Se desenterró el Carnaval Andino

La casa de Severo Báez fue una gran fiesta en la que no faltaron las coplas y el papel picado.

La casa de Severo Báez fue una gran fiesta en la que no faltaron las coplas y el papel picado.

Y finalmente llegó el día tan esperado por cientos de salteños, muchos de ellos copleros, bagualeros y tantos otros paisanos que celebran año tras año las aventuras del Pujllay durante la época del carnaval.

Ayer se realizó por 32º año consecutivo el Desentierro del Carnaval Andino en la ciudad de Salta.

La casa del coplero Severo Báez y de la bagualera Rafaela Gaspar (pje. Echeñique 1074) fue una verdadera fiesta de papel picado, albahaca y serpentinas, al ritmo inconfundible de quenas, erkes, bombos y bandoneones.

Chicos y grandes festejaron por igual, con el acompañamiento de los vecinos de villa Primavera y de cada vez más salteños que, año tras año, se acercan a compartir y celebrar este ritual ancestral de la cultura andina.

Una jornada colorida
Desde las 10 de la mañana, Severo y su esposa Rafaela recibieron a los asistentes con la calidez y la cordialidad que los caracteriza.

Los presentes pudieron disfrutar de las más ricas comidas regionales, preparadas especialmente para la ocasión.

No faltaron los patios copleros y carperos, zambas y chacareras, juegos de carnaval y los famosos contrapuntos en los que se lucen la destreza y la picardía de cada cantor.

Uno de los momentos más emotivos de la jornada se vivió cuando se invocó a la Virgen María y se le rindió culto a la Pachamama, alrededor del mojón.

Como ya es costumbre, Severo fue el encargado de pedirle permiso a la Madre Tierra y abrir el mojón para desenterrar el carnaval.

Hecho esto, los presentes festejaron al ritmo del carnavalito, con mucho baile, gritos y algarabía.

Fue una jornada colorida, llena de música, poesía y canto, al son de coplas y bagualas, con sus tonos tan característicos según el rincón de la provincia de donde provengan cada paisano.

Los festejos de carnaval continuarán hasta que la tradición diga basta el Miércoles de Ceniza, para dar paso a un tiempo de austeridad y reflexión según la grey cristiana. Mientras, el Pujllay hará de las suyas.

Fuente: El Tribuno