Santo Tomé: Crece en barrio Las Vegas el desarrollo de las huertas familiares y comunitarias
Es un proyecto desarrollado por el municipio santotomesino, en el marco del Programa Sembrar Soberanía Alimentaria. Participan tres merenderos. La propuesta incluye la realización de un taller de cocina sustentable y la promoción del resguardo del aspecto nutricional.
14/06/2021 MUNICIPIOSEs un proyecto desarrollado por el municipio santotomesino, en el marco del Programa Sembrar Soberanía Alimentaria. Participan tres merenderos. La propuesta incluye la realización de un taller de cocina sustentable y la promoción del resguardo del aspecto nutricional.
Tres merenderos de Las Vegas, barrio ubicado en el suroeste de Santo Tomé, vienen trabajando desde hace varios meses en sus propias huertas familiares y comunitarias. Esta experiencia inclusiva, que forma parte del programa local Sembrar Soberanía Alimentaria, e incluye el taller de cocina y alimentación saludable (para aprovechar el fruto de lo que se siembra y cosecha), es instrumentada por la Dirección de Participación Ciudadana y Relaciones Institucionales del municipio, área que desde el 10 de diciembre de 2019 está a cargo de Jaquelina Friera.
Del proyecto participan los merenderos Rayito de Luz, Asociación Juan Carlos Barreras y Comedor Fabri, perteneciente a la Iglesia Evangélica Eben Ezer. Es una propuesta orientada hacia las políticas sociales que sustentan el concepto de soberanía alimentaria, a partir de las necesidades alimenticias de los sectores más vulnerables de la sociedad y su satisfacción en el ámbito social que los rodea.
El programa, que está destinado a todas las instituciones de la localidad que quieran participar, tiene en cuenta el acceso a las formas de producción, distribución y consumo de alimentos, ya que brinda las herramientas teóricas y prácticas para que las familias puedan lograr el desarrollo de su huerta y con el tiempo, la autonomía alimentaria. «Si bien no pudimos realizarlo en 2020, por la pandemia, en el transcurso de este año ya hemos tenido la primera experiencia en Las Vegas, con mucho éxito y aprehensión», remarcó la funcionaria, a la vez que subrayó que existe la posibilidad de implementarlo más adelante en Costa Azul y otros barrios.
En primera instancia, fueron convocadas las responsables de los merenderos más activos de la zona (Emilia Godoy Merlo, Claudia Barreras y María Inés Cano), junto a sus colaboradores más estrechos. Luego se realizaron las capacitaciones (en huerta y cocina saludable o nutricional), y después se puso «manos a la obra», con el armado de las cercas perimetrales y la construcción de los espacios o cajones de sembrado para las quintas propiamente dichas (fueron entregados unos 600 kits de semillas, por ejemplo). El próximo paso, la etapa de la cosecha, está prevista para junio y julio.
Friera explicó que la elección recayó en el barrio Las Vegas porque cuenta con las condiciones naturales y materiales necesarias para esta iniciativa. Una cocina equipada (la del Centro Comunitario Padre Luis Visentín), la ubicación geográfica semi rural apropiada (con familias que cuentan con amplios terrenos libres de construcción) y un salón espacioso (como el de Eben Ezer), para el dictado del marco teórico. «Además de plena predisposición en los vecinos y voluntad para el trabajo en equipo», agregó.
Una ayuda diferente
En diálogo con El Litoral, Emilia Godoy Merlo, referente del merendero Rayito de Luz, se manifestó muy satisfecha y conforme con esta experiencia, ya que nunca antes había hecho una huerta. También aclaró que vive este proyecto con mucho entusiasmo, con la satisfacción de ver a diario como las semillas y los plantines que sembraron van brotando o floreciendo. Y que espera disfrutar de la verdura una vez cosechada.
«Esto es algo muy productivo para las familias, porque pueden tener verduras que no son las que habitualmente se compran, como la papa y el tomate, por ejemplo, pero que ayudan y mucho a la economía del hogar», subrayó Emilia, sin dejar de destacar que ella estuvo acompañada en esta actividad por otras dos madres, que también hicieron sus propias quintas en sus casas.
La referente agradeció el asesoramiento del municipio, así como su interés por «dar una mano y ayudar de una manera diferente». Después, sobre este último punto amplió: «Yo soy de las personas que piensan que a la gente no hay que regalarle las cosas, sino que hay que darles herramientas para que puedan ellos mismos ganarse el pan. No estoy en contra de los subsidios, pero sí me gusta más que la gente se gane lo que come y no que siempre esté esperando que se lo regalen».
Por eso, dijo Emilia, «me gustó mucho esta iniciativa, que puedan enseñarnos cómo mantener una huerta familiar y de esa forma poder sustentar nuestra familia». Finalmente, destacó que la de su familia es una «huerta típica», en la que sembraron acelga, remolacha, rabanitos, perejil, arveja, cebolla de verdeo, lechuga, achicoria, algunas flores y plantas aromáticas, como la albahaca.
Por su parte, Claudia Barreras, de la Asociación Juan Carlos Barreras, resaltó la importancia del trabajo en conjunto, junto a sus hermanos, con quienes lleva adelante el merendero (ubicado en Lisandro de la Torre y Bieler Haas). «Nos gustó mucho la idea de tener una huerta propia y hemos trabajado muchísimo entre todos los hermanos; hacemos un poquito cada uno: uno cercó, el otro sembró? Nos vamos distribuyendo las tareas», describió Claudia. Ellos sembraron lechuga, perejil, repollo, remolacha, acelga y cebolla.
En el merendero de la familia Barreras, al igual que en Rayito de Luz, todo se hace «a pulmón», con el aporte solidario de algunos vecinos del barrio, pero prácticamente ninguna ayuda institucional, al margen de esta propuesta del municipio, a la destacó como «muy hermosa». El merendero surgió durante la pandemia (lleva casi un año en actividad) y en estos momentos ofrece la copa de leche a unos 250 chicos los días martes (llegaron a tener 280), aunque durante la comida que dan los sábados llegan a servir hasta 350 raciones. No cuentan con una sede propia, pero poseen el terreno en el que han hecho la huerta.
NUTRICIÓN INFANTIL
En 2020, el Concejo Municipal de Santo Tomé sancionó la Ordenanza Nº 3.397, que establece las bases para la detección, promoción, intervención institucional, investigación y recopilación de experiencias sobre la detección temprana y atención de los casos de malnutrición infantil de la ciudad. El objetivo general de esta normativa es «conocer el estado nutricional de niños, niñas y adolescentes que viven en las zonas más vulnerables de nuestra ciudad, para promover la detección temprana de malnutrición y la atención, tratamiento y seguimiento de las situaciones».
«Es apasionante comer lo que uno cultivó y cosechó»
Además de desarrollar el programa Sembrar Soberanía Alimentaria en jurisdicción de barrio Las Vegas, el área municipal de Participación Ciudadana y Relaciones Institucionales prosigue con la promoción y el asesoramiento para la concreción de huertas en distintos puntos del distrito santotomesino, una labor destinada al respaldo de familias que participan de las actividades del denominado Pro-Huerta, en su gestión en el orden local.
En Santo Tomé existen unas quinientas huertas iniciadas a partir del aporte del citado programa. Y uno de los vecinos que tomó la decisión de tener su quinta propia, con muy buenos resultados por cierto, fue Javier Lanzillotto, de Adelina Este, quien brindó detalles de lo que significa esta experiencia, a la que definió como «una aventura» y «un camino de ida».
Javier comentó a El Litoral que en marzo del año pasado, cuando se iniciaron las restricciones por la pandemia y tuvo que empezar a trabajar sólo medio día en su empleo, se dio cuenta de que podía aprovechar la tarde libre para hacer lo que hacía tiempo tenía en mente y permanentemente había postergado: una quinta. «Es algo que me apasiona mucho, porque siempre tuve el objetivo de tener una huerta propia, ya que en mi casa cuento con un patio con un espacio verde bastante amplio… Entonces esa era como mi tarea pendiente», comentó.
Una vez tomada la decisión, Javier se anotó en varios planes municipales que le interesaban, entre ellos el Pro-Huerta, en donde le dieron las semillas necesarias para empezar a plantar. Arrancó de cero, con la ayuda de gente amiga que tiene huerta y que le enseñó los primeros pasos, hasta llegar a lo que él define como «una huerta interesante», con «una variedad de verduras importante».
Javier ha sembrado y cosechado zapallo, lechuga, rúcula, acelga, remolacha, tomate (redondo y cherry); menta (porque también es buena contra las plagas), orégano, perejil, ruda, pimiento, zanahoria y pimiento. «Los pimientos están fantásticos, es lo que crece ahora», explica. Además, recuerda que por su cuenta adquirió diferentes cítricos (mandarina, limón cuatro estaciones, naranja dulce y pomelo rosado), para completar su quinta con algunas variedades de frutas. También tiene palta y coliflor. «Es verdaderamente apasionante comer lo que uno cosechó y cultivó, lo que fue sembrando con el esfuerzo propio, desde el inicio», concluyó.
La gestión local del programa Pro-Huerta es una de las tres actividades que la referida dependencia municipal realiza a favor del medioambiente, junto al Eco Canje y ReciclArte, el taller de capacitación en reutilización y reciclado. Desde 2019, la Municipalidad de Santo Tomé compra una parte importante de las semillas que se entregan, porque los insumos que brinda el programa Pro-Huerta ya no alcanzan para cubrir toda la demanda existente. En lo que va del presente año, ya se entregaron de 250 kits de semillas.
¿QUÉ ES LA SOBERANÍA ALIMENTARIA?
De progresiva aplicación en el territorio de la provincia de Santa Fe y en distintas regiones del país, el concepto de «soberanía alimentaria» fue definido universalmente por el Foro Mundial sobre Soberanía Alimentaria realizado en La Habana, Cuba, en 2001. Allí se lo definió como «el derecho que tienen los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias sustentables de producción, distribución y consumo de alimentos».
De acuerdo con dicha declaración de principios, esas políticas y estrategias «deben garantizar el derecho a la alimentación para toda la población, con base en la pequeña y mediana producción, respetando sus propias culturas y la diversidad de los modos campesinos, pesqueros e indígenas de producción agropecuaria, de comercialización y de gestión de los espacios rurales, en los cuales la mujer desempeña un papel fundamental».
En 2003, en Argentina se sancionó la Ley Nº 25.724, por medio de la cual es creado el denominado «Programa Nacional de Nutrición y Alimentación», con el objetivo de «asegurar el acceso a una alimentación adecuada y suficiente, coordinando desde el Estado las acciones integrales e intersectoriales que faciliten el mejoramiento de la situación alimentaria y nutricional de la población».