El pueblo argentino con una de las playas más pacíficas y bellas del país

Santa Ana,  se encuentra en el litoral argentino y atrae a cientos de turistas que buscan relajarse en sus playas.

Santa Ana,  se encuentra en el litoral argentino y atrae a cientos de turistas que buscan relajarse en sus playas.

Llegan los días calurosos a Argentina, y muchos buscan espejos de agua para refrescarse. Aunque la Costa Atlántica suele ser un destino popular, algunos prefieren lugares menos concurridos, en busca de tranquilidad y paz. Entre las playas más destacadas del país, una joya en Entre Ríos enamora a quienes buscan un ambiente sereno y relajado: Santa Ana.

Este encantador pueblo, ubicado a orillas del río Uruguay, atrae cada verano a cientos de visitantes gracias a su belleza natural y a las múltiples actividades que ofrece. Uno de sus puntos principales es el balneario municipal, equipado con parrillas, restaurante y seguridad. En la playa, se pueden practicar deportes como el fútbol y el kayak, ideales para toda la familia.

Otro de los atractivos cercanos es la Laguna Salto Grande, un lugar perfecto para familias que desean relajarse junto al agua y compartir momentos únicos. Además, es un sitio ideal para los aficionados a la pesca, quienes encuentran en este entorno un espacio inmejorable para disfrutar de su pasión.

Pero las propuestas turísticas de Santa Ana no se detienen en su playa. La localidad ofrece también experiencias de turismo rural, con visitas a campos de producción y estancias. Situada en una región de llanuras y suaves lomadas, Santa Ana cuenta con suelos arenosos y un clima subtropical cálido, perfecto para quienes buscan reconectar con la naturaleza.

Un poco de historia
Santa Ana tiene sus raíces en una estancia ganadera fundada en 1848 por Santiago Artigas, bajo el mandato del gobernador Justo José de Urquiza. A lo largo de los años, las tierras fueron cambiando de propietarios hasta que Cupertino Otaño las adquirió, las fraccionó y diseñó el casco urbano. Este diseño incluía 55 manzanas atravesadas por las vías del ferrocarril General Urquiza, cuya estación fue construida en 1889 con el apoyo de los vecinos.

Inicialmente conocido como «Pueblo Otaño», el pueblo pasó a llamarse Santa Ana en 1901, cuando se consagró a Santa Ana como patrona de la localidad. Desde entonces, esta pequeña pero encantadora comunidad se ha convertido en un destino ideal para quienes buscan paz, naturaleza y un toque de historia en un mismo lugar.

Fuente: MDZ