Siete maravillas salteñas: un recorrido entre paisajes y pueblos increíbles
De Cafayate a San Antonio de los Cobres, lo mejor de Salta entre montañas, valles, trenes y quebradas únicas.
20/08/2025 TURISMODe Cafayate a San Antonio de los Cobres, lo mejor de Salta entre montañas, valles, trenes y quebradas únicas.
Salta, la provincia que no por nada es conocida como “la Linda”, combina la riqueza cultural de sus pueblos con paisajes de una belleza extraordinaria. Recorrerla es atravesar climas, colores y alturas cambiantes en pocos kilómetros, siempre con el marco de la hospitalidad norteña. Este itinerario reúne siete destinos imperdibles que reflejan su esencia.
1. Cafayate
Ubicada a 1.683 metros sobre el nivel del mar, Cafayate es la capital vitivinícola del norte argentino. Sus días soleados casi todo el año y su suelo particular la han convertido en cuna del Torrontés, un vino blanco aromático que es marca registrada de la región. Las bodegas ofrecen visitas guiadas y degustaciones, mientras que el centro del pueblo conserva la tranquilidad de las siestas y la arquitectura colonial. Además, los alrededores invitan a caminatas por viñedos que contrastan con el rojo de las montañas.
2. Quebrada de las Conchas
Entre Salta y Cafayate se despliega un espectáculo geológico que parece sacado de otro planeta. La Quebrada de las Conchas es un área protegida donde el viento y el agua esculpieron, durante millones de años, formaciones como la Garganta del Diablo, el Anfiteatro, los Castillos, el Obelisco, la Ventana y muchos más.
Las rocas, de un rojo intenso, cambian de tonalidad según la luz del día, ofreciendo postales únicas para los amantes de la fotografía. Hay miradores y senderos cortos para quienes quieran explorar a pie.
3. Cuesta del Obispo
La ruta que conecta Salta capital con Cachi es una aventura en sí misma, y la Cuesta del Obispo es uno de sus tramos más icónicos. Se trata de un camino de cornisa y curvas cerradas que asciende hasta los 3.348 metros en la Piedra del Molino. Desde allí, la vista abarca todo el Valle Encantado y parte del Parque Nacional Los Cardones. El recorrido es ideal para hacerlo con tiempo, deteniéndose en miradores naturales y pequeños puestos de artesanías. Imperdible la Recta de Tin Tin y el deleite de probar salame de llama o fotografiar guanacos que pastan a la vera de la ruta.
4. Cachi
Este pueblo de 2.531 metros de altura es un museo a cielo abierto. Sus calles empedradas, casas de adobe encaladas y la iglesia de San José, con su techo de madera de cardón, transmiten la esencia de los Valles Calchaquíes. En la plaza central se concentra la vida del pueblo, con ferias de artesanos y pequeños restaurantes donde probar empanadas salteñas o locro. El entorno montañoso y el aire diáfano lo convierten en un destino perfecto para relajarse y desconectarse.
Imperdible visitar el ovnipuerto ubicado a pocos kilómetros del lugar. Declarado de interés público y protegido municipalmente, es un atractivo turístico y cultural. Fue construido por Werner Jaisli, también conocido como “Bernard”, un artista y poeta suizo nacido en Aarwangen, cantón de Berna, comenzó la obra en 2008 tras afirmar haber sido contactado telepáticamente por ovnis, y la completó en 2012 sin planos, solo ayudado por sogas para trazar las formas
5. Tren a las Nubes
Uno de los recorridos ferroviarios más altos del mundo, el Tren a las Nubes parte desde la ciudad de Salta y atraviesa 217 kilómetros de paisajes cambiantes, túneles y viaductos. El punto culminante es el Viaducto La Polvorilla, a 4.220 metros de altura, una obra de ingeniería que parece flotar entre las montañas. El viaje, que combina tramos en tren y en bus, permite conocer comunidades andinas y disfrutar de la inmensidad de la puna.
6. San Antonio de los Cobres
En plena puna salteña, este pueblo es conocido por sus artesanías en lana de llama y alpaca, que se venden en mercados locales. Es una parada obligada para quienes hacen el Tren a las Nubes o se dirigen a las Salinas Grandes. La altitud, de 3.775 metros, le da un aire limpio y frío, mientras que las calles polvorientas y las casas bajas conservan la impronta de los pueblos mineros.
7. Quebrada del Toro
Este corredor natural conecta el Valle de Lerma con la Puna, acompañando gran parte del trayecto del Tren a las Nubes. Las montañas muestran un abanico de colores que van del ocre al verde, y a lo largo del camino aparecen pueblos ferroviarios, antiguos túneles y puentes. Es una ruta menos transitada por turistas, ideal para quienes buscan paisajes imponentes y tranquilos.
Estos destinos no solo deslumbran por su belleza natural, sino que también cuentan historias de pueblos originarios, colonos y viajeros que dejaron huella en la región.
Por supuesto que también vale la pena recorrer la ciudad de Salta, con su casco histórico y la Plaza 9 de Julio. El corazón social y político de la ciudad, rodeado por edificios emblemáticos como el Cabildo, la Catedral, el MAAM y el Teatro Provincial. Su recova intacta y su arboleda la convierten en un punto clave del patrimonio salteño.
Turismo religioso
En cuanto a su arquitectura religiosa, son imperdibles la Catedral Basílica de Salta y la Basílica y Convento de San Francisco.
La primera cuenta con una construcción del siglo XIX que reemplazó el templo anterior destruido por un terremoto. Declarada Monumento Histórico Nacional, destaca por su rica decoración y valor arquitectónico.
El convento de San Francisco es, por su parte, un monumento histórico declarado en 1941, con una fachada y campanario que se destacan en el paisaje urbano. Su torre, de 54 metros, es una de las más altas de Sudamérica.
La última postal la ofrece el telesférico San Bernardo. Este paseo ofrece una vista panorámica incomparable de toda la capital y el Valle de Lerma. Parte desde el Parque San Martín y asciende 1.045 metros hasta la cima del cerro San Bernardo en apenas 10 minutos. En la cima, los miradores, senderos y espacios verdes permiten disfrutar de la tranquilidad, especialmente al atardecer, cuando las luces de la ciudad comienzan a encenderse.
Recorrer cada uno de estos lugares es sumergirse en la esencia de Salta, una tierra que siempre invita a volver.