Vendedores ambulantes: un termómetro social que muestra el auge del mercado laboral informal en Santa Fe

Están en las esquinas más tradicionales y transitadas de la ciudad. En el centro y en las afueras y los rubros son variados. Los datos de pobreza e indigencia para el Gran Santa Fe, clave en el “boom” del oficio.

Están en las esquinas más tradicionales y transitadas de la ciudad. En el centro y en las afueras y los rubros son variados. Los datos de pobreza e indigencia para el Gran Santa Fe, clave en el “boom” del oficio.

Cuando uno transita por la ciudad de Santa Fe suele encontrarse con vendedores ambulantes que ofrecen todo lo que uno se puede imaginar -cubanitos, flores, frutas, verduras, lentes, indumentaria y más-. La realidad en esta situación es que la actividad informal crece como respuesta a las necesidades de muchas familias en el marco de una economía nacional que golpea la realidad de sus habitantes.

En el Gran Santa Fe, según los datos que arrojó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) sobre el segundo semestre del 2023, se estima que el 49% de la población -268.036 personas- se ubica por debajo de la línea de pobreza. A su vez, dentro del porcentaje total de habitantes, un poco más del 15% -83.884 ciudadanos- está calificado como indigente.

En relación al auge de la actividad informal, El Litoral dialogó con algunos vendedores ambulantes para conocer cuál es la situación de aquellos que recorren la ciudad en busca de generar una moneda extra para llevar a la casa.

«Ambulante de experiencia»
Argentino, uno de los comerciantes que accedió a conversar con una gran predisposición, se define como un “ambulante de experiencia”. Con 71 años de vida, y más de 4 décadas de trabajo, todos los días camina junto a su carrito -que lo cataloga como su “amigo fiel”- por el barrio Constituyentes.

Por lo que le comentó a El Litoral, la esquina del sanatorio Americano, de Cándido Pujato y 4 de Enero, es uno de sus puntos más fuertes de trabajo. El vendedor añadió que “siempre está mi clientela de confianza, pero mucha gente prefiere comprar en el supermercado en vez de ayudarnos a nosotros”.

En sintonía a la realidad económica que se vive en el país, Argentino aclaró que “la situación está muy complicada” para todos los vendedores ambulantes de la ciudad de Santa Fe. En su caso, no cede ante el mal panorama de venta ya que con su pensión no le alcanza para cubrir las necesidades básicas de su familia -vive con sus 7 hijos-.

Siempre a la par
La intersección de Pedro Vittori y Pedro Zenteno fue otra de las ubicaciones donde El Litoral pudo dialogar con dos comerciantes de la venta informal. En esta esquina, desde hace más de 4 años, coinciden Ezequiel y Ramón, los “hermanos ambulantes” de la zona.

Cada uno comercializa distintos productos, pero lo que caracteriza a ambos es el respeto ante los automovilistas que circulan por la zona.

Ezequiel, que está hace 12 años en la actividad informal, se acerca a su ubicación todas las mañanas -alrededor de las 7 hs- con la ilusión de vender los cubanitos caseros que prepara en su casa, pero no siempre el día acompaña para que la venta “vuele”. El vendedor ambulante comentó que “muchas veces tardo 2 días en vender todos los que preparé”.

Además, durante el verano Ezequiel se encarga de cortar el césped en varias casas de la ciudad, y así generar algún que otro ingreso extra a través de la “changa veraniega”. También recordó que limpiaba vidrios en el barrio Barranquitas, pero la venta ambulante le gusta mucho más.

Ramón, la otra persona que se sitúa en la esquina de Vittori y Zenteno, acompaña a Ezequiel hace más de cuatro años en la venta informal. Él comercializa palta, y alguna que otra fruta de estación.

“Un conocido me provee de los productos, y dividimos las ganancias de las ventas que haga. Últimamente me deja el 40%, y el resto se lo lleva él”.

Lamentablemente, esta actividad es la única fuente de ingreso para Ramón, ya que por su edad no puede ejercer otras tareas que requieran de un desgaste físico significativo. “Solía hacer trabajos de pintura y albañilería, pero mi cuerpo no da más para estas cosas. Por eso me la rebusco con esto para llevar el pan de cada día a mi casa”.

Fuente: El Litoral