Obispos patagónicos advierten por el deterioro de la situación social y económica
Los obispos de la región Patagonia-Comahue advirtieron por el crudo presente de “los niños con su infancia robada; la preocupación por el presente y el futuro de los jóvenes; las familias con sus angustias y las personas mayores que no son tenidas en cuenta”.
10/04/2017 PROVINCIASLos obispos de la región Patagonia-Comahue advirtieron por el crudo presente de “los niños con su infancia robada; la preocupación por el presente y el futuro de los jóvenes; las familias con sus angustias y las personas mayores que no son tenidas en cuenta”.
En su tradicional mensaje de Pascua, los obispos patagónicos dicen ser “conscientes, más que nunca, de que ni solo el progreso, ni sola la tecnología, ni solos los planes sociales pueden acallar el grito dolorido de los crucificados por la pobreza, por el trabajo indigno, por una educación sin calidad, por la inseguridad y la marginación”. El mensaje fue firmado por los obispos Virginio Bressanelli, de Neuquén, Fernando Croxatto (Comodoro Rivadavia), Marcelo Cuenca (Alto Valle), Juan José Chaparro (Bariloche), Miguel Angel D’Annibale (Río Gallegos), Esteban Laxague (Viedma) y José Slaby (Esquel).
También lo suscriben Fernando Bargalló (emérito de Merlo-Moreno), Miguel Hesayne (emérito de Viedma), Marcelo Melani (emérito de Neuquén), Néstor Navarro y José Pedro Pozzi (eméritos de Alto Valle).
El texto, que será distribuido en todas las parroquias y templos católicos del sur del país, señala además que “en Cristo resucitado renace la esperanza, se afirma el don de ser pueblo y se reafirma la vida como servicio”.
“En nuestro caminar, nuestros ojos ven muchas situaciones, pero, con frecuencia, no las comprendemos porque vivimos atrapados en un mundo cargado de imágenes y mensajes y, por medio de la tecnología, pasamos gran parte de nuestro día acumulando información que nos provoca perplejidad y nos mantiene como anestesiados”, afirman.
Y agregan: “No nos cansamos de abrir los ojos y mirar… que las redes, que los tuits, horas ante la tecnología… Pero ¿qué es lo que vemos?, ¿comprendemos algo?, ¿estamos tocando a fondo nuestro corazón?… ¿Palabras? ¡sí, muchas! ¿Mensajes? ¡sí, muchos más!… Pero ¿sé por qué estoy vivo?… ¿Para qué estoy acá?, ¿cómo interpreto lo que estoy viviendo?…”.
Acotan que si un “forastero” preguntara: “¿Qué está pasando?”… ¿Qué responderíamos? ¡Son tantas cosas y realidades con las que convivimos cada día! Nuevas situaciones nos desafían permanentemente. ¿Por dónde empezar?”, siguen interrogándose los obispos.
En esa recopilación de situaciones, indican “si miramos a los niños, aparece el fantasma de la ‘infancia robada’. Si se trata de los jóvenes, nos preocupa su presente y su futuro. En cuanto a las familias, ¡cuántas angustias de la puerta hacia adentro y hacia afuera! Si observamos a los adultos mayores, ¡cuántas veces no son tenidos en cuenta, como si faltara para ellos un lugar en nuestro mundo! Somos conscientes, más que nunca, que ni sólo el progreso, ni sola la tecnología, ni sólo los planes sociales pueden acallar el grito dolorido de los crucificados por la pobreza, por el trabajo indigno, por una educación sin calidad, por la inseguridad y la marginación…”.
Pero si bien una parte del mensaje refleja una dura realidad, en otra se resalta la “esperanza”.
Los prelados destacan que “hoy no dejan de sorprendernos los muchos jóvenes, adultos, ancianos, familias que, conscientes de su entorno sufriente, salen cada día a brindar su tiempo, su capacidad, su creatividad, para hacer ‘el bien sin mirar a quien’. Y se comprometen, sacrifican y luchan honestamente”.
Resaltan que son esos hermanos los que “iluminan”, porque ellos mismos se dejaron “iluminar por Cristo”. Al tiempo que resaltan que “sólo una iglesia samaritana, que se detiene e inclina ante tantos crucificados, puede pronunciar en verdad el nombre del Dios de Jesús. Una iglesia que reacciona con misericordia y que se compromete en erradicar, o al menos aliviar tanto cuanto sea posible, el sufrimiento de los hermanos y hermanas”, indicaron finalmente los obispos patagónicos.