Recorrida por Los Bolillos, el santuario de los tótems patagónicos

Allí, el viento y la lluvia moldearon fragmentos de erupciones volcánicas durante millones de años. Una invitación a viajar en el tiempo a 19 km de Varvarco.

Allí, el viento y la lluvia moldearon fragmentos de erupciones volcánicas durante millones de años. Una invitación a viajar en el tiempo a 19 km de Varvarco.

Al final de un camino de ripio que serpentea entre puestos de invernada y piedras, Los Bolillos invita a viajar en el tiempo: el santuario de los tótems naturales del norte neuquino fue esculpido durante millones de años por el viento, la lluvia y la arena.

Para llegar a ese territorio donde cayeron fragmentos de erupciones volcánicas hay que hacer unos 15 kilómetros desde Varvarco por la Ruta Provincial 43, a esa altura un camino de ripio que zigzaguea entre montañas. Y desviarse donde indica el cartel unos cuatro kilómetros hacia la izquierda.

Ya desde donde dejás el auto, sobre una loma, la vista es estremecedora: una sucesión de rocas con forma de agujas, conos y domos que viran del rojo al ocre. Detrás, los campos de los crianceros y los álamos y pinos que protegen los puestos en el valle del río Varvarco. Más allá, entre las nubes, se recortan los picos nevados de la cordillera. Una panorámica incluye más maravillas en forma de piedra tallada a derecha e izquierda, bajo el cielo celeste de esta soleada mañana otoñal en la Patagonia.

Primeros planos

Sólo hay que descender unos 100 metros por la leve pendiente de tierra y arena para empezar la recorrida entre pequeños arbustos, mientras el viento que baja de las montañas mece las matas y el eco de su soplido es la banda sonora de un paseo de película.

Un cálculo aproximado indica que las rocas y los macizos de arenisca están esparcidos en unos 400 metros de largo por unos 1.000 de ancho, sobre una pequeña porción de las 92.000 hectáreas del Área Natural Protegida Domuyo. Vista en escala, no se trata de una zona extensa, pero pelearía hasta el final para encabezar un ranking de proporción de belleza por metro cuadrado.

La primera parada es la formación conocida como Los Monjes, gigantes de unos 15 metros de altura que se ganaron su mote por la semejanza con un grupo de religiosos parados con capucha y sotana.

Ocupan el centro de la escena y es inevitable que concentren las miradas iniciales.

Vale la pena caminar hasta una pequeña colina para contemplar el lugar desde un punto panorámico opuesto al del acceso. Desde ahí los monjes parecen estar en procesión y la perspectiva de ese valle de apariencia lunar es aún más asombrosa.

A partir de allí no hay un orden preciso: hacia donde vayas te vas a sorprender con las geoformas. Y también con la pintada “Voten MPN” en letras blancas que contrasta sobre el castaño de uno de los macizos.

En dos ruedas

Además de en vehículos, hasta aquí llegan viajeros en bici y otros aventureros como parte de un trekking.

Todos destinan un buen rato a perderse entre esos gigantes o se organizan para verlos con la luz del amanecer, la puesta del sol y las noches estrelladas.

También es tierra de leyendas: los lugareños cuentan que en el siglo XIX famosos bandoleros chilenos que buscaban un refugio aislado enterraron un fabuloso botín.

Si está oculto debajo nadie pudo comprobarlo, pero sobran evidencias de que sobre la superficie hay un verdadero tesoro.

Altura 1.500
metros sobre el nivel del mar es la ubicación de Los Bolillos, en el paraje La Matancilla.
En términos geológicos son depósitos piroclásticos, residuos de erupciones durante el Mioceno, período que empezó hace 23 millones de años y terminó hace unos 5 millones.

Atracciones cercanas
Circuito. El viaje a Los Bolillos se puede pensar como parte de una travesía por el norte neuquino.
El cerro Domuyo (el “Techo de la Patagonia”, con sus 4.709 m) es una de las atracciones.
Los géiseres, fumarolas y pequeñas vertientes y arroyos de aguas termales como Los Tachos, Las Holletas y Aguas Calientes son otras de las maravillas.
Panorámica. La confluencia del agua clara del río Neuquén con la turbia del Varvarco es un clásico de la zona. Otro es el Parque arqueológico Colo Michi Có, con petroglifos de 1.500 años de antigüedad.
Las lagunas Varvarco Campos y Varvarco Tapia también invitan a conocerlas, como la cascada La Fragua.
Cómo llegar, hospedaje y provisiones
Desde el Alto Valle hay que tomar la Ruta Nacional 22 hasta Zapala y empalmar con la Ruta Nacional 40. Tras pasar por Chos Malal (conviene cargar combustible) y antes de Andacollo hay que tomar la Ruta Provincial 43, de asfalto hasta Las Ovejas y luego hacer 21 km de ripio hasta Varvarco (520 km y unas 7 horas desde Neuquén capital).
Desde ahí son otros 15 km hasta el cartel que indica doblar a la izquierda hacia Los Bolillos. Y luego otros 4 km.
Varvarco y Manzano Amargo son buenas alternativas para hospedarse. Consejo: comprar bebidas y comida y chequear el estado de las rutas antes de iniciar la recorrida.

Fuente: Río Negro