Nueva vendimia, viejos reclamos

Los eventos centrales tradicionalmente se convierten en el epicentro político y económico, más en años electorales

Los eventos centrales tradicionalmente se convierten en el epicentro político y económico, más en años electorales

Cuánto más podría dar la vitivinicultura sin el peso de una macro siempre en crisis y boicoteando a las economías regionales. De eso están convencidos todos los actores de la cadena de un sector pujante y al mismo tiempo en decadencia.

Basta con escuchar con atención a los productores y bodegueros que de distintas formas hacen hincapié en los problemas que deben afrontar por efecto de las políticas económicas que no están en sus manos.

Muchos años de esfuerzo para alcanzar productos de calidad pueden echarse por la borda si no hay margen para reinvertir en la evolución de los procesos productivos.

El vino argentino ha logrado, trabajosamente, el reconocimiento merecido en los mercados internaciones, pero hay que destacar que no estamos solos en un mundo competitivo.

Tampoco el ámbito nacional es un patrimonio exclusivo del vino, donde debe competir con otras bebidas para sostener su consumo, que lleva décadas con una curva descendente.

Déjalo crecer
Todo el sector, con sus matices, se ha embarcado por años en una tarea de esfuerzo sostenido en todos los frentes, lo que le da la autoridad para reclamar por medidas que alienten la actividad, y por políticas que contribuyan al desarrollo económico.

La inflación galopante que afecta el poder adquisitivo es un gran enemigo por la suba de costos de producción y porque debilita las posibilidades de los consumidores. La merma experimentada los últimos meses en el mercado interno da cuenta de la situación.

La pérdida de competitividad por las políticas macroeconómicas hace más dificultosa, como contrapartida, la permanencia en los destinos internacionales.

Cuando escuchamos los reclamos por los derechos de exportación, el tipo de cambio, la presión impositiva, el acceso al crédito, la inflación, y otros por el estilo, lo que se está expresando es una realidad que impacta en la vitivinicultura pero que describe también a otras actividades de las economías regionales.

Por eso mismo, y ante las demandas crecientes, Sergio Massa prometió en el desayuno de COVIAR un dólar más competitivo para varios sectores, empezando por el vitivinícola.

A su turno, Enrique Vaquié se encargó de diferenciar esta realidad respecto de la potencia que ostenta el complejo sojero. «Queremos un trato similar», dijo alzando la voz el ministro de Economía provincial en el agasajo de Bodegas de Argentina, donde se encontraba el secretario de Agricultura de la Nación, Juan José Bahillo.

Una buena vidriera
La presencia de parte del gabinete de Alberto Fernández y de varios de los candidatos presidenciales en los festejos vendimiales sirve para que se lleven los diagnósticos necesarios de primera mano y, en el mejor de los casos, se pongan manos a las obras cuando eventualmente les toque actuar, si es que atendieran la problemática federal.

Massa dejó promesas y el compromiso de convocar a la dirigencia vitivinícola para trabajar sobre un dólar diferencial que se lanzará el 1 de abril. Falta establecer de cuánto será y hasta cuándo estará vigente ese tipo de cambio, que requiere un lapso mucho más extenso que el de la soja.

La expectativa de máxima de la industria era la eliminación de los derechos de exportación, una medida que se hace esperar. Igualmente, el «dólar vino» puede significar un alivio para la competitividad internacional, dependiendo de las condiciones que se establezcan.

La complejidad de la vitivinicultura, que abarca a diversos actores e intereses a lo largo de 19 provincias, implica desafíos y requiere de múltiples medidas y acciones que no deben ser desatendidas.

Lo que no hay que perder de vista es que la vitivinicultura es más que una actividad económica. Es trabajo, cultura, identidad, tradición, innovación, inversión, un imán de atracción turística.

La vitivinicultura es, ante todo, una forma de vida, que en el caso argentino ha llegado a posicionarse a la altura de los mercados más exigentes del mundo.

Y aunque dé la impresión de ser muy demandante, con que normalicen la macroeconomía sería suficiente para promover su expansión, mediante el esfuerzo que vienen haciendo los propios actores vitivinícolas. Claro que en las circunstancias actuales, apelar a una economía normal, parecería que es mucho pedir.

Fuente: Uno