Por qué no cesan las quemas frente a Rosario

Los incendios en las islas frente a Rosario empezaron en enero y continuarán en una primavera y un verano secos. Cuáles son las causas detrás de estos focos intencionales. Qué intereses hay detrás de las llamas.

Los incendios en las islas frente a Rosario empezaron en enero y continuarán en una primavera y un verano secos. Cuáles son las causas detrás de estos focos intencionales. Qué intereses hay detrás de las llamas.

Las lluvias ansiadas y necesarias llegaron el martes 20 en el sur de la provincia y en el suroeste de Entre Ríos. El agua apagó los fuegos de la noche del lunes 19 producidos en la zona de las islas frente a Rosario y al Gran Rosario. Por esta semana al menos, Hefesto, el dios griego del fuego, no será adorado en esta región.

De todos modos, el problema que apareció en enero de este año tardará en solucionarse debido a que los pronósticos auguran una primavera y un verano muy secos con La Niña como fenómeno meteorológico. Como lo fueron el otoño y el invierno pasados. La pregunta del millón es ¿por qué se producen estas quemas organizadas, sistemáticas, orquestadas, pensadas quizás para hacer daño o para llegar a ciertas metas?

Roberto Fabián Bó es biólogo y ecólogo, y dirige el Grupo de Investigación en Ecología de Humedales (GIEH) del Departamento de Ecología, Genética y Evolución de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Conoce esta zona del Paraná desde hace 25 años y habló con El Litoral sobre este fenómeno ígneo nunca visto y que ha afectado a miles de seres vivos.

Según Bó, los incendios tienen varias causas. “Claramente el origen de un altísimo porcentaje de los fuegos es humano. Los fuegos son de origen humano, pero las condiciones ambientales contribuyeron”, puntualizó el académico. En este 2020 hubo lluvias mucho menores de las normales y se sumó a una bajante pocas veces vista en el río Paraná. Este miércoles 21 la altura del afluente a la altura de Rosario era de 1 metro exacto. Normalmente supera los 3 metros.

“Las condiciones de seca favorecieron la ocurrencia de los fuegos y esto es una realidad que lamentablemente vamos a vivir porque el cambio climático está a full”, remarcó. La crisis climática global presupone inundaciones y sequías cada vez más intensas y cada vez más frecuentes. El exceso de agua será lo más común en comparación a la escasez del líquido vital. “En los próximos 30 años, esa variabilidad climática se va a mantener. Se va a variar entre eventos extremos de inundación y de sequía, pero va a hacer cada vez más calor”, afirmó Roberto Bó.

Para el científico porteño, el origen de los fuegos tiene que ver con malos manejos humanos. “A veces intencionales, a veces no intencionales. Este año fueron favorecidos por la pandemia. La pandemia limitó la circulación y el control. Hubo cierto aprovechamiento para hacer algunas cosas que no estuvieron bien”, dijo. “Los productores ganaderos queman para eliminar algunos pastos más duros y favorecer el rebrote de pastos más tiernos. Eso se hace en algunos lugares. Para quemar hay que saber. Hay que tener controladas un montón de condiciones. Seguramente algún ganadero quemó y se le fue de madre”, afirmó.

Otros intereses
Sin embargo, estos grandes incendios van mucho más allá de un manejo de pasturas para hacienda. Da toda la impresión que hay algo más. “Hay toda una movida que tiene que ver con otros intereses. Hay intereses inmobiliarios fuertes, hay intereses agrícolas, ganaderos fuertes, de la hidrovía, mineros, energéticos. Para mí hubo un montón de presión que contribuyó a despejar un poquito la zona. Cuando la zona está despejada y se quemó todo, que me dejen hacer un emprendimiento inmobiliario, que me dejen sembrar. Hay una presión fuerte con intereses fuertes”, dijo Bó. “Con el gobierno anterior (de Mauricio Macri) hubo un proyecto con el gobierno de Holanda (Países Bajos) para hacer un centro distribuidor sobre el delta, un camino en terraplén para llegar a Nueva Palmira (Uruguay) que es el puerto de la hidrovía. Había un planteo de hacer unidades bajo dique para que la gente poblara el delta. Y ya que están siembran soja. Había un plan de intereses fuertes. Hubo un plan que después no se concretó”, agregó.

– Al ser un ecosistema tan cambiante. ¿Cómo se puede pensar un proyecto inmobiliario en esa zona tan inundable?

– Ése es el gran problema. Sabemos que estos eventos extremos de sequía e inundación van a ser cada vez más frecuentes. Entonces si uno quiere hacer un emprendimiento inmobiliario, tiene que transformar definitivamente el humedal. Hay que construir bajo dique, drenar, altear el terreno, etcétera. Hay un cambio total del paisaje del humedal. La otra cuestión es adaptar las casas a la realidad. Hacer casas sobre pilotes. Se termina de hacer un manejo del agua que no está adaptado al funcionamiento del humedal y que es contraproducente. Por otro lado, en 2008, con el boom de la soja se llevó ganadería a un montón de zonas que eran distintas de la ganadería pampeana. Frente a Rosario había un millón y medio de cabezas de ganado con vacas de todos lados del país. Los fuegos de 2008 en la zona de Victoria tuvieron mucho que ver con un mal manejo ganadero. Este año pasó una situación igual o peor. Había menos vacas en marzo que en 2008. No hubo esa presión ganadera. Ocurrieron otras cosas.

Las consecuencias
Las llamas traen problemas después de apagarse. “Las consecuencias varían en función de la magnitud, de la intensidad, de la extensión del fuego, de la realidad y del tipo de vegetación de las distintas zonas del delta”, comentó Bó. “El principal problema es que hay gente que quiere cosas después. Algunos aprovechar para hacer cosas que no deberían hacerse en los humedales. Algunos quieren echar vacas de vuelta y uno tendría que dejar recuperar el sistema. Lo ideal es que se venga una creciente relativamente importante del Paraná para que ayude a reciclar el sistema. Para que traiga nutrientes, semillas, agua y termine de apagar los fuegos. La naturaleza debería ayudarnos un poco al trabajo de restauración que hagamos”, puntualizó.

– El plan Piecas (Plan Integral Estratégico para la Conservación y Aprovechamiento Sostenible en el Delta del Paraná) sirve. ¿Hacen falta más leyes?

– El Piecas surgió después de una cosa mala que fue esta combinación de sequía y mal manejo de los incendios de 2008. A partir de eso fuimos conscientes de la necesidad de legislar y de manejar mejor el humedal. Pasó el tiempo y hubo poco apoyo para el Piecas. El Piecas cayó un poco en el olvido, pero el Piecas nunca dejó de existir. Ahora hay un planteo concreto del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable (de la Nación) para revitalizar el Piecas. El Piecas habla de hacer un manejo sustentable, conservar los humedales y meter mano en la restauración. Por otro lado, está la famosa ley de humedales que cayó dos veces. Yo participé en todos los proyectos. Estos intereses subyacentes que existen a veces no quieren que salga la ley. La ley fue cajoneada dos veces en Diputados después de haber sido aprobada en Senadores. La ley tenía muchas cosas para mejorarse. Era una ley para conservar los humedales, no para declarar un gran parque nacional en todos los humedales, sino para usarlos sustentablemente. Yo quiero la ley de humedales ya, quiero la ley de manejo del fuego, quiero que el Piecas funcione. La ley es algo básico, pero no es todo. Se necesitan políticas de Estado, mayor presencia en territorio, medios adecuados, sustento técnico para tomar determinadas decisiones. Si uno hace ganadería con poca carga, se llevan y se traen las vacas, es una actividad tradicional que se viene haciendo en los últimos 200 años y está adaptada al funcionamiento del humedal. Eso habría que regular. Para eso necesitamos estas leyes.

Fuente: El Litoral