«Mujer perseverante»: los pasos de un emprendimiento ancestral con perspectiva de género

Rosario Quispe es una mujer de la Puna que conformó una asociación de mujeres tejedoras que da sostén a las comunidades aborígenes del norte argentino, cuya vida retrata Soledad San Julián en "Mujer Perserverante"

«La idea surge un poco de la admiración que despertaron estas mujeres en mí hace más de 10 años y la necesidad de contar su historia desconocida o ignorada muchas veces a nivel regional pero muy reconocidas a nivel internacional», dijo la directora a Télam sobre Quispe.

Rosario Quispe es una mujer de la Puna que conformó una asociación de mujeres tejedoras que da sostén a las comunidades aborígenes del norte argentino, cuya vida retrata Soledad San Julián en «Mujer Perserverante», que se estrena este jueves.

«La idea surge un poco de la admiración que despertaron estas mujeres en mí hace más de 10 años y la necesidad de contar su historia desconocida o ignorada muchas veces a nivel regional pero muy reconocidas a nivel internacional», dijo la directora a Télam sobre Quispe, que en 2005 fue considerada para el Premio Nobel de la Paz.

Con participación en varios festivales, como el de Mar del Plata, AtlantiDoc de Uruguay, Quito y Santiago del Estero, la cinta se apoya en un registro observacional para «contar la historia más allá del relato conocido en las redes sobre ellas, con perspectiva de género que no cuenta con entrevistas ni voz en off que hilen el relato».

«Lo que sucede frente a la cámara -detalló San Julián- es aquello que sus protagonistas nos quisieron contar a través de su vida y su lucha cotidiana. Un documental que se propone traspasar fronteras y hacer visibles los sueños que se anhelan y se concretan con perseverancia y mucho esfuerzo en nuestra querida Puna».

A través de la cámara se puede ver el proceso entero del trabajo de la lana de llama. Desde el esquile, pasando por la manufactura, los tejidos artesanales y con máquinas, así como también la venta. Un proyecto que de punta a punta pertenece a una sociedad desde tiempos inmemoriales.

Sin embargo, el rodaje tuvo que ser repartido en etapas, producto de la pandemia y los sinsabores que ello dejó en algunas de las protagonistas del filme.

«La filmación fue lenta y con la pandemia en el medio. Ellas habían perdido familiares y estaban con mucho miedo cuando retomamos. Fue difícil y en muchas etapas. Queríamos abarcar mucho de la vida cotidiana y eso lo hacía complicado también por la distancia entre San Salvador de Jujuy y Abrapampa».

Con unas paisajes que se venden por sí solos, la Puna, el celeste cielo y los caminos de tierra enmarcan un proyecto que la cámara de San Julián logró tomar para que traspase los límites jujeños.

Fuente: Telam