Ushuaia, el comienzo del mundo
Cruzando la Cordillera y antes de caernos del mapa, la ciudad nos espera con lagos increíbles y una gastronomía de primera.
07/12/2016 TURISMOCruzando la Cordillera y antes de caernos del mapa, la ciudad nos espera con lagos increíbles y una gastronomía de primera. Aventuras todoterreno a tres horas y media -en avión- de Córdoba.
Por una ley de Promoción Industrial, en la década del ‘80 se instaló en Ushuaia gente de todo el país, incluidos muchos cordobeses que buscaban salida al mar, según bromea un amigo porteño. “Debido a esa ‘gran venida’, la ciudad tuvo un crecimiento rápido y desordenado”, comenta María Painé, del Instituto Fueguino de Turismo. Con solo levantar la vista puede comprobarse cómo las construcciones han ido ganándole terreno a las montañas cercanas, que amenazan con empujar la ciudad al agua. Ushuaia está “apretada” entre la cadena montañosa del Martial y el Beagle.
Presos y centollas
Nos instalamos en Las Hayas Ushuaia Resort, enclavado en pleno bosque fueguino, a solo 2,5 kilómetros del centro de la ciudad. Hago una selfie con la imponente vista desde mi habitación y me preparo para iniciar la primera visita. A la cárcel.
El famoso presidio de Ushuaia conserva toda un ala en su estado original. El “Petiso Orejudo”, Sacomano y “El Místico” no son los mejores anfitriones. Sus estatuas y las de otros populares habitantes de la cárcel del fin del mundo causan escalofríos. Funcionan, también allí, el Museo Marítimo y una galería de arte.
Al salir, la brisa helada nos despeja. Vuelta al hotel y breve descanso antes de disfrutar de los otros imperdibles de la isla: centolla, merluza negra y cordero fueguino (ojo: confundirlo con el patagónico es como hacer lo propio con los salames de Colonia Caroya y Oncativo. Cada cual tiene su hinchada). Maridamos con magníficos vinos (del Fin del Mundo, claro) y optamos por la roja, la rubia y la negra artesanal (en botellas pequeñas y en ese orden), sin mayores preocupaciones. Hasta mi piso hay ascensor.
“Al día hay que aprovecharlo”, wasapea el Chino, fotógrafo del grupo, a las 5 de la mañana mientras retrata el amanecer. El primer “visto” llega a eso de las 8.
Lago encontrado
Un Land Rover Defender siempre es promesa de aventura. Después de 60 kilómetros hacia el norte de la isla por la RN3, llegamos al punto más elevado, el Paso Garibaldi (a 430 metros sobre el nivel del mar). Allí, con una vista infinita, llueve, nieva y se despeja en minutos.
Al descender, dejamos atrás el asfalto y nos internamos en lo que solo un sádico calificaría de calle. Sacudones y rebotes hacen el viaje muy placentero. Al cabo de pocos kilómetros llegamos al Fagnano, un interminable espejo cristalino con importantes olas que invitan a mirar desde la orilla.
Abandonamos la 4×4 y comenzamos la caminata por el bosque: nos esperan el lago Escondido, la cabaña y, como siempre, un plato.
Arden los “chulengos”, el buen vino y la compañía de gente de todo el mundo.
Caminantes
“Hemos recibido gente que viene a esta excursión con tacos aguja”, nos cuenta sonriente Walter, nuestro guía. Equipados con botas para el agua y bastones, atravesamos bosques de lengas y esquivamos “castoreras” hasta llegar, nueve kilómetros después, a la magnífica laguna Esmeralda. Una vez allí, nos sentamos en las piedras de la orilla con la mirada perdida. No sabemos si es por el cansancio o por la belleza del entorno (quizás sea por ambos).
Esta actividad, de baja dificultad, atrae a muchos caminantes en una especie de desfile de Salomon y The North Face. Algunos acampan en los bosquecitos cercanos. Lo hacen en silencio, susurrando a lo sumo, en múltiples idiomas. La vuelta es más rápida, por las energías renovadas y porque, como siempre, un plato espera.
Conclusión: Ushuaia es un paraíso cercano, con tanta variedad que Tim Burton podría hacer de las suyas, y no sería raro ver a Heidi y el Abuelo correteando lanares fueguinos por las laderas nevadas. Suena bonito, pero sigue sin convencerme lo de “el fin del mundo”. Para mí, no es el fin de nada, sino el comienzo de algo, porque no se vuelve a casa igual que como se ha venido. ¿Acaso no se filmaron acá varias escenas de El Renacido?
Este es el fin
Última noche. Mis compañeros de “la Capi” ya se fueron. Me quedo una noche más esperando el directo a Córdoba. Me acuerdo de mi tío Luis, que criaba ovejas en la Villa María donde nací. En memoria de ese viejito lindo armo el menú de despedida. Empanadas de cordero de entrada y ravioles de cordero con bolognesa de cordero como plato fuerte. Acompañan la roja, la rubia y la negra, en ese orden. Me salto el postre. No soporto el queso, sea de vaca, cabra u oveja. Todavía la cocina no ha desarrollado postres a base de cordero. Creo.
Noche de pioneros
Está oscureciendo y otra aventura comienza. Hay cuatriciclos atravesando arroyos, caminatas por el bosque, castores tan trabajadores como dañinos (perdón, NatGeo), lecciones de historia en la cabaña museo Ernesto Krund, guiso y vino caliente. La familia Cornejo, anfitriona de lujo. Una excursión imperdible.