Moconá, la tierra de los saltos sorprendentes

Misiones es mucho más que Iguazú y sus cataratas, pero su vida y su oferta turística siempre está relacionada al agua, a la selva, a la tierra rojiza y a su gente amable. Un recorrido por la otra maravilla misionera.

Misiones es mucho más que Iguazú y sus cataratas, pero su vida y su oferta turística siempre está relacionada al agua, a la selva, a la tierra rojiza y a su gente amable. Un recorrido por la otra maravilla misionera.

Al “otro lado» de Misiones, sobre el río Uruguay, se puede visitar, disfrutar y conocer el Parque Moconá (“el que todo lo traga”, en guaraní). En medio de la selva, un parque prolijo, pequeño pero frondoso, se levanta al final de la Ruta Provincial 2, que hace apenas 10 años sacó del catálogo de la “aventura» un lugar único en el mundo.

Una fractura en la tierra, vertical al curso del caudaloso río, hace que por casi dos kilómetros el agua “salte» magnífica, para seguir su cauce. Allí, el Uruguay tiene entre 80 y 140 metros de profundidad, y de acuerdo a las lluvias, los saltos pueden estar cubiertos o llegar a los 15 metros de altura.

Como todo en Misiones, depende de las lluvias y del clima. La altura de los saltos, la navegabilidad del río, la apertura del parque mismo. Para llegar, hay que cruzar un vado sobre el arroyo Yabotí Guazú, que con lluvia intensa es intransitable, o luego de cruzar puede volverse imposible el regreso. Antes de ir, es importante chequear en la web del parque –www.saltosdelmocona.tur.ar– si está abierto o no.

El ingreso cuesta 150 pesos para los argentinos. Hay que mostrar DNI, llevar tapabocas y se toma la temperatura a cada integrante del vehículo. Una vez adentro, se estaciona y hay que caminar hasta un centro de interpretación en el que los guardaparques reciben y explican a los visitantes las actividades posibles. ¿La vedette? El paseo en lanchas rápidas por el cauce del Uruguay recorriendo los saltos.

En el mismo centro se compran los tickets, que cuestan $1.400 por persona para extranjeros, $900 para argentinos y $690 para misioneros. Desde allí, parten tres senderos por la selva, que son parte de las atracciones. El ascenso a las lanchas es por orden de llegada, por lo que conviene no llegar muy tarde: los fines de semana hay buena cantidad de gente.

Antes de embarcar, la gente de la cooperativa Turismo Moconá, encargada de los paseos, explica didáctica y sintéticamente qué se va a recorrer, para comprender el porqué de la formación y su singularidad. Después, se procede a un área próxima al embarcadero, junto al río, en el que colocan los chalecos salvavidas, sanitizan las manos y se espera por la siguiente lancha de hasta 10 pasajeros.

El paseo es espectacular. El río potente se hace sentir a cada centímetro y el recorrido de ida y vuelta por unos 1.200 metros de caídas de agua imponente no tiene desperdicio. Los lancheros, muy hábiles en su trabajo, llegan al borde mismo de las caídas de agua y suman vértigo a la experiencia (siempre seguros).

Una curiosidad; los saltos se encuentran en la parte más “angosta» del Uruguay, y mientras uno cabalga sobre corrientes y olas, a 50 metros hay quienes caminan sobre la costa del río como si fuera un manso curso: frente al Parque Moconá se encuentra el parque del lado brasilero, que sólo tiene vistas de los saltos argentinos.

Mucho más

En esta tierra misionera donde el agua es porotagonista, hay mucho para ver y recorrer. Los saltos se suceden, escondidos en la selva. Algunos más conocidos, otros más imponentes: por citar dos cercanos al parque y de fácil acceso, están el Salto Yerbas, a 30 kilómetros de El Soberbio, rumbo al parque Moconá y descendiendo por un camino de tierra 10 metros antes del puente sobre el arroyo Paraíso.

Es una caída de agua de unos 5 metros hacia una laguna pequeña, lugar perfecto para relajarse, meterse a la laguna o aventurarse a la parte alta del salto.

El segundo es más “popular»: Salto Paraíso. Siguiendo por la ruta 2, sobre el lado izquierdo se abre un camino de tierra que lleva por una propiedad privada ($100) y a través de un sendero de 1.500 metros hacia los saltos del arroyo Paraíso, no muy altos pero aptos para pasar el rato.

El Soberbio

La puerta de entrada natural a esta parte de Misiones es El Soberbio, pueblo recostado sobre el río Uruguay, a 69 kilómetros del parque. Aquí se pueden encontrar todos los servicios y el confort necesarios.

Hay restaurantes (nada pretenciosos, pero de buena calidad), supermercados, proveedurías y todas las opciones necesarias en un ambiente muy pueblerino, donde se mezclan las lenguas y la influencia brasilera que hace olvidar de qué lado del río se encuentra uno.

Si bien hay muchas opciones de alojamiento y la mayoría tiene restaurante, es interesante salir. La recomendación es pasar por el restaurante Lournes en la avenida principal, donde además de exquisitas comidas caseras se puede podrán conversar con Carlos, guía turístico ahora gastronómico que dará toda la info necesario mientras cuenta las historias del pueblo.

Un lugar destacado para alojarse es El Soberbio Lodge, ubicado cerca del pueblo y entrando 700 metros desde la ruta 2, en medio de campos de citronela y entre la selva, balconeando al río.

Este hotel boutique ofrece grandes vistas y ambientes amplios y destacados. Ofrece tranquilidad, noches estrelladas, confort en un lugar clave desde donde conocer Moconá y esta parte de Misiones.

Fuente: Voy