Emprendedora: la historia de la mujer que pasó de un basural en Guaymallén a fabricar escobas y lampazos
Patricia Villegas, hace 7 años, junto a seis mujeres salió de trabajar entre los desechos en Guaymallén a fabricar escobas. Una reinvención que le cambió la vida.
28/09/2020 MUNICIPIOSPatricia Villegas, hace 7 años, junto a seis mujeres salió de trabajar entre los desechos en Guaymallén a fabricar escobas. Una reinvención que le cambió la vida.
Todavía guarda en su memoria las mañanas heladas revolviendo basura en la zona aledaña a Puente de Hierro, en Guaymallén.
Corría 2013. Seis mujeres, la mayoría mamás que vivían en el barrio Nelly Marín, buscaban su sustento diario a través de lo que les dejaba ese vertedero municipal.
Le ponían el cuerpo hasta 12 horas al día para poder alimentar a sus hijos. No imaginaban que un microemprendimiento para fabricar escobas iba a cambiarles las condiciones de trabajo y les devolvería la dignidad.
Seleccionaban los residuos, los vendían y así sobrevivían. Fueron épocas duras, de soportar clima riguroso en condiciones difíciles, recuerda Patricia Villegas, una de las precursoras y la única que hoy continúa en carrera.
Porque aquel emprendimiento, denominado Brujas Escoberas, que nació con el apoyo de Desarrollo Social y el acompañamiento del Foro de Organizaciones Sociales, ambos del municipio de Guaymallén, sufrió los vaivenes propios del país: incremento en los precios de la materia prima, el alto valor de los fletes y crisis que derivó en caída de ventas.
Durante algunos años el proyecto se mantuvo firme y dio empleo en una sede propia inaugurada con bombos y platillos, a varias mujeres con deseos de progreso.
Hoy, solo queda Patricia, que se resistió a abandonar esta fuente de trabajo e instaló la maquinaria en su casa.
“Hemos tenido épocas de mucho trabajo. Hoy sigo porque estoy capacitada y tengo experiencia”, relata.
Si bien no vive sólo de esta actividad -luego ingresó a una fábrica de nylon- le dedica a la elaboración de escobas muchas horas de los fines de semana y las tardes en las que surgen pedidos.
“Algunas de mis compañeras han vuelto a los basurales, otras tomaron diferentes rumbos. Yo sigo convencida de que es una alegría trabajar de algo que me gusta y para lo que dediqué horas de aprendizaje”, reflexiona.
Su hija y una amiga colaboran con ella y a las escobas le suman lampazos, mopas y plumeros.
La propia situación económica, la inflación y el encarecimiento de los insumos no hicieron más que poner trabas.
“Hoy no es del todo redituable y tenemos una limitación, que es la falta de vehículos para hacer los repartos”, cuenta.
Cómo se creó el grupo. La cooperativa Brujas Escoberas nació luego de que dos mujeres que hurgaban en los basurales tuvieron accidentes en su lugar de trabajo. Una de ellas se cayó de la carretela que trasladaba los desechos y se fracturó una pierna.
Fue el puntapié inicial para pedir ayuda al municipio y fundar el emprendimiento. Enseguida se les dio respuesta.
“No queríamos revolver más basura. Y este trabajo llegó a nuestras manos como un milagro. Empezamos juntándonos en distintas casas y luego logramos construir nuestra fábrica”, recordó.
Así, comenzaron a ofrecer sus productos en distintas áreas de Gobierno y en el propio municipio.
Más allá de esta coyuntura especial, económica y de pandemia, la dirección de Emprendedores del Ministerio de Economía procura que Brujas Escoberas sean proveedoras en negocios y supermercados, más allá de la cantidad de integrantes que tenga.
Además, se intenta volver a recuperar el uso de la escoba, un ícono en Mendoza que si bien es irreemplazable, hoy se complementa con otros elementos de limpieza, más modernos.
Patricia, entonces, pasó de trabajar horas en contacto directo con la basura del departamento de Guaymallén, a tener un trabajo digno, de unión y cooperativismo, devenido, ahora, en emprendimiento familiar.