Los clubes de barrio de Rosario hacen malabares para enfrentar los tarifazos y las subas de costos

La crisis económica hace tambalear a estos espacios deportivos y sociales que buscan contener a niños, jóvenes y adultos

La crisis económica hace tambalear a estos espacios deportivos y sociales que buscan contener a niños, jóvenes y adultos

A los clubes de Rosario se les hace cada vez más difícil enfrentar la situación económica. A la decisión de algunos de no habilitar las piletas climatizadas por las altas cuotas que tienen que cobrar a los socios, se suma la realidad de mucho otros que, aunque no tengan natatotios, tienen que enfrentar las facturas de agua, luz y gas, que registran en muchos casos aumentos del ciento por ciento. El Club Atlético Horizonte, el San Martín y el Sportivo Azcuénaga forman parte de la Red de Clubes de Rosario y relataron las dificultades que sufren.

Son muchas las intituciones que hacen malabares para no aumentar las cuotas a sus socios y, quienes lo hacen, intentan de todas las maneras posibles que la gente permanezca en las instituciones de alguna forma. Becas, descuentos por familias y actividades de todo tipo son algunas de las herramientas que utilizan los clubes para resistir las dificultades económicas.

Tal como ocurrió en la gestión del ex presidente Mauricio Macri y se profundizó con la falta de actividades en plena pandemia de coronavirus, los clubes de barrio sufren los embates de la crisis económica y la pérdida del poder adquisitivo de los vecinos que ocupan esos espacios para desarrollar una vida deportiva y social.

En el corazón del barrio
El Club Sportivo Azcuénaga se fundó en 1947 y durante su largo recorrido ha atravesado momentos de dificultad y bonanza. Hace unos años los vecinos decidieron poner toda su energía en levantar el club y así siguen hasta ahora, haciendo todo lo que está a su alcance para mantener las puertas abiertas.

“Los clubes de barrio que se mantienen a pulmón no la están pasando bien, han variado los costos terriblemente. No nos aumentaron solamente los servicios como el gas y la luz. También el servicio de emergencia, el seguro que tenemos como institución. Los costos operativos han cambiado terriblemente”, explicó el ex director y actual vocero, Daniel Rosido.

«Estamos cobrando una cuota que es casi representativa. Tres mil pesos por mes. Y si bien no tenemos deserciones masivas hay que estar detrás para que paguen la cuota al día. Hay mucha morosidad. No podemos pasarle los costos a los socios. Subimos la cuota un 50 por ciento pero los costos operativos cambiaron, salen como mínimo el doble», relató Rosido.

Además, señaló que son muchos los clubes que corren peligro de perder su personería jurídica y las consecuencias que eso conllevan suelen ser devastadoras. «Los clubes para mantenerse institucionalizados y con personería jurídica tienen que presentar balance. Ese trámite es muy costoso. Sólo los honorarios de un contador nos representaba más de cien cuotas de socios. En un club de 300 socios como el nuestro es una locura. Lo cierto es que va a haber cada vez más espacios que no puedan sostener su personería jurídica», remarcó. Rosido explicó que quienes pierden la personería jurídica terminan al margen de la legalidad y no están en condiciones, por ejemplo, de recibir subsidios. Estos suelen ser una ayuda estatal determinante para estos espacios que si se cortan ponen en peligro la subsistencia propia del club.

En este sentido, consideró que «tendría que haber un replanteo político que facilite algún profesional para el trámite o que subsidie los sellados provinciales». Y enfatizó: «Tenemos que pagar un balance igual que una sociedad anónima, no puede ser. Somos una institución sin fines de lucro. No se puede sostener el club así».

En el contexto actual, el vocero de Azcuénaga contó que buscan percibir ingresos como sea. «Tratamos de organizar cenas, comidas, eventos. La idea es que entre una moneda extra y tratar de que la plata salga de otros bolsillos y no solamente de los socios». Y concluyó: «El club es el lugar de contención de los chicos. Si no están en el club no pueden hacer ninguna actividad. En los barrios el club tiene una función social muy importante. No podemos cerrar nuestras puertas».

El barrio a flor de piel
El Club Atlético Horizonte, ubicado en Suipacha al 1400, es ya un espacio histórico del macrocentro rosarino. Se inauguró en 1928 como Club Atlético Bieckert y diez años después tomó su actual nombre. Hoy es un club que, si bien fue absorbido por el centro rosarino, todavía tiene un fuerte componente barrial y popular. Como tantos, atraviesa también la crisis económica.

“La gente del barrio, los socios de toda la vida, notan la situación económica y les cuesta. Cada vez damos más becas y eso es un síntoma importante de las dificultades económicas. Dependiendo de cada caso la beca cubre 25, 50 o el 100% de la cuota deportiva. Al tener más pedidos de becas, entran menos ingresos al club o hay que subir el precio de las cuotas para cubrir ese saldo. Es un círculo vicioso que está siempre al borde de estallar», relató el vocero oficial del club, Gonzalo Arquiel en diálogo con La Capital.

En este sentido, consideró que si bien el club ha crecido y tiene una estructura de trabajo sólida, hay «mucho trabajo a pulmón» y la el «día a día de los pibes de siempre cuesta cada vez más». Además, aclaró: «Es un club social y deportivo, nunca vamos a dejar a alguien afuera por no poder pagar, por eso están las becas. Intentamos que la gente siga pagando la cuota social, no solamente por aportan al club sino porque nos da a todos un sentido de pertenencia que es importante».

«En todos los servicios pasamos a pagar, de un mes a otro, el doble como mínimo. Por ejemplo, de febrero a abril la luz aumentó un 190%. Aguas también tuvo un aumento fuerte: de marzo a abril pagamos 95.5% más, y el gas de abril a mayo tuvo un salto de 339,8%. Y estamos hablando solamente de servicios. También aumentaron mucho las afiliaciones a las federaciones para competir, lo que vuelve hacer que todo aumente. Se produce un efecto en cadena», señaló.

La Florida y el club recuperado
El Club Social y Deportivo General San Martín se fundó en 1949 y durante los primeros años funcionó como un club tradicional de barrio. En la década del ’70 el club se vino abajo, en los ’80 se intentó activar nuevamente, pero se volvió a caer en los ’90. En el 2010 un grupo de jóvenes acompañado por familias y trabajadores del barrio se acercaron al club y lo recuperaron. Hoy las dificultades económicas se vuelven a sentir en la entidad de Valentín Gómez 3765.

El San Martín cuenta con 600 socios y es una zona neurálgica. «Viene gente que vive en La Florida, clase media trabajadora. También gente de La Cerámica, de mayor vulnerabilidad, pero también de Alberdi y Baigorria. La realidad es que este tipo de instituciones son de vital importancia para el entretejido social en cuanto a la contención y desarrollo de los sectores más vulnerables, pero la realidad es que con estos aumentos tarifarios hay que hacer malabares para afrontar los costos sin trasladar el incremento a los socios», sostuvo Ortega. En líneas generales, señaló que hay un malestar generalizado y, sobre todo, altos grados de incertidumbre. «Nadie sabe qué va a pasar en el futuro», determinó.

“Hoy es muy difícil poder financiar al club con ingresos genuinos. Tendríamos que poner una cuota a cinco, seis mil pesos y la tenemos a dos. Deberíamos meter un aumento fuerte y no lo hacemos. El costo de vida institucional está más alto que el año pasado y a eso hay que sumarle las obras y el mantenimiento», consideró el director del club, Esteban Ortega.

Por otro lado, las actividades que realizar el espacio son un punto esencial para la recaudación de dinero. «El ingreso por excelencia, fuera de la cuota societaria y buffet, son los eventos institucionales: fiesta y peñas, alquileres de cumpleaños, coproducciones con otros espacios culturales de la ciudad». A pulmón, una vez más, el San Martín resiste.

Fuente: La Capital