Un síntoma de fractura entre ricos y pobres

Un movimiento popular de protesta en Francia creció y se radicalizó, dando rienda suelta a actos violentos que devastaron el centro de París durante un fin de semana de disturbios y exhibiendo una fractura en el país entre los ricos y los pobres.

Un movimiento popular de protesta en Francia creció y se radicalizó, dando rienda suelta a actos violentos que devastaron el centro de París durante un fin de semana de disturbios y exhibiendo una fractura en el país entre los ricos y los pobres.

Un movimiento popular de protesta en Francia creció y se radicalizó, dando rienda suelta a actos violentos que devastaron el centro de París durante un fin de semana de disturbios y exhibiendo una fractura en el país entre los ricos y los pobres. Es poco probable que la dura retórica del impopular presidente Emmanuel Macron, quien fue categóricamente culpado por el caos, alivie la creciente sensación de injusticia social pese a la marcha atrás con el alza de las naftas. La inconformidad por el costo creciente de la vida entre las «petite gens» o «personas insignificantes» —como muchos manifestantes se llaman en alusión a la forma peyorativa en que se conoce a los asalariados de bajos ingresos—, creció junto con la sensación de marginalización. La estrategia de Macron de subir el impuesto al combustible en enero con el fin de desestimular el consumo de combustibles fósiles, provocó que las cosas estallaran. Los manifestantes dicen que quieren igualdad de condiciones, las cuales creen que están inclinadas a favor de la élite y de los habitantes acaudalados de la ciudad.

La tasa al combustible «fue la chispa», dijo Thierry Paul Valette, un coordinador de la protesta en París. «De no haber sido eso, hubiera sido algo más». Los miembros de los «chalecos amarillos» por la vestimenta de seguridad fluorescente que todos los conductores franceses están obligados a llevar en sus autos.El movimiento, que se organizó en redes sociales en octubre, inicialmente estaba compuesto por retirados, autoempleados, artesanos y otros que enfrentan dificultades para sobrevivir, con frecuencia de zonas rurales de Francia, y de entre 30 y 50 años, dijo el sociólogo Jean-François Amadieu, experto en movimientos sociales. Dijo que Macron, de 40 años y rodeado por un equipo joven con poca experiencia, malinterpretó las señales del nivel de inconformidad y no comprendió que negarse a ceder en una ley no siempre es el mejor camino en Francia. «Son personas que piensan que gobiernas un país como si fuera una empresa incipiente», dijo Amadieu.

Muchos consideran a Macron, cuya popularidad va en picada, una persona arrogante con un estilo que afecta sensibilidades, como decirle a un hombre desempleado que puede encontrar trabajo si «cruza la calle» o aconsejarle a un jubilado que no se queje. Desde que inició el movimiento el 17 de noviembre, tres personas murieron. Valette dijo que la violencia era a causa de personas «que usurpan a los chalecos amarillos».

El sábado hubo negocios saqueados y vehículos incendiados en ricos barrios alrededor de la conocida avenida Campos Elíseos. El Arco de Triunfo, debajo del cual está la tumba del soldado desconocido fue manchado con grafiti y vandalizado por dentro. «Los chalecos amarillos triunfarán», decía un mensaje.

Amadieu dijo que muchos consideran la violencia un medio necesario para el cambio. «Todos aprendimos sobre la toma de la Bastilla y la Revolución Francesa… El cambio siempre es a través de la concurrencia de fuerzas», dijo. «Eso está, desafortunadamente, muy arraigado en Francia».

Fuente: La Capital