Salta: Feria minera en el pueblo donde la gente ya no se va

En Estación Salar de Pocitos toda la comunidad festejó por su desarrollo. La localidad salteña tiene empleo pleno. El litio provocó una verdadera revolución.

En Estación Salar de Pocitos toda la comunidad festejó por su desarrollo. La localidad salteña tiene empleo pleno. El litio provocó una verdadera revolución.

Hay un cambio radical en Estación Salar de Pocitos: los más jóvenes de esa localidad, enclavada en el centro de la Puna salteña, ahora proyectan su vida allí. Ya no quieren irse. El crecimiento de la actividad minera, de la mano del litio, en los últimos cinco años significó una verdadera revolución en el pueblo, mejor conocido como Pocitos.

El martes pasado, por el Día de la Minería, se realizó una feria en el lugar, que fue una postal del auge de este pequeño poblado del departamento Los Andes. Las exposiciones que se montaron no sólo eran de los representantes de las empresas mineras que operan por la zona sino, fundamentalmente, de los emprendedores oriundos de Pocitos y de Santa Rosa de los Pastos Grandes y de los alumnos y alumnas de la renovada escuela 7 de Mayo, quienes presentaron un libro de cuentos y poesías titulado «Entre magia y suspiros de mi Pocitos».

«Antes no había ni un comedor acá y hoy contamos casi con siete comedores, cuatro o cinco hospedajes, gomería, lavandería, y eso es gracias al desarrollo que se hizo por la minería», contó a El Tribuno Cintia Fabián cacique de la Comunidad Kolla de Salar de Pocitos.

Pocitos hoy cuenta con alrededor de 90 habitantes, unas 30 familias. Tiene desempleo cero, una escuela totalmente remozada, espacios comunitarios nuevos, energía eléctrica constante, un Centro de Salud. Cosas básicas, que antes eran impensadas por los pobladores que debían rebuscarselas con solo 6 horas de electricidad por día.

«Nací en Pocitos y me tuve que ir a estudiar al colegio en San Antonio de Los Cobres. Volví hace más o menos 11 años. Era un lugar donde estábamos totalmente abandonados. La gente que había decidido quedarse no tenía ni siquiera las cosas básicas. Pero empezamos a empujar, reflotó la minería y ahora tenemos un desarrollo muy fuerte», describió la mujer.

Cintia administra un comedor junto a sus hermanos donde van a comer trabajadores de algunas mineras y además tiene una empresa que brinda servicio de limpieza a los campamentos de las minas.

«Tengo la visión de que se empieza por algo y después cada uno va construyendo su destino. Hay gente de acá que inició en una empresa minera siendo ni siquiera operarios y se han capacitado y hoy en día están sentados en oficinas», describió la cacique del grupo originario que representa a todos los pobladores de Pocitos.

«En estos últimos años las empresas empezaron a brindar y esto hay que aprovecharlo», dijo.

Por Pocitos tienen que pasar, entre otros, los trabajadores de los proyectos de litio radicados en el Salar del Hombre Muerto, como Sal de Oro, a cargo de la compañía surcoreana Posco, que están en plena construcción. También los que se encuentran en el Salar Rincón, donde las mineras Rio Tinto (de capitales multinacionales) y Puna Mining (con inversión de Australia) también construyen sus plantas de litio. Y lo mismo para quienes van al salar Lullaillaco, hacia el proyecto Mariana, de la empresa china Ganfeng.

Sobre el uso de los recursos naturales y la sustentabilidad del medio ambiente en la actividad minera, Cintia Fabián contó que existen ciertas garantías de que no habrá excesos o incumplimientos gracias a los monitoreos participativos que realizan en los yacimientos entre los pobladores, técnicos de la Secretaría de Minería de la Provincia y las empresas.

«Cuando se ven algunas situaciones que nos preocupa, la comunidad la manifiesta y se va mejorando de a poco». señaló.

Fuente: El Tribuno