maestra de la localidad, cuyo esposo fue administrador de los yerbales de los Guevara. Fue de esas cosas que uno no olvida. Llegó un día en taxi y nadie sabía quién era. Finalmente cuando se supo, nos aportó información realmente importante. De hecho, envió fotos inéditas, con un manuscrito en el que explicaba cada imagen”, destacó.

Los otros dos senderos de la reserva conducen uno al río y el otro a una cañafístula de cuatro metros de diámetro y más de 20 metros de altura, un verdadero gigante de la selva.
“Las tierras de los Guevara abarcaban 200 hectáreas en total. En 1997, año en que descubrieron los restos del Che en Bolivia, la Legislatura misionera expropió esta porción del predio y la reserva empezó a tomar forma”, ilustró Cabral.

La historia del Che y sus padres en su paso por Misiones es el eje del museo que funciona en el predio. “Ahora, con apoyo de Nación, están proyectadas obras de puesta en valor de los restos de la casa”, agregó el guardaparque.

El Solar del Che invita a recorrer esa porción de la historia de una figura mundial que aprendió a caminar en Misiones y luego se transformó en leyenda.

Fuente: argentinaforestal.com