Pueblos originarios: «Una nación, dos países, la respuesta de las etnias compartidas»

Prima el hambre y las necesidades entre los olvidados pueblos originarios.Las inundaciones dejaron otras impactantes imágenes de la zona.

Prima el hambre y las necesidades entre los olvidados pueblos originarios.Las inundaciones dejaron otras impactantes imágenes de la zona.

La frontera seca con la República Plurinacional de Bolivia tiene aristas sensacionales.

La mayoría de sus habitantes, sobre todo en las cercanías del Pilcomayo, pertenecen a distintos pueblos originarios y comparten lo que queda del Chaco gualamba con algunos criollos.

Muchas personas pertenecientes a estas etnias, incluso los criollos, tienen doble identidad, o doble nacionalidad en otros casos, pero son una misma persona.

En movimiento

Sus raíces nómades hacen que estos pueblos asentados en ambas partes de la frontera seca y sobre todo sobre la margen derecha del río Pilcomayo, deambulen entre las distintas poblaciones argentinas y bolivianas, sobre todo los días en que cobran los distintos planes, asignaciones y jubilaciones de uno y otro lado de la frontera. La realidad en este punto es que la doble nacionalidad no solo los habilita a cobrar asignaciones en Argentina; también lo hacen en Bolivia.

Consultados los caciques de la zona, aseguraron que no todos están en esa situación, sino aquellos que tienen familias en ambos lados.

La respuesta de un líder aborigen, parafraseando quizá al desaparecido líder de la República Popular China Deang Xioping, fue: «Somos una nación y dos países».

Estos ribereños son los más perjudicados con las inundaciones, y aunque parezca increíble para esta época del siglo XXI, de ambas partes las promesas son incumplidas sistemáticamente.

La pobreza de los pueblos nativos del Chaco tripartito son la muestra cabal de un exterminio silencioso y casi imperceptible, pero tan implacable como cruel.

En la vecina república, al menos el gobierno de Evo Morales dotó a los pueblos wai nayek de rutas asfaltadas, agua potable, viviendas dignas, enormes centros recreativos cerrados y colosales, en medio de los desiertos del Gran Chaco.

De este lado

A contraposición, del lado argentino solo se vislumbran desmontes privados y rutas pavimentadas para estos emprendimientos, que están empujando a las naciones de los pueblos nativos a los lugares más inhóspitos, despojados ya de todo derecho.

El Pilcomayo, en su serpenteante y justiciero devenir, inundó muchos de estos asentamientos de precariedad y pobreza absolutas, y aunque sus aguas llevaron desesperación, a la vez mostraron al mundo la verdadera tragedia: el exterminio de estas naciones o pueblos, que comparten dos países.

Fuente: El Tribuno