La histórica bajante del Paraná tiene en vilo a la actividad náutica

Tras las restricciones que impuso la pandemia, guarderías, clubes y empresas de servicios siguen sin poder recuperarse

Tras las restricciones que impuso la pandemia, guarderías, clubes y empresas de servicios siguen sin poder recuperarse

La histórica bajante del Paraná dejó sin agua caletas y amarras y puso freno a gran parte de las actividades relacionadas con el uso recreativo del río. A un mes de que la provincia flexibilizara las restricciones para evitar contagios de covid y habilitara la navegación, la situación de guarderías, locales de servicios o venta de embarcaciones sigue siendo dramática. Los comerciantes advierten que están en juego los ingresos de unas 6 mil familias relacionadas con distintos oficios del rubro y llevan más de un año y medio parados. Los clubes de la costa tendrán un encuentro este jueves para evaluar la realidad del sector.
Con una altura de dos centímetros por debajo del cero en el hidrómetro del Puerto de Rosario y pronósticos de llegar a niveles aún más bajos en las próximas tres semanas, la prolongada bajante del Paraná amenaza con transformar también los usos recreativos del río.

Este fin de semana largo, soleado y sin viento, el río ofreció una postal poco frecuente. Pese a las buenas condiciones para navegar, el Paraná estuvo casi despojado de lanchas, yates o veleros cruzando hacia la isla.

«Estamos en una situación complicada», señala Daniel Van Tuyne, presidente de la Cámara Náutica Región Rosario y uno de los titulares de la Guardería Los Marinos, y describe que por las restricciones primero y por la bajante después, la actividad náutica se redujo. «La mayoría de los clubes náuticos no están operativos y si bien las guarderías están trabajando, si el río continúa a la baja también van a estar complicadas», apunto.

Y advierte que la situación es límite. «Venimos de las restricciones con problemas de cobranza porque la gente directamente no se acercaba a las guarderías y ahora sumamos el tema de la bajante», destaca y asegura que «no sólo tiene un límite el uso de las dragas sino también el tema de los medios de elevación, porque llega un punto en que por más que tengas agua, no llegas con los medios hasta el agua», explica.

Con viento a favor
En los últimos años, el parque náutico de Rosario no paró de crecer. Según cálculos de Prefectura, actualmente cuenta con unas 28 mil embarcaciones, de las cuales unas 6.100 son lanchas y otras 7.500 yates que están a resguardo en clubes de río y guarderías.

Jorge Pinilla es un histórico empresario del rubro. El comercio que lleva su apellido y se dedica a la venta de motores, embarcaciones, repuestos y accesorios ya cumplió 40 años. El amor por la náutica lo heredó de su padre, mecánico de embarcaciones.

«Nací en el 50, desde chico trabajando con mi padre, y nunca vi una bajante tan pronunciada y continuada del río», señala Pinilla antes de analizar la situación del sector del que, de acuerdo a un relevamiento de la Cámara de Actividades Náuticas de la provincia, dependen los ingresos de unas 6 mil familias.

A sus ojos, la realidad de la actividad no pinta bien. «Agosto fue el primer mes del año para nosotros, después de las restricciones impuestas por la pandemia, y la bajante del río no está ayudando».

Pinilla destaca que el verano pasado mucha gente cambió el presupuesto destinado a vacaciones por la compra de una embarcación, «pero este verano los costos son más grandes, los vehículos y los repuestos crecieron a precio dólar, y ya la clase media no sólo no puede comprar una embarcación sino también mantenerla».

El bajo nivel del Paraná, dice, «mantiene a la mayoría de las guarderías inactivas, aunque sus dueños hacen esfuerzos sobrehumanos para dragar, las embarcaciones no pueden salir. Los barcos que están sobre caletas quedaron prácticamente en seco. Es casi imposible sacarlos, están en medio del barrio y no los podemos tocar porque se rompen», describe.

La falta de actividad se siente en los comercios dedicados a la actividad náutica. «Los más grandes tienen algo de trabajo. Pero hay gente que está totalmente parada, los que se dedican a la pesca, los mecánicos, electricistas, los plastiqueros (quienes trabajan en astilleros) están totalmente parados», advierte.

También los clubes
La Unión de Clubes de la Costa es una organización, integrada por unos 25 clubes del sur provincial ubicados sobre la ribera. Esta entidad se ocupa de analizar problemáticas comunes de estas instituciones, para aportar soluciones de conjunto.

La bajante del Paraná es el tema ineludible de las últimas reuniones. «No es sólo el bajo nivel actual, sino que este fenómeno continúe en el tiempo», considera Alberto Campagna, presidente de la Unión de Clubes de la Costa, y ex dirigente del club de Regatas Rosario.

La situación, señala, crea tensión entre las comisiones directivas de los clubes y sus asociados «que exigen más dragado, lo cual tiene un límite que es cuando las dragas llegan al nivel de sedimentos» y se complica la tarea. «No podemos ir en contra de la naturaleza», apunta el directivo.

El próximo jueves, las autoridades de una veintena de instituciones se reunirán para buscar alternativas a este problema. «La merma de la actividad náutica genera una problemática económica difícil para los clubes y los servicios que prestan a las embarcaciones, sobre todo si el fenómeno se prolonga», repite.

La bajante del Paraná es la más pronunciada de los últimos 70 años. Según advierten desde el Instituto Nacional del Agua la normalización de las lluvias en la cuenca norte del río ayudaría a mejorar la situación, pero no se observa ese cambio en los pronósticos meteorológicos.

La falta de caudal del río marrón tiene su impacto en el paisaje, en la fauna ictícola, en la navegación comercial y en la producción de agua potable. El uso recreativo del río también sufre sus consecuencias.

Fuente: La capital