Recibió el IFE, puso una fábrica de empanadas y conquistó a los mendocinos con su historia

María cobró los 10.000 y los invirtió en un microemprendimiento para encontrar una salida a la difícil situación que atraviesa con su hijo.

María cobró los 10.000 y los invirtió en un microemprendimiento para encontrar una salida a la difícil situación que atraviesa con su hijo.

María de las Nieves Domínguez cobró el Ingreso Familiar de Emergencia, decretado por el Gobierno nacional para enfrentar gastos debido a la parálisis económica que generó el aislamiento social, preventivo y obligatorio por la pandemia de coronavirus, y con los 10.000 pesos otorgados compró todo lo necesario para darle vida a un nuevo microemprendimiento que ya rondaba deseoso en su cabeza desde hacía tiempo y al que bautizó como “El rincón de las empanadas”.

Con el dinero otorgado, María compró diversos elementos para poder empezar a fabricar empanadas caseras, entre ellos un horno móvil a leña, bolsas de harina, kilos de cebolla, carne y demás productos para también ofrecer a sus clientes diferentes tipos de estas delicias nacionales. “Además de las de carne, también hago de jamón y queso, choclo, vigilia y pedidos especiales que me pidan”, explicó a Los Andes y luego agregó que también elabora “todos los tipos de empanadas argentinas, no sólo las clásicas mendocinas”.

María ha trabajado desde muy pequeña. Comenzó a los 7 años mientras cursaba la primaria, con todo ese sacrificio logró salir abanderada nacional, pero no pudo continuar sus estudios de secundaria debido a la difícil situación económica que atravesaba su familia, por lo que ya desde su adolescencia se dedicó de lleno a diferentes actividades laborales para lograr obtener el pan de cada día.

Hoy a sus 47 años se levanta todos los días a las 5 de la mañana a amasar pan y tortitas caseras para vender desayunos junto con su hermana, con quien es vecina en la calle Tirasso de Guaymallén. Entre las dos caldean el horno a leña y se ponen a cocinar. Luego alrededor de las 11 comienza a cocinar los pedidos de empanadas, los cuales vende hasta casi llegada las 17 de cada día. No obstante, su día continúa sin parar ya que luego comienza con los preparativos requeridos para poder abastecer a sus clientes al día siguiente, entonces comienza a picar la cebolla para preparar el picadillo y luego continúa con la elaboración de la masa casera, en sus dos versiones: tanto de hojaldre como criolla, ya que además también prepara y vende pastelitos fritos.

Es madre por partida triple, dos hijas -de 27 y 26 años- y un niño de 6, Emmanuel, quien vive con ella en una pieza que ella misma construyó en un lote que la hermana le regaló al lado de su casa, por eso son vecinas. Pero la vida de María y su hijo no son nada fáciles, ambos viven en condiciones muy precarias, ya que la habitación cuenta con un techo que solamente es de chapas con nylon encima, y no tiene calefacción.

Ella cobra una asignación por Emma, pero el dinero no le es suficiente ya que el pequeño padece de Trastorno Deglutorio por lo que sus cuidados deben ser intensivos, sumado a ello tiene problemas madurativos y le cuesta hablar. Todo esto se debe a que el pequeño debió nacer prematuro, porque mientras María estaba embarazada de él le diagnosticaron cáncer de cuello de útero, por lo que debió iniciar un tratamiento urgente de quimioterapia. “Él me salvó la vida a mí, es un ángel que vino para salvarme del cáncer”, expresó con emoción en su voz.

Desde hace ya varios años que se dedica al rubro de la gastronomía, ha cocinado en diferentes lugares, restaurantes y banquetes, por lo que su experiencia es de larga trayectoria, sumado a que la cocina “le apasiona”, dice con ese carisma particular que la caracteriza. Sin embargo, los trabajos no le duraban mucho tiempo porque a veces debía faltar varios días seguidos para cuidar a Emma o llevarlo a los diferentes médicos que la ayudan para que él no deje de lado sus tratamientos.

“Yo no puedo dejar a mi hijo mucho tiempo solo, porque no siempre tengo quien lo cuide, su papá nos abandonó cuando estaba por nacer, y además necesita de cuidados especiales, por eso es que cuando me dijeron que iba a cobrar esta plata decidí invertir en un emprendimiento en el que yo pudiera trabajar desde mi casa para no estar lejos de él y como me encanta cocinar decidí meterme en el rubro de las empanadas”, explicó a este medio mientras comenzaba a ordenar todo para ponerse de lleno a empezar a cocinar el picadillo.

La historia de María es realmente digna de ser protagonista de un libro, ha atravesado situaciones muy complejas a lo largo de los años, ha trabajado desde muy chica privada de continuar con sus estudios -sueño que tiene en su lista de objetivos futuros-, sufrió violencia de género con una de sus parejas, perdió su hogar y volvió a empezar de cero. Es un claro ejemplo de superación y lucha, colmada de ganas de salir adelante y nunca quedarse hundida en el conformismo.

La ayuda de la gente
Cuando María recibió los 10 mil pesos del IFE su relato se hizo de público conocimiento en Mendoza, su difícil situación económica sumado al inagotable esfuerzo de cada día llegó al corazón de varios provincianos que buscaron contactarla tanto para felicitarla como para ayudarla con insumos, materiales y hasta becas de estudio a modo de premiarla por su gran predisposición.

Tal fue así el caso de una vecina que le regaló una fabricadora de pasta casera para hacer más rápido la masa de las empanadas, el dueño de un aserradero le donó kilos de leña para que tenga para cocinar y también para calefaccionarse hasta que pueda comprar una estufa. Además desde la DGE le ofrecieron una beca completa de estudio para que culmine sus estudios secundarios y también la posibilidad de realizar cursos de capacitación laboral.

Otro vecino mendocino le ofreció materiales para que pueda invertir en hacer un lugar para poder cocinar las empanadas sin tener que trabajar a la intemperie con el horno y la preparación de las mismas. Pero cabe destacar que entre sus prioridades está poder hacerse su casa propia ya que vive en una habitación de un solo ambiente.

“Cuando tenga mi casa voy a montar un comedor para que los niños no pasen hambre, porque yo de chica pasé hambre y sé lo triste que es eso”, comentó con la voz triste pero con la firme decisión de saber que es un proyecto pronto a cumplir.

Además agregó que dentro de poco junto con el área de género de la municipalidad de Guaymallén pondrán en su casa un centro de asistencia para mujeres víctimas de violencia de género: “Yo fui víctima de violencia, y sé lo mucho que cuesta salir sin ayuda, pero a mí me ayudaron a salir adelante y yo ahora quiero ayudar también a quienes lo están pasando”. Luego explicó que el objetivo es brindar charlas de contención y ayuda para quienes atraviesen tan duro momento y que lo llamará “La Casa de la Mujer”.

Fuente: Los Andes