Rosario: Pandemia, trabajo escolar y el problema ambiental en las islas

La experiencia de la continuidad pedagógica en medio de la bajante histórica en la Escuela Nº 1.139 Marcos Sastre.

La experiencia de la continuidad pedagógica en medio de la bajante histórica en la Escuela Nº 1.139 Marcos Sastre.

A la bajante extraordinaria que está sufriendo el río Paraná se agrega el fenómeno de una ciudad que —con frecuencia— amanece ahumada producto de los incendios en las islas. La pandemia puso de manifiesto una serie de estrategias desplegadas por estudiantes, familias, docentes y por el Estado para poder garantizar la educación en diferentes niveles. Entre Rosario y Victoria hay distintas escuelas de islas, una de ellas responde al Ministerio de Educación de la Provincia de Santa Fe y está ubicada frente a la ciudad. ¿Cómo se vive allí esta conjunción de sucesos?: “Como un tetris, nunca mejor dicho, el tetris de la educación”, dice la directora con grado a cargo Fabiana Rodríguez, docente de la Escuela Nº 1.139 Marcos Sastre.

El trabajo en esta institución santafesina, ubicada en territorio entrerriano, supone la coordinación con el Ministerio de Educación y la Prefectura para acceder a la escuela. “Por un lado están los bolsones de alimentos que hay que llevar. La escuela cuenta con comedor y las cocineras son de la isla, pero por cuestiones de protocolo lo que hacemos es dividir los alimentos no perecederos en bolsones y luego coordino con Prefectura para cruzar eso y también donaciones”, cuenta Fabiana. El cruce se realiza desde la guardería náutica del Club Rosario Central y, al hacerlo, tienen que controlar la cantidad de personas y cosas que se cruzan, por el Covid-19 y por el peso que el calado de la lancha puede tener debido a la bajante del río.

La docente destaca que personal del Ministerio de Educación provincial, de Desarrollo Social de la Municipalidad de Rosario y la Universidad Nacional de Rosario (UNR) han estado en contacto con la escuela. Al igual que organizaciones civiles y personas vinculadas al río que han acercado donaciones de alimentos, ropas y comida. Sobre esto, la supervisora María Inés Martínez reflexiona: “Durante este período de aislamiento cruzamos quincenalmente junto a la directora; además de asistir mediante el servicio alimentario, coordinamos con los compañeros una iniciativa de radio. Nuestro trabajo busca la mejora de la calidad de vida de la comunidad de la isla en gestiones desde los diferentes estamentos y el desarrollo de la potencialidad cultural junto a los niños, sus familias y docentes”.

Trabajo escolar

La escuela, de modalidad multigrado, enfrenta varios desafíos. Si bien cuenta con paneles solares, energía eólica y computadoras del programa Conectar Igualdad, en la casa de los estudiantes no hay servicios básicos como agua potable, luz y gas. Allí se usan generadores que son prendidos una vez al día porque funcionan a nafta. El acceso a internet es limitado porque no hay antena satelital en la zona. “Mandamos actividades por WhatsApp y también publicamos con la seño Julieta Tripi en el instagram @escuelita_de_la_Isla para que los chicos participen. Pero a la vez, cada quince días yo cruzo con material impreso para que los estudiantes trabajen y me traigo las actividades dejadas previamente”, comenta Fabiana. También se han realizado lecturas por WhatsApp y en base a eso se han coordinado —junto con las carreras de comunicación social y música (además del Ministerio de Educación)— “participaciones de los estudiantes y las madres en el proyecto Radio Seccional, que involucra a 18 escuelas de Rosario, incluida la de la isla” agrega María Inés.

La virtualidad, sin embargo, es compleja en este contexto. Por un lado, hay dificultades técnicas y de acceso material. Y, por el otro, —dice Fabiana— “los estudiantes tienen personalidades particulares y a muchos no les gusta estar exponiéndose en los grupos virtuales que hemos creado. Entonces, se hace difícil, mandan su participación en mensajes individuales y el intercambio con los pares se obtura”. Una de las madres de la isla cuenta que muchos de los chicos, y hasta ellas mismas, viven por primera vez el fenómeno que en esta época no haya agua debajo de sus casas por la bajante. Los chicos quieren correr y jugar. “Eso sumado a que por suerte acá no hay casos de Covid-19, te diría que hasta estamos más tranquilos porque no viene gente de la ciudad a hacer lío con las lanchas y las fiestas, y los chicos pueden disfrutar, hacen las tareas y después como que están de vacaciones”, agrega.

Ante esta complejidad, parte de las tareas que les han dado a los estudiantes involucraron el contacto y la investigación de la naturaleza. Los estudiantes mandan fotos de sus producciones al aire libre a la vez que complementan con material impreso. Sandra, otra madre de la isla, comenta: “Es muy importante todo lo que hacen las seños desde la escuela, se siente que no nos olvidaron y es todo un trabajo que los chicos hagan la tarea, pero también una ve cómo les hace bien todo lo que se organiza y el trabajo, estamos muy agradecidos”.

Fuego en las islas

Los incendios que hasta el momento se han efectuado no fueron realizados cerca del terreno donde está ubicada la escuela, aunque sí afectan la vida de los estudiantes y sus familias. Son vividos con mucha preocupación. Quienes habitan en las islas son los primeros en tener conciencia socioambiental sobre el humedal. Advierten cómo impactan en su vida cotidiana: “Nosotros por suerte no tenemos ningún estudiante asmático en la escuela, pero para las personas adultas el humo es un problema, y si llega a haber una emergencia tienen que cruzar a la ciudad con la lancha en un río donde la visibilidad es casi nula. Y está la cuestión de todos los animalitos que se vienen escapando del fuego y que se meten en los terrenos; también puede ser un problema, más si hay chicos chiquitos”, expresa la seño Fabiana.

Los esfuerzos entre familias, docentes y distintas entidades estatales para lograr la continuidad de los estudios de jóvenes y niños son muchos, y esto —en este particular contexto donde se conjugan la pandemia del Covid-19, los incendios y la bajante del Paraná— requiere de coordinación y organización extra. También el involucramiento de las familias, los lazos con la escuela y las estrategias colectivas tejidas no son menores: “Sin las familias no hay escuela”, acuerdan isleños y docentes. Es importante que cuando la ciudad mire al río, tenga en cuenta las dinámicas sociales y cotidianas que hacen a la complejidad de la isla. Dinámicas de familias, jóvenes, docentes y escuelas que habitan y son parte del humedal; que se ven atravesados por estos tiempos y por las dificultades que traen aparejadas. Se trata de dinámicas históricas que tejen la vida de la escuela y de las familias desde 1938. Y que directivos con grado a cargo, como Fabiana, Viviana Botargues y Rubén Ferreyra han construido junto a las familias de la isla.

Previo a la cuarentena había una gran parte del trabajo docente que se hacía “en casa” o por fuera de la institución escolar y del aula. Sin embargo, estos tiempos han puesto de manifiesto que el trabajo docente en contextos de desigualdad no se ha quedado en casa, sino que ha salido a responder a las necesidades que fueron emergiendo.

Fuente: La Capital