Tras la fiesta de Río, Brasil se sumerge otra vez en el barro de la lucha política

El jueves comienzan las sesiones decisivas del juicio político contra Dilma Rousseff, quien ejercerá su defensa en el Senado el 29. Repudiado en los Juegos Olímpicos, Temer espera dejar de ser “interino” en una semana.

El jueves comienzan las sesiones decisivas del juicio político contra Dilma Rousseff, quien ejercerá su defensa en el Senado el 29. Repudiado en los Juegos Olímpicos, Temer espera dejar de ser “interino” en una semana.

Los primeros Juegos Olímpicos de Sudamérica se cerraron este domingo en Río de Janeiro y el país anfitrión, Brasil, volvió a una rutina en que las disputas políticas que derivaron en una grave crisis institucional desplazarán de las portadas de los diarios a los festejos por los logros deportivos.

Para el gobierno que encabeza el presidente interino, Michel Temer, sin embargo, los 17 días de fiesta carioca no sirvieron para aplacar los reclamos ni anestesiar los movimientos y las protestas articulados en contra de un Ejecutivo al que tildan de golpista.

En la jornada inaugural, quien fue dos veces vicepresidente de Dilma Rousseff y hoy es acusado de traidor y golpista por la mandataria suspendida no pudo evitar la estruendosa silbatina y los gritos de repudio de un colmado Maracaná, aun cuando su intervención en la ceremonia de apertura se redujo a menos de 10 segundos. Tamaño rechazo, retransmitido en directo al mundo entero, pesó en la decisión de Temer de no asistir anteayer a la fiesta de clausura.

Pese a los malos tragos y a los carteles y las banderas en su contra, que irrumpían en las gradas o en las afueras de los estadios, Temer trató de capitalizar las 19 medallas brasileñas con mensajes desde su cuenta en Twitter. Pero su atención se centró en lo que imagina que ocurrirá en estos siete días.

Y es que el próximo jueves, el Senado federal comenzará en Brasilia las sesiones que pueden culminar, quizá el martes se la semana que viene, con la destitución definitiva de Dilma y la confirmación del gobernante interino en el Palacio del Planalto hasta el 31 de diciembre de 2018.

Rousseff, reelegida por más de 54 millones de votos a fines de octubre de 2014, ha anticipado que ejercerá su propia defensa ante los miembros de la Cámara Alta, donde los votos de 54 legisladores (sobre un total de 81 que componen ese cuerpo) bastarán para acabar con su mandato y aplicarle ocho años de inhabilitación.

Dilma insiste en su inocencia y sostiene en que hay una trama urdida para derrocarla ante la falta de pruebas o los dictámenes de peritos de que no cometió el crimen de responsabilidad fiscal que sustenta el proceso inquisidor, que ha entrado en su fase decisiva.

Para quien el 1° de enero de 2011 se convirtió en la primera mujer en presidir el país más poblado e influyente de la región, las sesiones finales del juicio político dejarán en evidencia a sus opositores.

Dilma afirmó en una entrevista televisiva brindada este fin de semana que “la trama golpista” resultó indisimulable en la sesión con que la Cámara de Diputados aceptó por amplia mayoría el impeachment en su contra, el 17 de abril pasado. En esa ocasión, miembros de un Congreso salpicado por graves denuncias de corrupción invocaron las causas más desopilantes para apoyar el enjuiciamiento de la jefa de Estado. Muy pocos aludieron a las “pedaleadas fiscales”, que son las que dieron base al impeachment.

Pese a la endeblez formal de la acusación en su contra, los pronósticos de analistas y de dirigentes políticos, incluidos los de su propio Partido de los Trabajadores, son adversos a Rousseff.

Esta visión se acrecentó cuando, días atrás, el Senado aprobó el dictamen de una comisión condenatorio de Rousseff por 59 votos a favor y 21 en contra. Fueron cuatro sufragios más que los que el 12 de mayo aceptaron dar curso al impeachment .

Temer y sus aliados han presionado para que la votación decisiva de la Cámara Alta tenga lugar antes de septiembre, mes en el que el resistido gobernante interino espera viajar ya como “mandatario efectivo” a la Cumbre del G-20 en China.

Espera en La Alvorada

La última fase del juicio comenzará el jueves y se extendería hasta el miércoles 31. Dilma Rousseff necesita que la moción para destituirla reciba menos de dos tercios (54) de los votos del total de los senadores para conservar su cargo y regresar al Palacio del Planalto. La mandataria prepara su propia defensa en el Palacio de la Alvorada, la residencia oficial en Brasilia donde vive desde enero de 2011.

Rousseff negó una vez más el domingo que pensara renunciar y acusó a Temer de querer acelerar su destitución y de tener miedo a “delaciones premiadas” que lo vinculen a casos de corrupción.

Fuente: La Voz del Interior