25 años de barrios cerrados: La ciudad de Córdoba y el country

En 1991 los cordobeses escucharon hablar de los countries con el surgimiento de Las Delicias. Desde entonces, unos 200 barrios cerrados se multiplicaron en toda la provincia.

En 1991 los cordobeses escucharon hablar de los countries con el surgimiento de Las Delicias. Desde entonces, unos 200 barrios cerrados se multiplicaron en toda la provincia. El fenómeno se inició entre los más ricos, pero hoy se expande entre una clase media obsesionada por la inseguridad.

En 1984, Fortín del Pozo fue el primero. Pero los cordobeses escucharon hablar de la palabra «country» recién en 1991, cuando la inmobiliaria Alvear puso a la venta 386 lotes con visuales serranas increíbles en torno a una cancha de golf y un club hípico en el noroeste de la ciudad de Córdoba. Nacía el country Las Delicias e irrumpía un potente fenómeno urbanístico que fragmentó sectores importantes de la Capital, luego se expandió al Gran Córdoba y hoy sigue multiplicando su lógica de cercos perimetrales, barreras para el control de acceso y seguridad privada en los rincones más insólitos de la provincia.

No existe un registro taxativo. Pero distintos sitios especializados en urbanizaciones privadas identifican en la provincia de Córdoba unos 200 barrios cerrados, con enormes diferencias en materia de dimensiones, costos, habitantes y servicios, y bajo una diversa y muchas veces cuestionada definición urbanística y legal.

En la Capital, las Urbanizaciones Residenciales Especiales (URE) aprobadas son 29: se trata de los grandes countries, con lotes de más de mil metros cuadrados y prestaciones de alta categoría en materia de deportes e infraestructura común, y altas expensas que se suman a los también altos impuestos. Lomas de la Carolina, el country del Jockey Club, Cañuelas, Barrancas o Manantiales (más reciente) forman parte de ese selecto grupo. En 2010 el municipio decidió darles el mismo status a otros barrios, que no habían sido concebidos como urbanizaciones cerradas. Así se sumaron al grupo VIP los diversos sectores de la megaurbanización Valle Escondido, entre otros barrios. El listado de los habilitados subió así a más de 40.

Pero hay otra lista de barrios cerrados de hecho. No tienen habilitación, no podrían restringir el acceso y no está clara la divisoria público/privada en cuanto a la prestación de servicios, pero las garitas de seguridad y los alambrados perimetrales impiden el paso. En total, las áreas cerradas se acercan a 60 en la ciudad de Córdoba, donde los desarrollistas consideran que ya no hay mercado ni tierras para más countries.

Adentro y afuera

Lo que ocurre dentro de esos espacios cerrados es una fuente inagotable de análisis sociológicos, ficciones y prejuicios, alimentados por la característica que más los define: los de afuera no pueden entrar, ya que se privatizó el espacio público.

Y fomentada por el marketing unánime de los desarrollistas, que sigue las prioridades de sus clientes: seguridad, contacto con la naturaleza, niños en bicicleta, tránsito escaso y apacible, buenos servicios y espacios comunes muy bien cuidados.

Mientras tanto, la vida en la Capital provincial avanzó en el sentido exactamente opuesto: creciente temor a la inseguridad, imparable degradación del espacio público y servicios que empeoran gestión tras gestión. Ambos fenómenos, el del ascenso del barrio cerrado y el de la ciudad en retroceso, coinciden en el tiempo en Córdoba. Desde el urbanismo, se considera casi una evidencia que son fenómenos que se retroalimentan.

El surgimiento y la consolidación de los countries fue acompañado por la idea de que ahí vivía una elite poderosa y autosuficiente que decidió encerrarse en busca de status y homogeneidad, fijar sus propias normas y autosegregarse para vivir entre iguales.

En 2009, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicó «Segregación residencial en Argentina», un documento que resume buena parte de esos conceptos que cuestionan la fragmentación socioterritorial, la generación de «islas urbanas de riqueza» junto a «bolsones de pobreza» y sus profundos efectos sobre la cohesión social y el reparto de oportunidades: «Las barreras físicas se transforman en barreras sociales», sostiene ese documento, que vincula el fenómeno a la «polarización social» y la intolerancia.

Diversos y abundantes

Esas categorías simplificaban hasta el absurdo el análisis del fenómeno de los barrios cerrados y hoy no alcanzan para explicar las dimensiones de ese proceso que se diversificó de numerosas formas y hacia amplios sectores de la clase media que decidieron mudarse a un country/ barrio cerrado/ urbanización privada/ housing /club de campo/ chacra urbana/ country en altura/ villa serrana o tantas otras denominaciones comerciales que definen a esas zonas residenciales con control de acceso y espacios comunes privados.

Hoy en el área metropolitana de Córdoba hay barrios cerrados con terrenos de 250 metros cuadrados: la misma superficie, menos servicios y precios similares (aunque con menor financiación) que el programa social LoTengo que ejecuta la Provincia.

Sobre la ruta E53 hay barrios cerrados donde los terrenos cuestan un tercio de lo que valen en zonas medias de la ciudad de Córdoba. Hay centenares de viviendas Procrear construidas en esos countries de clase media. Hay alarmas comunitarias instaladas en algunas de esas urbanizaciones, ya que la promesa de seguridad se evidenció endeble en muchos casos, y hay una configuración social muy diferente a la de aquella clase alta que inauguró el fenómeno de los barrios cerrados.

Y lo cierto es que también hay planes sociales cooperativos que no llegan a instalar cercos perimetrales, pero diseñan sus barrios con un único acceso: esa lógica de barrio cerrado –que altera por completo la trama urbana– tal vez sea la mayor infuencia del country en la ciudad abierta.

«Hoy la variable principal al decidir el lugar de residencia es la inseguridad. Ese es el verdadero fenómeno social de la actualidad, y el barrio cerrado brinda algunas respuestas en ese sentido, además de adaptarse a un nuevo esquema de relaciones familiares y posibilitar en muchos casos la relación de vecindad que casi se extinguió en los barrios tradicionales de Córdoba», explica Rogelio Moroni, arquitecto, docente universitario y director ejecutivo de Grupo Edisur, uno de los principales desarrollistas de Córdoba.

Guillermo Irós, arquitecto y titular del Instituto de Planificación del Área Metropolitana, apunta en el mismo sentido: «Desde el punto de vista urbanístico el impacto de los barrios cerrados es más preocupante en el Gran Córdoba que en la Capital. Pero es mi interés ubicar a este fenómeno, en conjunto con muchos otros como la proliferación de rejas, cercos con alarma y guardias privados, como consecuencias de procesos de decadencia en donde la fragmentación urbanística constituye un reflejo de la fragmentación social». Y agrega: «La colosal tarea que nos compromete a todos es eliminar la pobreza y la exclusión. De resultar exitosa, hará descender el interés por encerrarnos y aislarnos cada vez más».

El documento de Naciones Unidas describe el proceso de numerosas ciudades latinoamericanas, que se reconoce también en Córdoba asociado a los barrios cerrados: la suburbanización y aislamiento de las elites, que decidieron desplazarse hacia la periferia; el desarrollo de autopistas y autovías para facilitar el desplazamiento de este sector social (la Red de Accesos a Córdoba se concretó a mediados de la década de 1990) y un cambio profundo de modelo urbano. «El barrio cerrado es la transición entre un tipo de urbanización que seguía un modelo europeo a un patrón más similar a las ciudades de Estados Unidos», concluye.

En el noroeste y en el sur

Volvamos al noroeste de la Capital. Hace 25 años, esos faldeos serranos estaban vírgenes. La avenida Colón casi no tenía comercios después Sagrada Familia: no existían el Carrefour, ni el Wal-Mart, ni el Easy. Los accesos a Córdoba eran desastrosos pero no había peajes y, por supuesto, no estaban el camino Intercountries ni el nudo vial de El Tropezón, dos inversiones recientes de la Provincia en ese sector. El cierre de la Circunvalación completará pronto el mapa.

Todos esos cambios llegaron para resolver las necesidades de movilidad y de abastecimiento del rosario de countries y barrios cerrados que siguieron a Las Delicias y coparon ese sector del noroeste de la Capital hasta fusionarlo con La Calera.

En la zona sur, el fenómeno se reprodujo con similar intensidad, pero con mucha menos infraestructura. Un relevamiento de la Fundación Pensando Córdoba indica que en los últimos 15 años, sólo en el Camino a San Carlos y el Camino a San Antonio se habilitaron más de 5.500 nuevos lotes, la inmensa mayoría en barrios cerrados y countries.

Pero ahí las inversiones del Estado en materia de grandes avenidas o saneamiento fueron mínimas y hoy se vive un empeoramiento urbano importante, que afecta tanto a barrios abiertos como cerrados.

Ese mismo panorama se reitera en amplios sectores del Gran Córdoba, donde se siguen habilitando nuevas urbanizaciones cerradas sin un acompañamiento mínimo de infraestructura estatal, y con bajo nivel de inversión privada: lo que constituye a muchos de esos barrios es, básicamente, el alambrado perimetral.

Al Gran Córdoba, y más allá

El fenómeno de los barrios cerrados comenzó hace 25 años en la ciudad de Córdoba. Tardó unos años en irrumpir en el interior provincial, pero hoy es ahí donde avanza.

Sierras Chicas y el departamento Colón vienen sumando miles de habitantes por estos desarrollos. En particular la ciudad de La Calera es la que concentra la mayor cantidad de countries y no falta mucho para que un tercio de su población de 45 mil habitantes resida en sus barrios privados: La Cuesta, La Estanzuela I y II, Jardines de La Estanzuela, Balcones de La Estanzuela, Altos de La Calera, Los Prados, La Rufina, Cinco lomas, El Calicanto, y La Deseada, que prevé dos mil lotes en el predio de Laguna azul.

Villa Allende también fue pionera, pero pronto llegó a su techo por falta de superficies con grandes lotes. Chacras de la Villa, Casonas del Golf, Cumbres del Golf, La Herradura, La Paloma, Prados de La Villa Housing, San Alfonso I y II, San Isidro, Solares de San Alfonso y Terrazas de Villa Allende y Morada son sus principales barrios privados.

Mendiolaza surgió luego, por la disponibilidad de grandes superficies y rápida conectividad con la Capital a través de la ruta E 53. Cuatro Hojas, Q2, La Serena, San Alfonso de El Talar, La Puerta, Molinos de viento y Mendiolaza Golf ya son barrios consolidados y avanzan dos más: El Terrón –que generó enorme controversia con los vecinos, ya que se deforestaron varias hectáreas para la construcción de un campo de golf–, y Sierra Nueva están en construcción.

Sobre la ruta E53, en pocos meses aparecieron cuatro nuevos emprendimientos. Ese corredor sigue los pasos de la autopista a Córdoba-Carlos Paz, que es casi una sucesión de barrios privados: Causana, Siete Soles, La Arbolada o Tierra Alta son los principales de una larga serie de urbanizaciones.

En Unquillo hay dos countries –Las Corzuelas y Corral de Barrancas– y crecen los barrios cerrados como Altos de Cabana, Cuatro vientos, y Lomas del Cigarral (en proceso de habilitación). En Río Ceballos se impusieron los barrios con control de accesos: Nuevo Río Ceballos I y II, Bela Vista, Villa Catalina, Aires de Río (barrios privados), más nuevos loteos de grandes dimensiones como San Isidro, La Lucinda y Pedanías Serranas.

Hacia el norte de las Sierras Chicas también se desarrollan otros emprendimientos en Agua de Oro, El Manzano, Candonga y el más importante, un country en La Granja, el Polo Ascochinga, y el de estancia La Paz, también con campo de golf. En Jesús María está el barrio cerrado Barrancas y en Sinsacate, el country Jardines del Lago.

En Alta Gracia, en tanto, hay otro polo de urbanizaciones cerradas: Campos del Virrey, El Anglo, Los Aromitos y el tradicional Potrerillo de Larreta, con campo de golf, son los principales.

«El fenómeno del Gran Córdoba es más significativo en cantidad e impacto que el de la Capital. Están cubriendo grandes extensiones de suelo con baja ocupación, rodeando los cascos urbanos tradicionales de los pueblos y generando una emigración masiva proveniente de la ciudad mayor», explica Guillermo Irós y señala la consecuencia más evidente: el aumento del número de automóviles y la conflictividad en el tránsito en los puntos de acceso.

«Cotidianamente ingresan a Córdoba en una hora del horario pico, 6.500 autos por las rutas del cuadrante noroeste. Esos vehículos demandan 16 hectáreas de estacionamiento. La ciudad de Córdoba no tiene esos espacios y las calles se inundan de automóviles», señala.

Pero el fenómeno está muy lejos de agotarse en el Gran Córdoba. En Río Cuarto, también está consolidado: San Esteban, Riverside, Los Aromos y Soles del Oeste como barrios cerrados, y el Golf, con accesos controlados. Villa María, Bell Ville y San Francisco tienen sus barrios privados.

Y en sectores serranos como el Valle de Calamuchita parece imparablela tendencia: hay megaemprendimientos como los Roggio Resorts Peñón del Águila, el Champaquí Golf de Los Reartes; Chacras de la Josefina o Chacras del Pungo en Villa Giardino; Brisas de la Villa, La Esperanza y country Los Molles en Villa General Belgrano y otros desarrollos que ofrecen cientos de hectáreas en plena serranía.

Fuente: La Voz del Inteiror