El 2×4 de la crisis industrial
Lejos de la afirmación de Caputo de que lo peor ya pasó, Acindar comunicó a la UOM que de acá a fin de año la fábrica permanecerá cerrada entre 120 y 135 días por el desplome de la obra pública y la inversión privada.
24/06/2024 OPINIÓNLejos de la afirmación de Caputo de que lo peor ya pasó, Acindar comunicó a la UOM que de acá a fin de año la fábrica permanecerá cerrada entre 120 y 135 días por el desplome de la obra pública y la inversión privada. Tenaris Siat, del grupo Techint, también paralizó actividades en su planta en Villa Constitución. Pese a ello, se mantiene firme el apoyo a Milei.
El ministro de Economía, Luis Caputo, no debe haber reparado en la crisis de la industria cuando dijo que «lo peor ya pasó, estamos en franca recuperación». Lejos de ello, la situación del sector fabril es cada vez más preocupante. Se observa, por ejemplo, en Acindar, empresa emblemática del entramado productivo nacional. Una de las mayores siderúrgicas del país, con capacidad de procesamiento de 900 mil toneladas al año de mineral de hierro, proyecta para 2024 la producción de apenas 390 mil toneladas, menos de la mitad del acero que podría salir de su planta en Villa Constitución, Santa Fe.
La consecuencia directa de ello es que hay miles de operarios suspendidos, retiros voluntarios abiertos y la amenaza latente sobre la continuidad laboral de un gran número de trabajadores. La empresa ya le comunicó a la delegación regional de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) que la fábrica estará en funcionamiento solo dos meses de los próximos seis. El resto continuará paralizada, como ahora, ante un derrape estrepitoso de la demanda que se explica en primer lugar por la suspensión de la obra pública y, en segundo orden, por el hundimiento de la inversión privada.
«Hace veinte años que trabajo en la fábrica y nunca hubo un nivel de producción tan bajo. Por cómo vienen las cosas, lamentablemente creo que tenemos que prepararnos para un conflicto como el de 1991», alerta Pablo «Piparra» González, secretario general de la UOM en Villa Constitución. Para quienes viven en esa localidad, a 55 kilómetros de Rosario, esas son palabras mayores. El conflicto de 1991 quedó grabado en la memoria de sus habitantes por la intensidad de la confrontación con la empresa, a lo largo de tres meses, y por el resultado calamitoso de tres mil obreros despedidos y la aplicación a pleno de esquemas de tercerización de la producción, con quita de derechos para los trabajadores.
«Creo que vamos en camino a repetir la historia. Acá hemos perdido la batalla cultural. Hay mucha gente que está más enojada con el sindicato porque no cedemos en la paritaria que con la empresa o con el gobierno nacional. En Acindar y entre los contratistas la mayoría votó a Milei y lo siguen bancando. Dicen que lo que nos pasa es por culpa de los desmanejos del gobierno anterior», señala González.
Villa Constitución
El parate de la fábrica repercute duramente en la actividad económica de Villa Constitución. Es una ciudad de 50 mil habitantes de los cuales 3200 trabajan de manera directa o indirecta en Acindar. «Hay 1200 operarios registrados por Acindar, alrededor de 1000 contratistas que hacen trabajos para la empresa en unos 50 talleres y otros 1000 empleos indirectos. El freno de la producción castiga a todos. El comercio está muy mal. Si no hay producción en la fábrica, en los negocios no hay ventas», indica el sindicalista.
«Si Acindar se cae, no va a quedar nadie en Villa Constitución», insiste González, quien explica que además hay otro conflicto en la ciudad con Tenaris Siat, la fábrica del grupo Techint que elabora tubos en frío para la minería y los hidrocarburos, la cual emplea a 150 trabajadores y frenó la producción hace dos semanas.
Tanto en Acindar como en la empresa de Techint hay retiros voluntarios abiertos, a los cuales ya adhirieron unos 40 trabajadores en el primer caso y 15 en el segundo. En ambas compañías advierten a los operarios que la sanción de la Ley Bases abaratará los costos de despido, para persuadirlos a sumarse a los planes de retiro que supuestamente serían más convenientes.
González afirma que las empresas no se quejan del abandono del Gobierno a la actividad productiva porque están esperando la aprobación de aquella ley, no solo para abaratar costos laborales, sino especialmente por los beneficios extraordinarios que les otorgará el nuevo régimen de promoción de inversiones (RIGI). «Son empresas muy grandes. Tienen espalda para aguantar, pero descargan la crisis sobre los trabajadores», protesta.
Para ArcelorMittal, la compañía india que es dueña de Acindar, la producción de acero en Argentina representa apenas el 1 por ciento de su capacidad mundial. En la región, las fichas las pone claramente en Brasil, donde desarrolla «uno de los mayores planes de expansión, con inversiones por 25 mil millones de reales (unos 4600 millones de dólares) hasta 2026», dijo esta semana el presidente de la empresa en ese país, Jefferson de Paula.
Lo peor no pasó
Desde el viernes de la semana pasada hasta fin de año, Acindar comunicó al sindicato que no habrá actividades productivas entre 120 y 135 días. Es decir, «nos plantearon un esquema de trabajo de dos meses para los próximos seis», explica González. En junio y julio los trabajadores recibirán el 83 por ciento del sueldo de bolsillo. En agosto será el 80 por ciento y desde septiembre hasta fin de año, el 75 por ciento, excepto en los períodos en que reabra la fábrica.
La principal producción de Acindar es para abastecer al sector de la construcción. Otra rama importante es la producción de alambre para el campo y para el sector minero. La empresa aduce que además de la recesión en Argentina, el negocio se complica por la entrada cada vez más importante de productos desde China en países de la región, lo cual achica los volúmenes de exportación de la firma a Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia.
En relación a la competencia china, Abel Furlán, secretario general de la UOM a nivel nacional, advierte que las empresas que operan en Argentina hacen uso y abuso de su posición dominante, con precios de las materias primas (insumos difundidos como el acero o la chapa) muy superiores a los internacionales. «Si bien es cierto que en los últimos tiempos bajaron un poco los valores, hasta noviembre Techint cobraba 1,5 dólares el kilo de chapa, contra 1 dólar en Brasil, 90 centavos en Europa y 50 centavos en China», apunta.
De terror
«Nada más alejado de la realidad lo que dice el Gobierno de que lo peor ya pasó. La recesión sigue muy fuerte, golpeando a todo nuestro entramado productivo», describe Furlán. «Este es el sexto mes consecutivo de caída estrepitosa de la industria», agrega. «Desapareció la demanda interna y se eliminó la protección a la industria. Esta es una crisis pensada en los estudios jurídicos de las grandes multinacionales para asustar a la gente y facilitar la quita de derechos a los trabajadores y el saqueo de los recursos naturales», completa.
Furlán manifiesta que el gremio tiene 15 mil trabajadores suspendidos en este momento, cuyos puestos penden de un hilo. «Ya perdimos 12 mil puestos directos desde que empezó esta administración y hay entre 20 mil y 30 mil comprometidos para los próximos meses», asegura. «Cualquier país serio lo primero que hace es proteger su producción, su mercado interno. Acá el Gobierno nunca nos llamó, no le preocupa, nos identifica como enemigos», se queja.
Por último, el sindicalista rememora las altas y bajas para la industria y sus trabajadores en las últimas décadas. «Cuando llegó Néstor Kirchner quedaban apenas 65 mil metalúrgicos. Cuando Cristina terminó su segundo mandato eran 250 mil, equivalentes a los 540 mil de los años ’70, antes de la transformación tecnológica que redujo muchísimos puestos en el sector. Con Macri perdimos casi 70 mil empleos, con Alberto Fernández recuperamos casi todo, llegamos a 235 mil. Ahora ya perdimos 12 mil y pueden ser muchos más», lamenta.
«¿Cómo creo que terminará esto? Como terminó siempre, con conflicto social», concluye el titular del mayor gremio industrial del país, sin esperanzas frente a un modelo que «destruye el aparato productivo» y «somete a sus trabajadores».
Por David Cufré
Fuente: Página 12