Nadie se rinde
El gobernador Lifschitz piensa en la reforma constitucional y su reelección, como forma de garantizar su sobrevida política.
06/11/2017 OPINIÓNEl gobernador Lifschitz piensa en la reforma constitucional y su reelección, como forma de garantizar su sobrevida política. El rediseño de los partidos frente al fenómeno Cambiemos, las chances del peronismo, y los dos años por venir, en los que el PRO deberá hamacarse para ser garante de la gobernabilidad en la ciudad y la provincia.
El gobernador Miguel Lifschitz tiene confianza en que puede relanzar al Frente Progresista desde su gestión, pero está convencido de que la vigencia de los partidos políticos tal como se los ha conocido y concebido hasta ahora, ha llegado a su fin. Y esta conclusión es muy importante para un dirigente que dedicó su vida a un partido tan rígido como el socialista. Si bien se ha caracterizado y fue criticado por ser el más pragmático de los encumbrados dirigentes del PS, ahora los otros jefes partidarios han comenzado a darle la razón convencidos más que nada por los resultados electorales y la exitosa construcción de esa novedosa marca política llamada Cambiemos. ¿Por qué no construir otra herramienta moderna y eficaz que vuelva a dialogar con el hombre común pero desde un espacio progresista? Este es el desafío que ha lanzado el gobernador y que, por supuesto, aspira a edificar y conducir.
Pero sabe que primero necesita la reelección en su cargo y para eso el consenso necesario para la reforma constitucional en Santa Fe que han intentado sin éxito casi todos sus antecesores. Si no logra ese consenso, serán otros los que tratarán de construir esa alternativa política de cara al 2019. Ese fue incluso el entendimiento con su adversario interno Antonio Bonfatti. Si Lifschitz consigue lo que se propone, el resto del socialismo lo acompañará sin poner palos en la rueda.
Por todo ello, Lifschitz quiere apaciguar la batalla con Cambiemos por ahora. En ese marco, se entiende que haya cruzado y desautorizado a su vice Carlos Fascendini cuando éste propuso públicamente una sangría de radicales que integran el gobierno y no están convencidos del futuro del Frente Progresista. Para Lifschitz, todos son necesarios para el proyecto futuro de llamar a una Convención Constituyente el año próximo.
En otro plano se desarrollan las conversaciones con determinados sectores del peronismo. Una afinidad que hasta el momento se basó en intereses compartidos con senadores provinciales que fueron puliendo esta relación que llegó a extremos de cercanía impensada con Bonfatti y que debe seguir trabajando con paciencia el actual gobernador. Lo mismo pasa con un grupo de gremios que representan a trabajadores estatales provinciales, que son peronistas y tienen al socialismo como patronal desde hace muchos años. El cálculo no es muy complicado: La unión por el espanto de lo que se viene enfrente y el espanto de quedar afuera del poder y la centralidad política en Santa Fe.
Con todo, la síntesis electoral del socialismo con sectores peronistas y otros referentes de las organizaciones no gubernamentales no será fácil. Una cosa es tener una relación, cultivarla y hacerla beneficiosa para todas las partes; y otra muy distinta es poner nombres y apellidos concretos juntos en una boleta electoral.
El otro peronismo, el que nunca llegaría a un acuerdo electoral con el socialismo, piensa en qué hacer. Si le niega la reforma constitucional a Lifschitz corre el riesgo de no dividir por tres el escenario electoral de 2019 y sabe que una lucha frontal solo con Cambiemos puede ser letal para las aspiraciones de cualquiera. Pero por otro lado, tiene muy pocos deseos de concederle estas amplias posibilidades al socialismo. Únicamente el peligro que representa Cambiemos puede modificar algunas de estas posiciones.
Por su lado, el macrismo en Santa Fe estudia también qué hacer frente al tema. Su apariencia dialoguista y su prédica reformista entrarían en contradicción si le niega abiertamente la posibilidad al gobernador. Como todas las decisiones importantes hasta ahora, ésta también se tomará en Buenos Aires. Como la orden que ya bajó al territorio desde las altas esferas para anunciar que la guerra terminó con las elecciones, que ahora hay que dejar de atacar a Lifschitz y a la gestión de Mónica Fein porque hay que mostrar responsabilidad política después del triunfo y favorecer la gobernabilidad. Hasta que llegue la hora de una nueva batalla, dentro de dos años.
Acuerdos que vienen
A pesar de transitar un clima acuerdista, Lifschitz no está dispuesto a conceder todo. Se notó esta semana cuando el gobernador que se había mantenido en silencio frente a los anteproyectos de reforma laboral y previsional; opinó sobre las modificaciones que propone Cambiemos en el ámbito tributario y la relación con las provincias. «Hay que ver, el gobierno ha tirado medidas como con un ametralladora. Tenemos que analizar tema por tema2, criticó y ya adelantó que no es posible reemplazar el impuesto a los ingresos brutos por una suba en el inmobiliario. «El 77% de lo que recauda la provincia es por los ingresos brutos», explicó el ministro de Economía provincial Gonzalo Saglione.
El antecedente de la propuesta de un gravámen a la producción vitivinícola en Mendoza puso a las provincias en alerta. Temen que las propuestas del gobierno nacional terminen por afectar seriamente a las economías regionales y en esa dirección Lifschitz apuntó a los precios que bajaron a la alconafta. Para suavizar añadió que él no cree que «Macri quiera desfinanciar a las provincias».
Con la nueva Cámara, el socialismo se queda sin diputados y el ingreso de Luis Contigiani a un escaño prefigura una difícil negociación para obtener su voto para alguna de las medidas. Esta es una situación que Cambiemos conoce y va a tratar de negociar directamente con el gobernador a través de determinados beneficios para la provincia.
El dato político
A partir del 10 de diciembre el Concejo Municipal de Rosario contará con un solo concejal del radicalismo. Una situación inédita desde la recuperación de la democracia. El fin de los mandatos de Jorge Boasso, Daniela León, Martín Rosúa y Sebastián Chale; dejará a María Eugenia Schmuck como única representante de la UCR local en el Palacio Vasallo. «Es claro que algo no hicimos bien», fue la frase que utilizó la concejala como para graficar el derrotero de su partido a lo largo de todos estos años.
Por Leonardo Ricciardino