Sin acceso a Internet, la educación en cuarentena no llega a las villas porteñas

La escasez de conectividad digital y de computadoras dificulta la continuidad pedagógica en las villas de la Ciudad de Buenos Aires, mientras se extiende el aislamiento social.

La escasez de conectividad digital y de computadoras dificulta la continuidad pedagógica en las villas de la Ciudad de Buenos Aires, mientras se extiende el aislamiento social. Según los testimonios recabados por PáginaI12, la mayoría de los consumos son vía celular y usando datos telefónicos, lo que los vuelve más caros en un momento crítico para la economía informal. El Frente de Todos presentó un proyecto para que el Estado porteño brinde acceso a Internet en forma gratuita en toda la ciudad.

Lorena vive en la villa 21-24. Tiene tres hijas. Y un solo celular. La más grande, de 15, tiene el propio, pero recibe diez trabajos prácticos por día de todas las materias a través de Internet. Lorena está trabajando –dado que hace tareas de cuidado a ancianos– seis días a la semana, por lo que su celular tampoco está disponible. No tienen computadora, por lo que las posibilidades de que sus hijas menores puedan seguir educándose son nulas, mientras dure el aislamiento social. Como Lorena hay miles de casos en las villas de la Ciudad de Buenos Aires, fruto de la falta de conectividad de Internet, que se suma a la carencia de servicios básicos en muchos de estos barrios. Según los testimonios que recabó PáginaI12, la mayoría de los consumos son vía celular y usando datos, lo que los hacen más caros y, en un punto, inaccesibles en cuarentena. Un proyecto presentado en la Legislatura plantea que el gobierno porteño debe avanzar en garantizar la conectividad en estos barrios.

«Esta problemática la estamos teniendo muchas de las madres sobre las clases virtuales que mandan los docentes de la primaria y de la secundaria», cuenta Lorena, en el barrio San Blas de la villa 21-24. «El principal problema es el acceso a Internet y los materiales de computadora. Muchos no tienen computadora o la que tienen no sirve, porque se vive bloqueando, dado que para que no se bloquee tiene que tener un acceso a Internet por lo menos una vez cada cinco días», relata. «Yo tengo tres nenas. La de 15 tiene un celular y yo otro. Tengo un día solo que estoy de casa. A una de ellas le mandan 10 trabajos prácticos por la plataformas de aulas virtuales, por lo que no puede prestar el celular. No hay forma de que accedan las otras dos. Y no puedo gastar todos los días en celular», explica.  «Para recargar crédito en el celular, necesitas mínimo 150 o 200 pesos diarios. La mayoría acá son empleadas domésticas o trabajadores de la construcción y, si no trabajás, no te pagan. Entonces, tienen que priorizar cargar crédito para que tus hijos hagan la tarea o comprar el kilo de pan o de carne. Estamos en una diyuntiva bastante jodida», remarca.

Lo mismo le ocurre a Inés de la Villa 31. «Está claro que no es lo mismo la cuarentena en Puerto Madero que acá. En la 31 hay un sistema de Internet, pero es privado y no es muy bueno. En mi caso pago tres líneas de celular. Se genera un gasto extra que es difícil de asumir, y más dificil para las compañeras y compañeros que no trabajan», advierte.

En la 31, a metros del Ministerio de Educación, funciona el bachillerato popular «Alberto Chejolan» para adultos, creado por la CTA Autónoma. Rafael es uno de sus docentes. «Hace pocos días nos comunicamos entre todos los docentes con las estudiantes y los estudiantes para evaluar algún tipo de continuidad educativa. La mayoría tiene un celular y la minoría, una computadora. En la mayoría de los casos son compartidos con sus familias. La conexión es en la mayoría por datos no por Wi Fi. Esto es un problema, porque la conexión es más cara o dura mucho menos».

En el barrio Fátima, en Lugano, ocurre algo similar: «La situación de la conectividad a Internet es un problema diario. A los alumnos y alumnas del barrio se les está haciendo imposible acceder a todo el contenido educativo. Así se sigue aumentando la brecha y se vulnera el derecho a la educación», indica Ariel Verón, referente de la Villa 3. «Los vecinos y vecinas te comentan que se tienen que caminar un par de cuadras para ir a un punto de la ciudad o una plaza para poder descargar los materiales educativos, así que ahí tienen que violar la cuarentena. Y si no tienen un punto cercano tienen que gastar los datos con la cuenta que tienen con los celulares. No sólo es caro, sino que es un servicio muy limitado», indica.

Estefanía es docente en la escuela primaria 19 del barrio Ramón Carrillo, en Villa Soldati. Allí reciben alumnas y alumnos de Villa Fátima, Piletones, La Esperanza y La Veredita. «Estuve en la puerta el miércoles entregando bolsones de alimentos y pude conversar con las familias. Una de las mayores preocupaciones era la falta de acceso al material que los docentes vamos subiendo semana a semana al blog de la escuela. ‘Me gasté todo el saldo queriendo entrar a esa página’, me dijeron», relata la docente. «A nuestras y nuestros estudiantes les falta su computadora (a primer ciclo, el Ministerio de Educación porteño no se las entrega hace años), hay algunas tablets que deben estar muertas de risa en la escuela», advierte.

«La Ciudad tiene que garantizar la conectividad»

En la Legislatura, que desde ahora funciona de manera virtual, la legisladora María Bielli (Frente de Todos) presentó un proyecto para que el gobierno porteño garantice el acceso inalámbrico de Internet en estos barrios. «En tiempos de cumplimiento del aislamiento obligatorio, se acrecientan las desigualdades que hay en la Ciudad. A muchos servicios básicos insatisfechos que tienen los barrios, se suma la falta de conectividad necesaria que hoy es un puente para acceder a otros derechos, ya sea los niños y a las niñas de poder llevar adelante la continuidad educativa que está propuesta por las distintas instancias de Gobierno y de los adultos de acceder a las medidas que están planteadas para paliar la emergencia. El Gobierno de la Ciudad tiene que garantizar la conectividad», remarcó la legisladora a este diario.

«Los vecinos y vecinas de los barrios gastan mucha plata en Internet y en el uso de los datos. La única posibilidad de acceder es mediante la telefonía móvil, porque en muchos de esos barrios no están hechas las conexiones para garantizar la conexión via Wi Fi. Y en un contexto donde las familias están perdiendo su ingreso diario, es un gasto que no puede ser llevado adelante», razonó. La legisladora citó como ejemplo el «Plan Atalaya» en Villa 20, un emprendimiento comunitario para ofrecer Internet, hecho por organizaciones sociales y por la UTN. Indicó que el gobierno porteño podría buscar convenios con experiencias similares.

Fuente: Página 12