Todos Santos y difuntos en la Puna

Permite el reencuentro de familiares y amistades, además de encontrarse imaginariamente con seres queridos que ya no están. Los predios de la feria cambian su aspecto sombrío por multicolores flores traídas de la Quebrada, Valles y sur de Bolivia.

Permite el reencuentro de familiares y amistades, además de encontrarse imaginariamente con seres queridos que ya no están. Los predios de la feria cambian su aspecto sombrío por multicolores flores traídas de la Quebrada, Valles y sur de Bolivia.

La celebración de Todos Santos y Fieles Difuntos permite el reencuentro de familiares, vecinos y amistades, además de encontrarse imaginariamente con seres queridos que ya no están físicamente entre nosotros.

En un mismo momento se mezclan dos sentimientos: tristeza y alegría, algo muy poco comprensible para otras culturas entre el 1 y 2 de noviembre.

La figura central es el recuerdo tanto del difunto familiar más reciente como de aquellos que aún están en la memoria de sus familiares y amigos.

El pueblo puneño apenas está recuperando energías luego de la Manka Fiesta, y comienzan con los preparativos para las fechas mencionadas.

Los predios de la feria mayorista en el exferrocarril Belgrano cambian su aspecto sombrío por multicolores flores traídas desde la Quebrada, los Valles y sur de Bolivia.

Los vecinos quiaqueños y de zonas aledañas se agolpan en los lugares donde puesteros ofertan las flores y coronas, mientras el resto de sus parientes elaboran los «turcos».

Todas las ofrendas son a base de pan y las masitas dulces preparadas en abundancia.

El ritual de los muertos se celebra durante tres años consecutivos, pasado ese tiempo el despacho del alma tiene un sello propio.

El 31 de octubre se coloca la mesa en honor a los angelitos y al día siguiente para los adultos.

Costumbre arraigada

El 1 de noviembre a las doce está lista la mesa, se encienden velas y la gente queda a la espera del alma que esa noche llegará.

Los vecinos con el transcurrir de la noche entablan charlas sobre temas relacionados al difunto, prosiguen con cuentos sobre buenos y malos espíritus, el diálogo se vuelve interminable a fin de que todos se mantengan despiertos hasta el amanecer.

Con las primeras horas del día y antes de retirarse, los familiares sirven una reconfortante «lagua», una sopa hecha a base de harina.

Ya el 2 de noviembre, después del almuerzo, los dolientes y amigos concurren al cementerio llevando flores y coronas para el arreglo de las tumbas.

Después de rezar y elevar plegarias, antes del atardecer comparten bebidas típicas como la chicha y otras infusiones que tienen alcohol.

Fuman y coquean recordando al difunto en anécdotas, hay lágrimas y risas entre los presentes, son instantes que llevan un hondo sentir religioso y profunda convicción de que el ser amado los está escuchando.

Cuando el astro rey se esconde por el horizonte retornan a casa donde se lleva a cabo la «repartija» de las ofrendas, mientras comidas y bebidas son enterradas para que el alma lleve como avío, de regreso al cielo.

La espera de las almas, una costumbre de amor

La mañana del 31 es culturalmente estresante. Las almitas nuevas, aquellas por las que aún se guarda el luto, ya deben tener la mesa lista, pero aquel que espera la de un ser querido que partiera hace más tiempo tampoco le va en menos, debe tener todo pronto: las ofrendas amasadas y horneadas, los platos y dulces que eran del gusto del difunto, las flores, las coronas.

Ana Castelo, que ofrece coronas en el mercado de Tilcara, nos cuenta que sus mejores ventas son desde antes. Nos explica que “yo salgo a vender las flores antes del Día de la Madre, porque hay mucha gente de los Valles que viene a hacer estas compras por lo menos una semana antes. Es que ellos están lejos, hoy ya no están acá, ya están haciendo sus ofrendas”.

Para el hacer, lo previo fue la provisión de leña y de harina que empieza a escasear, como la misma coca, al llegar estas fechas. Nos cruzamos con dos vecinas buscando cayotes: “hay pocos y están todos muy feos. Con estos dos apenas si tengo para una docena de empanadillas”, nos dice una de ellas. En las últimas noches, el humo saliendo por sobre los hornos y alguna luz encendida para las manos que amasan.

Cada quien pendiente de lo que aprendió que era necesario para preparar la mesa: el compartir de la hechura de turquitos, escaleras y palomas de pan, la memoria de los gustos del ser querido, colocar las ofrendas todo del modo debido, que es como lo practicaron los abuelos, los cuentos para la noche: los castigos de las almas al que no cumple, al que es mezquino, al que no cree.

¿Cómo pronóstico? Deberá lloviznar, en la mañana, porque esas son las lágrimas de las almitas que regresan, y el 2 a mediodía, una vez levantadas las ofrendas, el sol bajo el que las familias partirán hacia el cementerio a compartir con los suyos: a llevarle coca, cigarrillos, alguna bebida y música para prorrogar esa intimidad que, en la creencia de nuestra gente, no se interrumpe ni aún con la muerte. (Ricardo Dubín)

La familia se prepara para recibir a las almas

Hoy se celebra el Día de los Santos, una costumbre de nuestra cultura para honrar a las almas y recordar los gustos de los fieles difuntos.

La familia se reúne para dar la bienvenida a las almas, asistir a los oficios religiosos y sentarse a la mesa para compartir los alimentos.

La noche del 1 de noviembre la familia arma una mesa para representar la conexión al espíritu de los seres que partieron, colocando ofrendas y las imágenes de los difuntos.

Entonces, cuando los espíritus pasan por nuestro mundo se llevan los nutrientes de las bebidas y platos que más les gustaban en su vida terrenal. Al día siguiente, la familia se reúne para rezar.

Algunos visitan el cementerio para arreglar las tumbas y poner flores.

Para conocer más a fondo la tradición, la vecina palpaleña Elba Cazón de Villegas nos abrió las puertas de su hogar para contarnos el significado del ritual que ella hace en honor de sus difuntos.

“Desde niña, siempre ayudé a mi madre a preparar las ofrendas para mi abuelita y así fui aprendiendo como hacer las ofrendas y su significado.

Antes de que ella parta al encuentro con el señor, me dijo se iba tranquila porque sabría que yo la esperaría en cada fecha”, contó.
Mientras relataba cómo son los preparativos para la celebración, sobre una mesa de machimbre Elba empezó a ubicar las bandejas para poner las ofrendas y las diferentes comidas.

En un horno de barro su marido calentaba la brasa para la cocción de la masa.

Al preguntar sobre la importancia de preservar la tradición del día de los muertos, expresó que “es una cultura y costumbre muy importante que tienen las familias. Antes se veía muchísimo cuando las familias hacían ofrendas, ahora se ven pero no como antes. Nosotros en esta fecha rezamos por todas las almitas de la familia, conocidos y almas olvidadas”, sostuvo.

Por último mencionó que es importante que la gente joven aprenda esta tradición, ya que es una manera de recordar a los seres queridos fallecidos no solo con el pan sino con diferentes detalles.

Las ofrendas 

El ofrecimiento fraternal es el pan y es uno de los elementos más preciados en el altar.

Las ofrendas son abundantes y tienen un gran significado simbólico.

Las familias acostumbran a adornar con ramos de flores la mesa y lo que nunca puede faltar son la representación de los cuerpos de los difuntos realizados en masa.

Las palomitas decoradas con masa de color negra son las que ayudan a los fieles a volver al cielo, la canastita es para que las almas que lleguen al altar puedan llevarse todo lo que quieran y sea de su gusto.

La escalera ayuda a que los difuntos puedan subir al cielo.

El agua, fuente de vida también se les ofrece a los difuntos para calmar su sed después del largo recorrido que tuvieron que hacer.

Elva comentó que los ingredientes de las ofrendas son grasa derretida, salmuera y levadura.

Para las ofrendas dulces utiliza huevo harina, leche y anís. (Celeste Marconiz)

Una mesa en “Culturarte”

Con la finalidad de revalorizar la cultura jujeña, la Secretaría de Cultura y Turismo conmemorará el Día de los Fieles Difuntos con la exhibición de una mesa de ofrendas que estará disponible al público desde las 12 de hoy hasta las 12 de mañana. Se prevé la actuación del grupo Sumaj Warmi “Mujeres Copleras” que brindará un cántico para las almas.

Mañana a las 10 un sacerdote rezará un responso en memoria a los fieles difuntos y a las 12 se procederá al ritual de levantar la mesa.

En este sentido la referente del área de Letras del organismo, Carolina Cala, explicó que aquellos que se acerquen serán atendidos por el personal de la Secretaría, “se les invitará jugo de pelón, un vasito de anchi y también coca para que hagan coquear a la almita”. Destacó que se pondrá una mesa con comidas típicas de difuntos que eran de sus gustos junto a diferentes figuras que llevan un propio significado.

La actividad se desarrollará en horario corrido para todo el público con acceso libre y gratuito.

Fuente: El tribuno