Rosario: Inflación y conciencia ecológica impulsan las huertas en hogares
Los programas estatales de capacitación y entrega de semillas tienen récord de inscriptos. Se busca vida sana y aliviar el bolsillo con almácigos, plantines y macetas.
22/04/2016 MUNICIPIOSLos programas estatales de capacitación y entrega de semillas tienen récord de inscriptos. Se busca vida sana y aliviar el bolsillo con almácigos, plantines y macetas.
Impulsadas por una mezcla de placer pero también de necesidad, cada vez más familias de Rosario y la región se animan a armar una huerta casera en patios, terrazas y hasta balcones. Almácigos, plantines y macetas se multiplican y se entremezclan con el paisaje urbano con el objetivo de conectar con la naturaleza y apostar por un estilo de vida más saludable, y a su vez como remedio artesanal para combatir los estragos que la inflación provoca en el precio de los alimentos.
Si bien la tendencia de las huertas urbanas es un fenómeno global que se impuso en la zona hace varios años, esta temporada otoño/invierno está marcada por un interés nunca visto, como testimonia el hecho de que los programas estatales de la Municipalidad y de Nación que ofrecen capacitación e insumos tuvieron récord de inscriptos y de demanda de semillas.
Según los informes que cada mes emite el Centro de Estudios Sociales y Acción Comunitaria (Cesyac), la suba de precios de frutas y verduras en Rosario durante el primer trimestre del año trepó al 27%. En marzo, una familia tipo tuvo que destinar 780 pesos promedio para gastos de verdulería, casi 250 pesos más que a principios de año.
“La demanda no para de crecer desde hace ya un tiempo, pero esta vez batimos todos los récords, y pienso que al menos una parte de este fenómeno tiene que ver este año con el problema de la inflación”, señaló el coordinador del programa de Agricultura Urbana de Rosario, Antonio Lattuca, durante la apertura formal de la temporada realizada el pasado lunes 18 en la sala Lavardén, donde hubo más de 300 personas y gente que se tuvo que quedar afuera.
Igual diagnóstico trazó Rodolfo Timoni, el coordinador provincial del ProHuerta, un programa que con fondos del ministerio de Desarrollo Social de la Nación y ejecución técnica del Inta ofrece semillas y manuales de capacitación a través de las agencias del organismo y convenios con comunas y municipios.
“Hace un año que vemos un aumento progresivo en la demanda de insumos para huertas urbanas sobre todo en gente joven de clase media que busca una forma de vida más sana”, dijo y agregó que en los últimos meses esa demanda se intensificó “con la idea de poder disminuir el costo de vida”, ya que las verduras “se han vuelto caras”.
Tanto la Municipalidad como el ProHuerta ofrecen cursos e insumos de manera gratuita a los interesados en sumarse al armado de huertas caseras. De hecho, Timoni explicó que en la actualidad en Rosario casi no se consiguen semillas de calidad en comercios privados, que durante los últimos años han desaparecido o se han trasladado a otras localidades de la provincia.
El comienzo del otoño marca el tiempo de las verduras de hoja como la lechuga, la acelga y la achicoria, y también del rabanito, el repollo y la cebolla, cultivos que son accesibles y que ayudan a sumar entusiasmo entre los agricultores de tiempo parcial.
Conectar y ahorrar. Liliana Favrin es toda una experta en el tema de huertas en espacios reducidos, una práctica que comenzó a hacer en los ’90 en una escuela, y que ahora replica en su casa.
Todos los años busca las semillas en el ProHuerta, y esta vez estuvo en la Lavardén también: “tengo todavía pimientos del verano, tomates y albahaca. También rúcula, que como está de moda se puso carísima”, argumentó, al tiempo que defendía su pequeño emprendimiento que le permite esquivar los altos precios de los tomates, los morrones o los cherrys.
La tendencia de armar un pequeño espacio de huerta urbana en casa vez más fuerte en Rosario y su periferia. Según Timoni, la multiplicación de barrios abiertos en Roldán, Funes e Ibarlucea también explica el mayor interés en el armado de huertas: “Vemos mucha gente joven, matrimonios o familias que se fueron de la ciudad y se interesan por estos temas”.
Un público sobre el que influye, y mucho, el discurso social del consumo ecológico y el contacto con la naturaleza más básica.
También existe una fuerte demanda por parte de las escuelas, que este año buscan profundizar o bien comenzar con proyectos educativos “verdes” que incluyan pequeños cultivos o compostaje.
“Creo que en los sectores urbanos se juntan el tema de los precios y esta cuestión de producir su propio alimento y consumir sano”, explicó el coordinador del ProHuerta, quien agregó que en el ámbito rural “esta demanda va de la mano de una nueva lógica agroecológica”.
Para Lattuca, la demanda social por la huerta urbana “es un poco esquizofrénica”, ya que si bien cada vez se valora más lo sano y natural, al mismo tiempo el trabajo manual en el campo “no se valora ni acá ni en ningún lugar del mundo”, como demuestra el hecho de que de manera muy frecuente recae sobre las espaldas de los inmigrantes.
“Se busca una alimentación más sana y estar más cerca de los procesos de la naturaleza”, señaló Lattuca, y ponderó que una vez que se empieza “no es nada difícil mantenerla”, y no requiere ni demasiado esfuerzo, ni demasiado tiempo.
“La huerta en casa es algo que puede hacer cualquiera, en cualquier lugar. No necesita gran esfuerzo, aunque si cierta persistencia”, agregó.