San José, un pueblo a punto de desaparecer por falta de producción

ABANDONADA. UNA DE LAS POSTALES DE LA DECADENCIA DE LAS CONSTRUCCIONES EN SAN JOSÉ, TINOGASTA

ABANDONADA. UNA DE LAS POSTALES DE LA DECADENCIA DE LAS CONSTRUCCIONES EN SAN JOSÉ, TINOGASTA

En los últimos 30 años varios pobladores emigraron en busca de mejores servicios y trabajo formal.

Es desolador observar cómo San José, al igual que otras localidades tierra adentro del departamento, que históricamente tuvieron como modo de vida la agricultura, fueron abandonadas por sus pobladores que emigraron a la ciudad en busca de mejores servicios, más comodidades, pero sobre todo trabajo formal.

En un recorrido por el pueblo se pueden observar más de 30 viviendas abandonadas. San José, reconocido por sus tierras fértiles, supo cosechar uvas y ser abastecedor de enormes cantidades de tomate y verduras de hojas verdes que abastecía el mercado interno. En los últimos 30 años se transformó en un pueblo donde quedan no más de 20 familias, la mayoría concentradas en el B° 25 viviendas, construidas por el Estado y entregadas hace una década.

Cientos de hectáreas cultivadas, decenas de viviendas, miles de sueños truncados, forman parte de la historia de la época dorada, de los que hoy solo quedan ruinas.

Algunos vecinos argumentan que el éxodo se dio cuando comenzaron a entregar viviendas en Tinogasta y la gente dejó sus cultivos para irse al centro. Otros hijos del lugar emigraron en búsqueda de trabajo al sur del país, y regresaron mientras sus padres vivían pero cuando desaparecieron físicamente ya no volvieron más.

A la lucha por sobrevivir en la pobreza, alguna vez la zona supo contener la Bodega Pizzeta y diferimientos impositivos como Meulén que en su momento desmontó alrededor de 600 hectáreas para sembrar pistacho, olivos y álamos, y que hoy se encuentran totalmente abandonados. Solo Arenales, un diferimiento en la localidad vecina de Santo Tomás, aún se mantiene con vid.

En relación con los emprendimientos que fracasaron, opinó el responsable del Centro de Desarrollo Vitícola Tinogasta, Aristóbulo Rizzo, que aún pueden ser reutilizados. «En muchos casos el Estado tiene las herramientas como para tomar posesión de las tierras por el incumplimiento de la empresa, para redistribuirlas o asignarlas a algún sector. Incluso se les puede transferir a otros titulares, dependiendo de los recursos legales que se apliquen», sostuvo en referencia a las 600 hectáreas con infraestructura montada que quedaron abandonadas en San José.

En este sentido contó que el cierre de tranqueras se dio por «cuestiones de adaptación de cultivos en cuestión de gerenciamientos dentro del proyecto» y que «nunca fue muy claro el ordenamiento y el seguimiento de los mismos».

«La zona se abandonó y el monte comenzó a restablecerse. No hubo grandes problemas de erosión pero sí un compromiso social que no se cumplió, familias, que estuvieron involucradas en la etapa de desmonte e implantación del proyecto con la perspectiva de que podía continuar generando ingresos, quedaron todas desvinculadas en busca de otras alternativas laborales», expresó Rizzo.

Este año el municipio pavimentó el ingreso a la localidad porque taxis y remises ya no querían entrar al pueblo. Esta desolada comunidad subsiste prácticamente sin ayuda de autoridades, pero advierten resignados que las nuevas generaciones se marcharan inevitablemente. Casi como un destino ya marcado, la pintoresca localidad de San José transcurre en la tristeza que produce la indiferencia.

Reactivar la economía con valor agregado

El responsable del Centro de Desarrollo Vitícola Tinogasta, Aristóbulo Rizzo, expresó que la mejor forma de encender nuevamente la economía local es encontrándole variantes a la agricultura, dándole valor agregado a lo que se pueda producir por el pequeño productor.

«A lo mejor la agricultura no dé beneficios de la manera tradicional como se venía haciendo, sino con un paquete tecnológico que permita mejorar las condiciones de producción, achicar los costos e intentar darle algún agregado de valor a esas producciones.

El objetivo es no ser únicamente un productor de fruta directa, sino trabajar en la presentación del producto que permita que el trabajador se quede con alguna utilidad más atractiva que vender únicamente materia prima», explicó Rizzo y sostuvo que el problema actual es la falta de estos ingresos. «Hoy en día gran parte de los ingresos son del empleo público que realmente no retribuye demasiado y se mantiene a un nivel que no le permite un crecimiento en alguna actividad privada», agregó.

San José se caracterizó por ser una muy buena zona productiva. Lograba rendimientos muy aceptables y le permitía al productor generar un ingreso rotativo cada 5 ó 6 meses.

Fuente: El Ancasti