Rosario: El trueque regresa con fuerza para intercambiar productos y alimentos

En Centeno y Circunvalación abrió la Feria Villa Manuelita. En menos de un mes ya casi son 700 feriantes y tuvieron que ampliar a tres días sus encuentros. Lo más buscado: azúcar, yerba arroz, fideos y puré de tomates.

En Centeno y Circunvalación abrió la Feria Villa Manuelita. En menos de un mes ya casi son 700 feriantes y tuvieron que ampliar a tres días sus encuentros. Lo más buscado: azúcar, yerba arroz, fideos y puré de tomates.

Todo vuelve, reza el refrán. Y en el caso de las ferias del trueque, se demuestra que la profundización de la crisis y la caída del poder adquisitivo empuja a muchas familias a intercambiar productos o servicios, por ropa, alimentos o directamente comprar un producto muy barato. Y en el ranking del trueque sus organizadores ubican: azúcar, yerba arroz, fideos y puré de tomates.

Así se demuestra en la Feria del Trueque Villa Manuelita, que comenzó hace menos de un mes y tuvo que habilitarse tres veces por semana ante la incesante demanda de los vecinos. Hoy cuenta con casi 700 feriantes y sigue creciendo a puro intercambio de productos. Un lugar donde existen reglas del juego: no medicamentos, no autopartes, no bebidas alcohólicas o alimentos que provengan de la ayuda del Estado. Y donde también hay recompensa: en cada encuentro se les da una merienda a los pibes y se sortea un carrito donde se aportan productos en forma solidaria.

Juan Cruz Caramún es estudiante de la carrera docente y el mentor en la vuelta del mercado del truque en el barrio, en zona de Tablada. El joven nació en Villa Manuelita y se conoce entre todos los vecinos. «Es un barrio con muchas necesidades, carencias», le dice a este diario al comentar el origen hace menos de un mes de esta feria en la canchita de fútbol de Centeno y Circunvalación. Empezó un 8 de mayo tras una idea sobre la medianoche entre amigos, luego vino un Flyer que circuló entre la gente. Para la otra semana había 400 feriantes y hasta este domingo ya se habían anotado 679. Empezó una vez por semana y ahora hay una demanda para que se mantenga al menos tres veces por semana.

«Viendo la necesidad de alimentos y carencias que existen en mi barrio como en muchos fui convocando vecinos familiares y amigos para comenzar esta feria del trueque», cuenta el mentor de la Feria, de 41 años de edad.
La necesidad estaba latente, los sectores asalariados y cuentapropistas sufren en primera persona los efectos devaluatorios, la perdida del poder adquisitivo y la escasez del consumo. «Es increíble la cantidad de vecinos que se sumaron, muchos de clase media con mucha vergüenza de ir, pero los fui animando a que vengan a cambiar todo eso que ya no usan por servicios, alimentos, ropa o productos de higiene», indicó Juan Cruz a La Capital, para agregar: «Triste, pero es la realidad».

Hoy con casi 700 feriantes, la feria crece y crece. Había empezado los miércoles de 12 a 16, pero al poco tiempo se le agregaron los sábados y domingos de 10 a 16. «Ante la demanda de los feriantes, agregamos sábado y domingo», acotó uno de los integrantes.

Lo que expresan las ferias del trueque no son un fenómeno novedoso para la realidad rosarina. En rigor, con el 2001 y en la previa y luego salida del gobierno de la Alianza, los lugares de intercambio se habían reproducido a la luz de la crisis económica, social y política. Resulta prematuro saber si estamos ante un «deja vú», pero el faltante de dinero vuelca a muchas familias a buscar alternativas.

A comienzos de siglo se habían contabilizado 80 clubes de intercambio pero en el archivo de La Capital el tema fue cobrando un auge y expansión: a comienzos de 2002 se registró la presencia de unos 200 clubes de Rosario en un encuentro de ferias que se hizo en la llamada pérgola del Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC). Desde la Red de Trueque Solidaria se estimaba por entonces que unas 45 mil personas vivían de esa actividad.

Reglas claras
En la Feria del Trueque Villa Manuelita se fijaron desde sus comienzos reglas claras. Para poder vender o trocar hay que aceptar normas de convivencias. Esto es, no puede haber en ningún stand de la feria medicamentos; alimentos, o leche que provenga del Estado municipal, provincial o nacional. Tampoco bebidas alcohólicas, autopartes u otro producto similar de «dudosa procedencia».

Y Villa Manuelita va por más. «En los próximos días estamos sumando El Crédito, nuestra moneda de la feria, para poder ser utilizada entre los feriantes», anticipó Juan Cruz.

Este domingo el sol ayudó para apaciguar el intenso frío. Y la solidaridad pudo más. Con al aporte de todos se encendieron grandes ollas para hacer chocolatada con galletas para grandes y chicos. La idea es encontrar la solidaridad de aportantes para que los feriantes puedan comer, si se puede un plato caliente. Una necesidad que en Villa Manuelita esperan que sea tomada en cuenta por las autoridades.

Cómo funciona
Cada uno de los 679 feriantes lleva por ejemplo ropa que le quedó chica o que ya no usa y en cada puesto se pone un cartel «hago trueque por», lo que vaya a necesitar: azúcar, arroz o lo que necesiten ese día. Uno que vende verdura lo intercambia por aceite o azúcar. O como ocurre en Centeno y Circunvalación, donde los pescadores llevan lo que rescatan del Paraná para cambiarlo por alimentos.

También se ve que un vecino albañil y otro electricista cambian sus servicios por ropa o alimentos. Pero lo que más intercambian, según los feriantes, son productos o servicios por azúcar, yerba arroz, fideos y puré de tomates todos artículos de la canasta básica. También hasta allí llegaron peluqueros que maquinitas de cortar y tijeras en mano ofrecen un servicio por 2 mil pesos o trueque «por yerba, azúcar, aceita o campera extra large XL». También se acepta la venta de artículos por dinero.

Testimonios
Hasta Centeno y Circunvalación llegó una feriante, madre de dos hijos y a cargo de ellos. «Gracias a la feria puedo llevarme un montón de cosas que puedo intercambiar y vender. Les compré dos camperas de abrigo a mis hijos, que nuevas son muy caras; una la pude trocar y la otra la pagué mucho más barato en efectivo. Estoy muy contenta, porque nos estamos ayudando entre todos. Hoy también me puedo llevar mermelada y una frazada por intercambio. La ayuda es mucha porque tengo nenes chicos. Al más chico le puede intercambiar leche que el precio está terrible por juguetes que ya no usa. Otras veces pude intercambiar pañales por ropa. Imagínese que para una mamá sola es un montón. Empecé desde el día cero y estoy firme, no importa el frío estamos presentes porque realmente lo necesitamos», declaró.

Viviana vive en el Fonavi de Grandoli y Sánchez de Thompson. Tiene 57 años y es asistente de gerontología y masajista. «Tomé la opción de ir a la feria porque la situación es muy embromada. Ahí encontré la posibilidad de vender y trocar. Conseguir mínimamente las necesidades básicas. Llevo artículos y los cambio por azúcar, yerba, harina. O abrigo, por ejemplo llevo cosas que a mi hijo ya le quedan chicas y las cambio por las que le entren ahora, porque creció de golpe», indicó.

Hasta hace no muchos años existían al menos siete ferias informales que siguen en pie en la ciudad. Aparte de la populosa feria en la plaza Homero Manzi (Salva y Lainez), aún sobrevivían La Saladita, en el distrito sur (Salvat al 5900), otra en Empalme Graneros (Juan José Paso y Garzón), en Ludueña (plaza Pocho Lepratti) y cuatro distribuidas en un la zona del distrito oeste. Hoy, además de esa opción, vuelve a la vida de los rosarinos este singular modo de intercambio económico, previo a la moneda y típico de las peores crisis.

Fuente: La Capital