Rosario: Una vecinal creó una fábrica de pastas gourmet en plena pandemia

La Revoltosa surgió como un modo de generar un ingreso para las familias más humildes de Parque Casas. Hoy sus delicias crecen a buen ritmo.

La Revoltosa surgió como un modo de generar un ingreso para las familias más humildes de Parque Casas. Hoy sus delicias crecen a buen ritmo.

La frase, cuenta la historia, nació en Francia en los días previos a la Revolución y en medio de una serie de protestas provocadas por el aumento del precio del trigo. En esos agitados días, se atribuye a María Antonieta haber preguntado a sus damas de compañía qué se reclamaba en las calles. Y cuando le respondieron que la gente no tenía pan para comer, ella propuso: «Si no tienen pan, que coman pasteles».

Mucho tiempo y muchos kilómetros después, la anécdota se cuela en la cocina de la vecinal Parque Casas, en la zona norte rosarina, donde un grupo de jóvenes amasan la cooperativa «La Revoltosa», una fábrica de pastas gourmet nacida de la necesidad de generar una fuente de ingresos para las familias más humildes del barrio, doblemente castigadas por la pérdida de empleo registrada en los últimos años y por el parate consecuencia de la pandemia.

Con las manos llenas de harina, el surubí que el río les regala a los pescadores del barrio y el osobuco que se ofrece en oferta en las carnicerías, están preparando los raviolones y los sorrentinos que después se repartirán en el centro de la ciudad. Pastas artesanales y regionales, con salsa y pan casero incluidos. Deliciosas.

En la vecinal, desde marzo se realiza una cocina solidaria dos veces por semana. Y el sábado pasado se puso en marcha la fábrica de pastas. En la primera jornada de trabajo se prepararon las 430 raciones de ravioles y otras tantas de sorrentinos que salieron a la venta con el nombre de «La Revoltosa».

La preparación de alimentos también siempre fue un rebusque para sumar una moneda a la economía familiar en tiempos de crisis. Sea de tortas asadas o de hamburguesas veganas, la oferta de comida crece tanto en la calle como en las redes sociales. «En los barrios populares se produce mucho, a modo de changa , rosquitas, buñuelos o torta fritas para vender día a día, en el mismo barrio. Por eso armamos una serie de capacitaciones para poder salir de esas limitaciones y ofrecer productos de calidad y excelente elaboración por fuera del barrio», afirma Fernando de los Santos, cocinero, alma máter de los cursos de capacitación y presidente de la vecinal Parque Casas.

Y señala que la cooperativa es el resultado final de esas inquietudes: el trabajo conjunto de un grupo de vecinos del barrio, con conocimientos en la producción de alimentos y la posibilidad de elaborar productos de calidad para vender boca a boca o a través de las redes sociales, pero con la aspiración de llegar a la cocina de restaurantes o servicios de catering. Cocina de autor con marca de barrio; como la frase de María Antonieta, pero al revés.

Modelo para armar

La vecinal Parque Casas ocupa un edificio enorme en Sorrento al 1200, casi sobre el cruce afilado con la cortada Antequera. Gran parte del frente es del color rojo que le imprimen los ladrillos visto, pero llegando a la esquina un mural de flores naranjas, turquesas, amarillas y verdes rompe la monocromía y anuncia que en ese lugar «se respira lucha».

La calle Sorrento marca uno de los límites del barrio, que se extiende en zona norte pasando las vías y el playón de maniobras del ferrocarril, entre Washington, Casiano Casas, Sorrento y Cavia. Una geografía que incluye situaciones sociales de lo más diversas: sectores de viviendas de clase media, urbanizaciones surgidas de programas oficiales y asentamientos irregulares sin el mínimo acceso a servicios, como la zona conocida como Puente Negro.

Según el censo realizado por la vecinal, el barrio reúne a unas 5.600 personas y conviven varias instituciones, la escuela primaria Leopoldo Herrera, un jardín de infantes, escuela secundaria privada, una nocturna y un taller de educación manual, además del centro de salud Casiano Casas. La falta de empleo es una de las principales preocupaciones para gran número de vecinos, tanto como la inseguridad o la falta de servicios como recolección de residuos, iluminación o bacheo de las calles.

Por eso, hace dos años pusieron en marcha una serie de talleres de capacitación realizados en forma autogestiva. Y empezaron las clases de cocina, de confección textil y de mantenimiento del hogar, en base a los cuales se proyecta crear también cooperativas de producción similares a «La Revoltosa» con la idea de establecer un circuito para que la capacitación tenga continuidad en la formación de emprendimientos productivos, sobre todo para las mujeres que suman tareas del hogar y cuidado de niños. La nueva ley de cooperativas facilita estos trámites ya que hace más fácil la presentación de estatutos y reduce el capital inicial que tiene que aportar cada uno de los socios, explican Lucas Elías y Agustín Russo, abogados de la vecinal mientras ayudan con la elaboración de las raciones de sorrentinos y otras tantas de ravioles. En la vecinal se respira a pan recién horneado y hay que apurar y completar el reparto antes de que se termine el día.

Asistencia alimentaria

La comida es todo un tema en los barrios desde que las restricciones para prevenir contagios de coronavirus se instalaron en la ciudad. De acuerdo a un informe del gobierno provincial, en Rosario unas 114 mil familias reciben asistencia alimentaria. Según el mismo trabajo, sea a través de tarjetas para comprar alimentos o de bolsones de comida, el universo de beneficiarios es de 635 mil personas, la mitad de los habitantes del Gran Rosario. El municipio también incrementó su ayuda en forma inédita.

Fuente: La Capital