Puna, donde se abrazan la inmensidad y el silencio

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Atravesar la ruta nacional 51 es una experiencia irrepetible, en la que la natur muestra tan enigmática y atrapante que siempre invita a volver

El ascenso a la Puna es una de las experien­cias más impresionan­tes. Pero si además se hace entre agosto y septiembre tiene un plus especial: es época de rituales y homenajes a la Pachamama, rodeada de una magia que solo tiene espacio en este lugar del mundo. Como una caja de Pandora, al tran­sitar esta región del noroeste salteño el viajero se va sorprendiendo por la grandeza de la precordillera andi­na, por sus animales autóctonos y la flora, por la cultura que vive en los rostros de su gente y porque el tiempo,ahí, parece detenerse. El incomparable Circuito Andino de Salta comienza tras pasar la ciudad de Campo Quijano, bien llamada El Portal de los Andes, que permite entrar a la serpenteante Quebrada del Toro. La primera paraDa Tras recorrer unos 100 kilómetros, la parada ineludible es Santa Rosa de Tastil (piedra sonora) y, si coin­cide con el 30 de este mes, será la oportunidad para celebrar junto a los pocos pobladores del lugar la fies­ta tradicional en honor a su patrona, Santa Rosa de Lima.

Pequeño poblado preincaico del siglo XIV, se presume que superó entonces los 2 mil habitantes. Des­pacito y por los senderos marcados, se pueden recorrer los 1.160 recintos de piedra, calzadas sobreelevadas,plazas y arquitectura funeraria, que le merecieron ser declarado Monu­mento Histórico Nacional en 1997.

El edificio del Museo Regional Moi­sés Zerpa, que originariamente fue una posta de caballos, tiene más de dos siglos de antigüedad y exhibe tejidos, cerámicas, máscaras, arte rupestre con petroglifos y una momia de 700 años. La visita sigue por el Centro de Artesanos, con toda la pro­ducción de lanas, cerámicas, cuero, madera de cardón y herboristería. Luego se ingresa al Museo de Sitio, que integra paneles de historia, ce­rámicas, textiles únicos de fibras de llama y vicuña y se ha recuperado el petroglifo más significativo: la baila­rina. Otra sala pone en valor, a través de videos, la danza ritual del suri y se describe el proyecto Qhapaq Ñano Camino del Inca. La LLegaDa a San antonio De LoS CobreS Recorridos 168 kilómetros y a 3.775 metros sobre el nivel del mar, San Antonio de los Cobres recibe al viajero. Es el pueblo principal de la zona para hacer base y comenzar a conocer, en detalle, las decenas de opciones que ofrece.Tierra y cielo se combinan en esta región remota y enigmática, en la que el viento interpreta sonidos diversos y las noches, siempre limpias, acer­can tanto las estrellas que es imposi­ble no dedicarse a la contemplación. Dos Días en Las aLturas Una vez que el turista eligió donde alojarse y su cuerpo se adecuó a la altura, puede comenzar con una re­corrida por el pueblo y la peatonal, que muestra esculturas de llama, vicu­ña y suri (ñandú). Como todo pueblo, la plaza es el centro de encuentro y paso obligado para entrar a la igle­sia, cuyo frente es totalmente tallado en piedra y el altar y pila bautismal, en ónix. Las imágenes son grandes, provenientes de Perú, detalle propio del norte argentino. Luego se puede ingresar al taller de cerámica en el que conocerá en detalle el proceso de elaboración de artesanías y tendrá la posibilidad de diseñar, con sus propias manos, una pieza para llevarse. Seguirá con Anatolio y sus llamas. Podrá interactuar en directo con un verdadero pastor puneño, con su tra­bajo y conocer las bondades de la llama: su reproducción, la esquila de lana, la preparación de la carne y mu­cho más. Anatolio abre las puertas de su casa para conocer el tipo de construcción de anchas paredes de adobe y techo y puertas de cardón,cercos de corrales de tola (arbusto típico del lugar). El segundo día el paseo continúa por la estación de trenes que, en al­tura, permite observar el pueblo enforma completa. De allí, y siempre por la ruta nacional 51, puede recorrer 18 kilómetros para llegar a una de las obras de ingeniería más sorprenden­tes: el viaducto La Polvorilla, de 64 metros de altura y 224 de extensión. Se construyó en 1930 y posteriormen­te se estableció el Tren a las Nubes.

Fuente: El Tribuno, Salta